Acuerdo de Viernes Santo
La paz en el Ulster se tambalea por el Brexit
Grupos paramilitares unionistas de Irlanda del Norte retiran su apoyo al Acuerdo de Viernes Santo por los problemas comerciales
Se intensifican las tensiones en Irlanda del Norte. Los grupos paramilitares unionistas del llamado “Consejo de Comunidades Leales” -que representa al UVF, UDA y Red Hand Commando- han retirado su apoyo al Acuerdo de paz de Viernes Santo de 1998, por todos los problemas que están creando los nuevos controles que han de aplicarse con el Brexit en los puertos de la provincia británica.
Así lo explican en una carta enviada ayer al Gobierno británico e irlandés, donde señalan que, a menos que se tomen nuevas medidas, se “está destruyendo permanentemente” el histórico pacto con el que se puso fin a un sangriento conflicto que se alargó durante tres décadas entre católicos y protestantes.
“Si vosotros (por el Reino Unido) o la UE no estáis preparados para honrar la totalidad del acuerdo, seréis responsables de su permanente destrucción”, alertan esos grupos. Les preocupa, subrayan, “la alteración del comercio entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido”, pero matizan que la “objeción principal es mucho más fundamental”.
John Kyle, concejal del ayuntamiento de Belfast por el partido Unionista Progresista, que tiene vínculos históricos con la UVF, explica que hay un “compromiso absoluto con la no violencia”, pero que las implicaciones de la carta no están claras. “Es demasiado pronto para saber cómo interpretarlo. Es prematuro asumir que van a volver a la violencia”, matiza.
Durante las arduas negociaciones del Brexit, el principal objetivo de Londres y Bruselas siempre fue el de no poner en peligro la paz en el Ulster. La frontera de Irlanda, la única terrestre (junto con Gibraltar) que existe ahora entre el Reino Unido y el bloque, iba más allá de los desafíos comerciales. Pero se demuestra ahora que la misión no se ha cumplido.
El Acuerdo de Viernes Santo de 1998 dictaminó que entre norte y sur de la isla -es decir, entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que es estado miembro de la UE- no podía haber nunca frontera dura. Nada de controles, nada de verjas, nada de cámaras. Mientras el Reino Unido era miembro del bloque todo era sencillo, con la libertad de movimiento de personas y mercancías. Pero con el Brexit se planteaba un verdadero dilema.
Finalmente se acordó una compleja solución, llamada Protocolo de Irlanda. Dicho protocolo, recogido en el “Acuerdo del Brexit”, deja a la provincia de Irlanda del Norte dentro de la unión aduanera del Reino Unido, pero a su vez, también dentro de la unión aduanera de la UE y alineada además con el mercado único. De este modo, la frontera se ha “movido” al mar de Irlanda, que separa a Irlanda del Norte de Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales).
Los controles, por tanto, deben realizarse ahora en los puertos norirlandeses. Pero los unionistas nunca vieron con buenos ojos quedar con un estatus diferente al del resto del Reino Unido.
La misiva de los grupos paramilitares coincide con el último gran enfrentamiento entre Londres y Bruselas, después de que Boris Johnson haya decidido, de manera unilateral, prolongar el periodo de gracia pos-Brexit en los controles fronterizos, donde la carga extra burocrática ha provocado escasez de productos en los supermercados. El periodo de gracia terminaba el 1 de abril, pero el premier ha decidido ahora alargado hasta octubre.
El líder tory defiende que su medida se trata de “pasos técnicos y temporales” con los que “dar más tiempo a negocios como supermercados y operadores de paquetería para adaptarse e implementar los nuevos requerimientos del protocolo”.
En una conversación el miércoles por la noche entre el nuevo responsable británico de relaciones con la UE, David Frost, y el vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, el primer recalcó que el Reino Unido sigue considerando “urgente” abordar el “impacto desproporcionado” que ciertos aspectos del Protocolo de Irlanda tienen sobre los norirlandeses.
No obstante, la decisión unilateral de Londres ha caído como una losa en el seno comunitario, que no descarta tomar medidas legales al considerar que el Gobierno de Boris Johnson está violando el Tratado Internacional del Brexit.
Según fuentes comunitarias consultadas por este diario, la manera de operar de Londres no contribuye a una gestión fluida del protocolo ni ayuda a resolver los problemas reales que plantea ese mecanismo, así como socava el activo más preciado en las relaciones internacionales: la confianza.
Simon Coveney, responsable de la diplomacia irlandesa, asegura que, “desafortunadamente, no es la primera vez que pasa”. “La UE ha vuelto a constatar que está negociando con un socio en el que no puede confiar”, matizó en una entrevista con la cadena pública irlandesa RTÉ.
Ya el año pasado, Downing Street amenazó con violar el Protocolo de Irlanda si no se lograba alcanzar un acuerdo comercial con la UE, un pacto que finalmente llegó “in extremis” el pasado 24 de diciembre.
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