Negacionismo

El misterio que rodea la muerte del presidente de Tanzania

La Constitución prevé que la vicepresidenta termine el mandato de cinco años

Un hombre sostiene un periódico que informa de la muerte del presidente de Tanzania, John Magufuli, en Dar es Salaam, Tanzania
Un hombre sostiene un periódico que informa de la muerte del presidente de Tanzania, John Magufuli, en Dar es Salaam, TanzaniaSTRINGER

Hacía más de quince días que no se dejaba ver en público y eso despertó rumores sobre la salud del presidente de Tanzania, John Magufuli. Ayer la vicepresidenta Samia Suluhu Hassan anunciaba su muerte por problemas cardíacos. La oposición ha puesto en duda no solo la causa, sino también la fecha. Las razones de su muerte son más importantes de lo que parecen porque Magufuli era un negacionista del covid,un hombre que aseguraba que su país se había librado de la pandemia gracias a la oración y rechazó cualquier confinamiento o medida como llevar mascarilla. Hace poco más de un mes suavizó algo su discurso, admitiendo que circulaba una “enfermedad respiratoria”.

John Magufuli apareció por última vez en público el 27 de febrero. Después, nada. Ni siquiera la misa de los domingos donde se le solía ver en la televisión nacional. El 12 de marzo, el Gobierno negó que hubiera enfermado y el lunes la vicepresidenta instó a los tanzanos a no escuchar los rumores de fuera del país. Llegó incluso a enviar “saludos” de Magufuli en un discurso. La oposición exigía información. “La salud del presidente es un asunto público serio. Nos informaron cuando (el expresidente Jakaya) Kikwete se sometió a una cirugía de próstata, nos dijeron cuando (el expresidente Benjamin) Mkapa se sometió a un reemplazo de cadera […] ¿Qué pasa con Magufuli que no deberíamos saber?”, se preguntaba el martes su principal oponente, Tundu Lissu.

Varios funcionarios de Tanzania también han muerto en las últimas semanas sin que se especifique la causa de su muerte. Tanzania no ha publicado datos sobre Covid-19 desde abril de 2020 (oficialmente 509 casos y 29 muertes).

Deriva autoritaria

Tanzania parecía estar en camino de convertirse en una democracia relativamente próspera cuando Magufuli llegó al poder en 2015. Convencieron su liderazgo asertivo, sus comentarios contra Occidente, su lucha contra la corrupción y su pretendido panafricanismo. Parecía un ejemplo a seguir. Pero rápidamente fue acusado de hacer retroceder al país. El pasado 28 de octubre ganó las elecciones con un sospechoso 84% de los votos y estaba dispuesto a incumplir el límite de mandatos impuesto por la Constitución.

Nacido en 1959 en el noroeste de Tanzania a orillas del lago Victoria, Magufuli creció en una modesta casa con techo de paja, cuidando ganado y vendiendo leche y pescado para mantener a su familia. Luego estudió Química y Matemáticas, en parte en Gran Bretaña, antes de obtener su doctorado en la Universidad de Dar es Salaam en 2009. “Sé lo que es ser pobre”, decía este padre de cinco hijos. Tras un breve paso por la enseñanza y un trabajo como químico industrial, Magufuli entró en política con el partido gobernante Chama Cha Mapinduzi (CCM). Ganó popularidad como ministro de Obras Públicas. Su ambición le valió el apodo de “bulldozer”. Pero sus decisiones y gestos populares dieron paso pronto a una deriva autoritaria. Prohibió reuniones políticas, redujo libertades y acalló voces.

¿Y ahora qué?

La vicepresidenta Samia Suluhu, el pasado 16 de marzo
La vicepresidenta Samia Suluhu, el pasado 16 de marzolarazonAgencia AP

Ahora, su muerte abre la puerta a la incertidumbre. La Constitución del país recoge que la actual vicepresidenta es quien debe asumir el cargo y terminar el mandato, lo que, de producirse, la convertiría en la primera mujer en ocupar este puesto en la historia de Tanzania. Después, Suluhu Hassan solo podría presentarse a la reelección una vez. Y dado que es del archipiélago semiautónomo de Zanzíbar, tendrá que nombrar a un segundo que sea de la Tanzania continental. El nominado tendrá que recibir la confirmación del Parlamento, para lo que será necesario que recabe al menos el 50 por ciento de los votos.

Un líder de la oposición instó a que la investidura sea cuanto antes para evitar un vacío constitucional y la incertidumbre. Las próximas 48 horas serán cruciales y marcarán el futuro del país. Samia Suluhu, de 61 años, es de la región semiautónoma de Zanzíbar, que es aproximadamente 99% musulmana. Ha sido vicepresidenta desde 2015. Antes de eso, fue ministra de estado en la oficina del vicepresidente y sirvió en el gobierno de Zanzíbar en diferentes cargos. No es, por tanto, nueva en política. Pero el ala dura del partido y los nacionalistas cristianos podrían mostrar reticencias a que sea la nueva presidenta. Muchos se preguntan si no habrá una purga en el partido. En cualquier caso, la vicepresidenta actual, más moderada y menos conflictiva que el mandatario fallecido, deberá contar con el apoyo del partido para mantenerse en el poder.