Metamorfosis

Enrique Tarrio: de colaborador del FBI a líder de los Proud Boys

Gracias a él, se detuvo a una docena de personas relacionadas con el tráfico de drogas y los juegos de azar

El líder del grupo de extrema derecha Proud Boys, Enrique Tarrio
El líder del grupo de extrema derecha Proud Boys, Enrique TarrioCAROL GUZY / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTOCAROL GUZY / ZUMA PRESS / CONTAC

Enrique TarrioEnrique Tarrio, de 36 años, líder del grupo ultraderechista Proud Boys, implicados en el asalto del Capitolio del pasado 6 de enero,tuvo una vida como un informante de la policía. Detenido en 2004 por el robo de una motocicleta, fue acusado en 2012 de colaborar con la venta de productos sanitarios robados. Para reducir sus condenas, la última de 30 meses de cárcel, Tarrio fue un infiltrado prolífico. Colaborando con la policía y la fiscalía locales hasta conseguir numerosas condenas. La noticia de que el orgullo campeón del supremacismo abanderado por los Proud Boys sobrevivió en el mundo del hampa como avezado delator fue avanzada por Reuters.

Las actividades de Tarrio habrían contribuido a la caída de no menos de 12 delincuentes relacionados con el tráfico de marihuana y esteroides, las apuestas clandestinas y el contrabando de inmigrantes. Los fiscales con los que trabajó lo describen en los términos más elogiosos.

Su entusiasmo y su diligencia resultaron claves. En un correo electrónico publicado por el New York Times y otros, la entonces fiscal, Vanessa S. Johannes, explica que fue «un cooperador, como tantos, que buscan brindar información para obtener a cambio una rebaja sustancial». Según el Times, el abogado de Tarrio, Feiller, acudió en 2014 a la fiscalía para glosar las hazañas de su cliente no sólo como soplón sino también como eficaz infiltrado a las órdenes de la policía.

En los papeles judiciales de la época, destaca el diario neoyorquino, puede leerse a Feiler sostener que «el acusado ha brindado asistencia sustancial en la investigación y el enjuiciamiento de otras personas involucradas en una conducta criminal». Cuando Alan Feuer, experimentado reportero de sucesos del periódico neoyorquino, intentó recabar la opinión del propio Tarro, le respondió con evasivas. No recuerda nada.

Detenido en vísperas de la votación en el Congreso para confirmar los votos del colegio electoral y declarar al ganador de las elecciones, a Tarro fue acusado por las autoridades locales de robar de una iglesia, y posteriormente quemar, una bandera de Black Lives Matter. En realidad las redes rebosaban de mensajes amenazantes y la policía temía que los Proud Boys protagonizaran una jornada de furia en Washington.

No en vano el grupo es conocido por los enfrentamientos entre miembros de los Proud Boys y grupúsculos de la izquierda antisistema, englobada bajo el heterogéneo paraguas de Antifa. También son célebres sus diatribas en favor de Donald Trump, que a cambio rechazó condenar explícitamente las actividades del grupo, tal y como le había pedido Chris Wallace, presentador de Fox News, y moderador del primero de los debates presidenciales con Joe Biden.

Con el país delante del televisor, el presidente de los Estados Unidos les dijo a los Proud Boys, autodefinidos como chovinistas occidentales, que debían «retroceder y esperar». «Les diré algo», zanjó, «alguien tiene que hacer algo con los Antifa. Porque no es un problema de derecha. Este es un problema de izquierda».

En la actualidad los Proud Boys están siendo investigados por el FBI en el marco de la gran operación para poner delante de los jueces a los perpetradores e ideólogos de la insurrección contra el Congreso. Ahora sabemos que el cabecilla de una organización de ultras, antisemitas y violentos, adictos a los mensajes de orgullo identitario, ejerció como traidor a otros como él mientras trataba de aliviar una condena por fullero.