Juicio a Trump

Liz Cheney, la ‘número 3’ republicana del Congreso de EE UU, votará a favor del impeachment

Aumenta el número de republicanos que considera que el presidente debe rendir cuentas por el asalto al Capitolio

Liz Cheney, en una imagen de archivo
Liz Cheney, en una imagen de archivoJ. Scott ApplewhiteAgencia AP

Liz Cheney, la tercera líder republicana de mayor rango en la Cámara de Representantes, votará a favor del “impeachment” del presidente, Donald Trump. No es la única ya que aumenta el número de republicanos que respalda los esfuerzos para responsabilizar a Trump por incitar el ataque al Capitolio de Estados Unidos la semana pasada. En total, serán seis los que favorezcan el segundo juicio político contra el mandatario.

En opinión de republicanos tan destacados como el senador Mitt Romney, los miembros de su partido, enfrentados al precipicio del “impeachment”, están ante el dilema de saber si actúan como conservadores comprometidos con sus principios vectores o como correas de transmisión trumpista. Ninguno más destacado que Liz Cheney, congresista por Wyoming y, por supuesto, hija del ex vicepresidente Dick Cheney, uno de los grandes mitos recientes, para bien y para mal, del partido. En un comunicado que ha levantado ampollas, la tercera de los republicanos en el Congreso ha explicado que votaría a favor del impeachment.«El 6 de enero de 2021», ha escrito, «una turba violenta atacó el Capitolio de los Estados Unidos para obstruir el proceso de nuestra democracia y detener el recuento de los votos electorales presidenciales. Esta insurrección causó heridas, muerte y destrucción en el espacio más sagrado de nuestra República».

Para Cheney, aunque las investigaciones de los próximos días permitirán una comprensión más cabal de lo sucedido, hay elementos más que suficientes para el juicio político. «El presidente de los Estados Unidos convocó a esta turba», dijo, «reunió a la turba y encendió la llama de este ataque. Todo lo que siguió fue obra suya. Nada de esto habría sucedido sin el presidente. El presidente podría haber intervenido inmediata y enérgicamente para detener la violencia. No lo hizo. Nunca ha habido una traición mayor por parte de un Presidente de los Estados Unidos a su cargo y su juramento a la Constitución».

Por si alguien todavía dudaba, remachó que «votaré para acusar al presidente».

Unas declaraciones que han escocido claramente entre quienes, como el congresista por Ohio, Jim Jordan, consideran que el presidente Trump ha sido objeto de una maniobra de «cancelación». Jordan ha unido su voz a la de otros congresistas, como Matt Rosendale, de Montana, y Andy Biggs, congresista por Arizona, para pedir la dimisión de Cheney. La acusan de no haber consultado a su grupo político. «No cumplió con el espíritu de las reglas de la Conferencia Republicana» y, sobre todo, «ignoró las preferencias de los votantes republicanos», ha dicho Rosendale en un comunicado.

El “silencio de McConnell”

Otros prohombres del partido, como Mitch McConnell, han preferido callar. Pero llaman la atención las supuestas filtraciones de su teórica postura. Según afirman varios medios de comunicación estadounidenses, el hombre que fue arquitecto de las grandes victorias legislativas de Trump en el Senado, comenzando por los nombramientos de jueces federales y jueces del Supremo, y siguiendo por la defensa del propio Trump durante el primer impeachment, contemplaría con cierta benevolencia la posibilidad de este segundo juicio político.

Las reflexiones de alguien tan destacado como Cheney rompen el clima de terror que durante años reinó alrededor de Trump y sus tuits justicieros. Nadie quería acabar como Paul Ryan, John McCain o Jeff Sessions. Algunos por convicción. Otros por interés electoral. Pero nadie, o casi nadie, osaba desafiar en campo abierto a un presidente con millones de partidarios. Los republicanos más convencionales, de Romney al difunto John McCain y al mismísimo vicepresidente, Mike Pence, han sido triturados en redes sociales.

Caer en desgracia del hombre en el Despacho Oval equivalía a perder todas sus oportunidades políticas. Lo sabían senadores como Lindsey Graham, que hace un lustro tachaban a Trump del peligro para el sistema. Para el congresista Rosendal, Liz Cheney y otros han «debilitado nuestra conferencia en un momento clave para el beneficio político personal y no está en condiciones de liderar. Ella debe renunciar como presidenta de la conferencia».

John Katko, uno de los congresistas republicanos por Nueva York en la Cámara de Representantes, fue el primero de su partido en anunciar que votará a favor del ‘impeachment’ contra el todavía presidente de Estados Unidos, Donald Trump. “No se puede ignorar que el presidente Trump alentó esta insurrección, tanto en las redes sociales antes del 6 de enero como en su discurso de ese día”, ha expresado en un comunicado.

Para un comentarista conservador tan destacado como Thomas L. Friedman, del “New York Times”, los republicanos están ante la ocasión dorada de renunciar al populismo para rearmar su partido dentro del sistema. En su opinión, la hipótesis de un republicanismo roto en dos permitiría que los primeros permitan finalmente solucionar el bloqueo legislativo, más y más enconado, y así poder trabajar en cuestiones tan acuciantes, e interpartidistas, como la mejora de las infraestructuras, las inversiones en educación y la atención médica. Siempre y cuando, claro está, los demócratas de centro izquierda abandonen los cantos de sirena de la facción más radical y asuman que la república no fue concebida para sobrevivir a este clima prebélico.