Discurso

Biden pone a las familias y a los olvidados en el centro de su agenda social

El presidente defiende un ambicioso y muy social proyecto de Gobierno en su discurso de los primeros 100 días en el cargo

Crisis y oportunidad, entre esos dos polos ha levantado Joe Biden su discurso de los 100 primeros días. Entre medias caben todos los planes y todas las promesas para, en sus propias palabras, reconstruir la nación. Delante de un Capitolio diezmado, el presidente de los EE. UU. recordó a los más de 570.000 muertos por la epidemia de Covid-19. De paso subrayó que la promesa de poner 100 millones de vacunas en sus primeros 100 días fue duplicada y son ya cerca de 235 millones de dosis, el 77% de todas las dosis distribuidas. Suficiente para que casi 99 millones de ciudadanos, el 29% de la población, esté ya completamente vacunado, mientras que el total de personas que han recibido al menos una dosis se eleva hasta los 142 millones. Por supuesto estos números habrían sido inalcanzables sin la colosal inyección de recursos públicos, decenas de miles de millones de dólares, empleados en una campaña de vacunación que ha permitido, por ejemplo, que en ciudades como Nueva York sea posible vacunarse a partir de ese sábado sin necesidad de cita previa y sin más límite de edad que tener 16 años.

Biden explicó que la cualidad que distingue a EE.UU. es la de convertir «el peligro en posibilidades, la crisis en oportunidad es el retroceso en fuerza». «La vida puede derribarnos», añadió, «pero en Estados Unidos, nunca nos quedamos abajo. En Estados Unidos, siempre nos levantamos. Y hoy, eso es lo que estamos haciendo: Estados Unidos está surgiendo de nuevo. Eligiendo la esperanza sobre el miedo. La verdad frente a las mentiras. La luz antes que la oscuridad. Después de 100 días de rescate y renovación, Estados Unidos está listo para despegar».

Paquete de inversiones y ayudas a familias

Por supuesto Biden tuvo tiempo para recordar la primera parte de su gigantesco paquete de inversiones, por valor de 1,8 billones de dólares, que incluían cheques de 1.400 por persona y otros 1.400 por niño en la unidad familiar, siempre que los ingresos anuales no superen los 80.000 dólares en el caso de las personas que viven solas, los 110.000 para las familias con una sola fuente de ingresos y las parejas que ganan un mínimo de 160.000 dólares. A todo esto había que añadir cientos de millones de dólares para asistencia de los desempleados, ayudas masivas a las ciudades y los estados, créditos para las familias y las empresas… Para Biden, «Estamos en un gran punto de inflexión en la historia. Tenemos que hacer algo más que reconstruir. Tenemos que reconstruir mejor».

Pero el encuentro del Capitolio debía de servir también para poner bajo los focos una segunda ronda de estímulos. Bautizado como el American Families Plan, destinará más de 1,5 billones de dólares para ayudas a las familias, incluidas dos semanas de baja por enfermedad, la extensión de la educación infantil, universal y gratuita, a partir de los 3 años.

Hecho en América para crear trabajos americanos, dijo. Y ese fue el motor del discurso: la afirmación incluso vehemente en las capacidades de los Estados Unidos y la promesa de reinvertir recursos en el país, de forma que las crisis futuras no lo encuentren en la frágil situación del último año. Multilateralismo y globalización, sin duda, compromiso con el medio ambiente y apuesta por la lucha contra el cambio climático, también, pero siempre sin abandonar la promesa de una reconstrucción nacional que tenga como máxima prioridad generar buenos trabajos y robustecer la industria.

Que sea o no posible ya es otra cosa. Pero tampoco hay duda de que la administración Biden, más allá de las guerras culturales de sus aliados woke, pretende retomar el discurso y los programas de la socialdemocracia rooseveltiana. Para sufragar todo esto Biden espera multiplicar la recaudación logrando que las grandes corporaciones y fortunas paguen más impuestos, aproximando las tasas a los porcentajes anteriores a la revolución reaganita, cuando el Estado que surgió de la II Guerra Mundial fue proscrito por los enemigos de lo público. En total serán más de 4 mil millones de dólares de inversiones aprovechando que la economía estadounidense tiene previsto crecer más de un 6% este año y con la vista puesta, por un lado, en el modelo de estado de bienestar europeo, aunque mucho más flexible, y, por otro, en la urgencia de fortalecer la red industrial, multiplicar las inversiones tecnológicas, atraer capitales y, de paso, coagular la dependencia del exterior en sectores clave. «Estados Unidos se está moviendo», dijo, «Y no podemos detenernos ahora».