Escalada bélica

Veinticuatro muertos en Gaza tras los duros enfrentamientos en Jerusalén

Entre los fallecidos hay nueve niños palestinos. Los choques en la Mezquita de Al Aqsa abren un nuevo episodio de violencia sectaria

“Nos están ocupando la mezquita, la Intifada en Al-Aqsa se ha reanudado”, alertaban grupos de Whatsapp palestinos de Jerusalén Este. El previsible estallido de violencia que se esperaba este lunes, día en que los judíos israelíes conmemoraban el “Día de Jerusalén” –la captura de la parte oriental de la ciudad en 1967-, empezó a primera hora de la mañana y con disturbios de extrema gravedad. Al cierre de esta edición, se contaron 334 palestinos y 21 agentes heridos en la Ciudad Santa.

La mayoría, por disparos de bombas de humo y balas de goma en el interior de la mezquita de Al Aqsa. Desde el interior del tercer lugar más sagrado para el Islam, miles de palestinos, atrincherados desde la noche y armados con piedras y barricadas, denunciaron que las fuerzas israelíes bloquearon el acceso de ambulancias para extraer a heridos graves.

Al amanecer, se extendió el rumor de que la Policía israelí pretendía cerrar el acceso de palestinos al casco antiguo para asegurar la denominada “Marcha de las Banderas” de la tarde, en que nacionalistas judíos festejan la “reunificación” de la ciudad. El rabino Ariel Nativ comentó que “estamos demostrando aquí un amor de 3.000 años. Afirmamos nuestra soberanía. El pueblo de Israel puede moverse en toda la tierra de Israel, que es nuestra”.

Linchamiento contra un conductor judío

Sobre las 11 de la mañana, un joven conductor judío fue apedreado por una multitud de árabes. Al perder el control del vehículo, atropelló a uno de los alborotadores, y el conductor herido fue salvado “in extremis” de un linchamiento por un agente que alzó su revolver ante los agresores.

A las cuatro -y ante la magnitud de los disturbios-, la Policía jerosolimitana cedió ante la petición del “establishment” de seguridad, que imploraba evitar que la marcha nacionalista accediera a la ciudad amurallada por la Puerta de Damasco, epicentro de la vida palestina en la urbe. Finalmente, se derivó el recorrido de la procesión por la Puerta de Yaffo, desde donde los concentrados, con camisetas blancas y banderas con la estrella de David, convergieron en el Muro de las Lamentaciones.

La tensión llegó ayer a la cúspide, pero viene gestándose desde el inicio de Ramadán, a principios de abril. Primero, por la polémica decisión de la Policía de bloquear las gradas del anfiteatro de la Puerta de Damasco durante las noches festivas.

Hace semanas, se extendió una violenta tendencia en TikTok, en que adolescentes palestinos se jactaban de agredir a judíos ultraortodoxos en calles y transporte público de la ciudad. Extremistas judíos organizaron después una improvisada marcha “para mostrar a los palestinos quien manda”, y además de clamar ¡”muerte a los árabes!”, atacaron a piedrazos viviendas palestinas.

El desalojo de Sheik Jarrah

Pero para la organización pro-coexistencia “Ir Amim” (ciudad de los pueblos), “la inminente decisión de la Corte Suprema respecto a la evacuación de cuatro familias palestinas de Sheik Jarrah en favor de un grupo de colonos ha comportado incidentes diarios, y ha unido a los palestinos de toda la ciudad en una reivindicación colectiva sin precedentes en los últimos años”.

En este simbólico barrio jerosolimitano, pegado a la invisible “Línea Verde” que separa las partes Oeste y Este, llevan produciéndose continuas reyertas entre los residentes palestinos y sus nuevos vecinos judíos, así como una durísima represión policial.

En este explosivo contexto, los diputados de “Sionismo Religioso”, Itamar Ben Gvir y Betzalel Smotrich, acudieron ayer frente a las casas tomadas por los colonos en el barrio para proclamar: “Bennet, no le deis alas al terror”. Exigían a Naftali Bennet, líder del derechista Yamina, que frene la negociación con el centrista Yair Lapid para conformar la “coalición del cambio”, que requerirá del apoyo de los partidos árabes.

Ultimátum de Hamás

A media tarde, el Ejército israelí cortó las carreteras y líneas de bus y tren adyacentes con la Franja de Gaza ante el primer retumbar de las alarmas antiaéreas, y pidió que “para protegerse, pedimos a los civiles que no se detengan en la zona fronteriza”. El domingo ya se lanzaron cuatro proyectiles hacia territorio hebreo, y el Ejército israelí replicó con bombardeos de tanques y cazas sobre posiciones militares de Hamás.

El grupo islamista palestino, junto al resto de facciones armadas de Gaza, dio un ultimátum a Israel: “O retiráis vuestras fuerzas de Al Aqsa y Sheik Jarrah antes de las seis, o la escalada será inevitable”. Desde Hamás calculaban que Israel haría lo posible para evitar un conflicto masivo, y trataron de maximizar logros.

La amenaza de los islamistas se culminó: lanzaron una sorpresiva salva de siete proyectiles sobre Jerusalén y sus aledaños. Tras ello, el Ejército hebreo dio luz verde para una operación militar a gran escala en la franja palestina.

El “premier” Benjamín Netanyahu vaticinó que el conflicto se alargará días, y manifestó que “quien nos ataca, pagará un alto precio. Han cruzado la línea roja”. Mientras, un portavoz islamista replicó: “si el enemigo sionista golpea instalaciones civiles y las casas de nuestra gente, la respuesta será superior a la expectativa del enemigo”.

El Ministerio de salud palestino informó de la muerte de 24 personas –entre ellos nueve niños-, y 65 heridos por bombardeos israelíes en Gaza. El Ejército hebreo aseguró que tres de los fallecidos eran milicianos.

Se contaron más de 70 misiles lanzados desde la franja, la mayoría interceptados por la “Cúpula de Hierro”. Pero uno impactó sobre un vehículo civil, y otros causaron daños materiales en viviendas. La alerta era máxima en la región fronteriza, y las clases quedaron suspendidas.

Al anochecer, un árbol se prendió por un fuego artificial lanzado durante disturbios en la Explanada de las Mezquitas. A escasos metros, frente al Muro de las Lamentaciones, continuaban las festivas danzas por el “Día de Jerusalén”.