El hijo del fallecido presidente de Chad, Idriss Deby, Mahamat Idriss Deby en el funeral de estado de su padre en Yamena, Chad, el 23 de abril

El efecto dominó que causa la muerte del presidente chadiano en el Sahel

El ejército del país es el más competente de la región y asegura la lucha contra los yihadistas

La muerte del presidente de Chad, Idriss Déby, el pasado 20 de abril en combate no solo altera la estabilidad del país. Su ausencia ya comienza a hacer sentir sus consecuencias fuera de las fronteras de Chad. Déby había dado un paso más para perpetuar su poder al proclamarse vencedor de unas elecciones boicoteadas por la mayor parte de la oposición, pero los combates con los rebeldes del FACT truncaron sus ambiciones de perpetuidad. Su muerte pone a esta nación africana al borde de un abismo de incertidumbre, con una situación que la oposición ya ha calificado de “golpe de estado institucional” ya que es uno de los hijos del difunto mandatario quien ha asumido el poder al frente de un Consejo Militar de Transición.

Pero más allá de las repercusiones internas, la inestabilidad del Chad es una amenaza para toda la región. Y por más de una razón. La primera, es que uno de los ejércitos más competentes de la zona estará ahora más centrado en sus problemas internos que en sus esfuerzos por mantener a raya las amenazas terroristas transnacionales. Déby consagraba cerca del 30% de su presupuesto a la seguridad y, pese a que desde 2003 es productor de petróleo, Chad destaca como uno de los países más pobres del mundo.

El conflicto del Sahel, una guerra entre yihadistas aliados con traficantes y los ejércitos en esta inmensa zona desértica, afecta a Malí, Níger, Mauritania, Burkina Faso y Chad, pero también salpica a Senegal, el norte de Nigeria, el sur de Argelia, el norte de Camerún, el centro de Sudán y el sur de Libia. Una auténtica olla a presión que ha convertido la zona en escenario de tomas de rehenes, ataques, y tráfico de armas, tabaco, combustible, drogas, seres humanos y de casi todo aquello con lo que se pueda traficar...

No hay que olvidar que el gobierno de Déby recibió un importante apoyo internacional por su papel en la lucha contra los grupos armados islamistas en la cuenca del Sahel y el lago Chad. Chad ha destinado 1.000 soldados a la Fuerza Conjunta G5 Sahel, una fuerza militar creada para contrarrestar a los grupos armados islamistas en la región, con el apoyo de la Unión Europea, Arabia Saudí y Estados Unidos. También ha contribuido con 3.000 soldados a la Fuerza Multinacional Mixta, una fuerza militar conjunta de la Unión Africana para responder a los ataques de Boko Haram en la cuenca del lago Chad, con el apoyo de la Unión Europea, Francia, el Reino Unido y Estados Unidos. Yamena, la capital de Chad, alberga el cuartel general de Barkhane, la fuerza antiterrorista francesa que opera en Malí.

La frágil transición de Sudán, en peligro

Otra es de las razones que intranquilizan a los líderes de la región es la derogación de la constitución en Chad que es “un mal ejemplo” para la frágil transición de Sudán, en la que los aspirantes a demócratas deben sentirse cada vez más solos a medida que muchos estados limítrofes se mueven hacia el autoritarismo. Con la caída de Al Bashir, en abril de 2019, Sudán dio comienzo a la transición en agosto, tras un pacto entre civiles y militares para repartirse el poder, al que recientemente se han sumado grupos rebeldes que han dejado las armas, pero no ha alcanzado aún ni la paz ni la estabilidad. Históricamente, Chad ha desempeñado un papel complicado en Darfur, donde el resurgimiento de la violencia pone a prueba la capacidad del estado sudanés para brindar seguridad a todos sus ciudadanos. Si las luchas por el poder se apoderan del Chad, el panorama se complicaría en Sudán donde los militares y las milicias podrían hacerse más fuertes. Chad y Sudán participaron en guerras durante años, con milicias tribales armadas activas en ambos lados de las fronteras. Chad alberga actualmente a unos 370.000 refugiados sudaneses de Darfur.

Sin garantías de paz

Libia parece estar encaminaba hacia la paz, pero no deja de ser un país destrozado por la guerra civil y por la intervención extranjera desde la muerte del coronel Muamar Gadafi en 2011. República Centroafricana vive, por su parte, desangrada por un conflicto civil. El país se ha visto sacudido por los disturbios durante años, pero, desde mayo de 2017, nuevos y violentos enfrentamientos entre grupos armados han agravado la situación de la población. La violencia y la inseguridad que siguieron a las elecciones generales de diciembre de 2020 obligaron a decenas de miles de personas a huir, muchos de ellos a Chad.

Llamamiento a la moderación

Los Gobiernos de Libia, Sudán y Níger hicieron el viernes una declaración conjunta en la que expresaron preocupación por la situación en el país y llamaron a la moderación. Frente al contexto de disturbios que se ha dado desde la muerte de Déby en Chad, los tres países africanos han pedido a la Unión Africana (UA) una reunión de emergencia para “tomar medidas, aliviar la tensión y recuperar la estabilidad de la región”, informa Efe.

En cuanto a Libia, el Comando General del país ha anunciado la salida del primer grupo de militares hacia su frontera con Chad para llevar a cabo patrullas terrestres y aéreas en la provincia de Al Kufrah, en previsión de la evolución de la situación en el país vecino, tal y como informa el medio local ‘Libya Akhbar’. Todo sea para evitar el efecto dominó que genere el caos en una zona ya inestable.