Escalada bélica
Fuerza bruta en Oriente Próximo
Los ataques de los últimos días entre Hamas e Israel son la consecuencia más patente de un conflicto que no encuentra solución y que siempre trae aparejado la pérdida de muchas vidas humanas
De nuevo, nubarrones bélicos recorren Oriente Próximo y anuncian una vez más enfrentamientos de mayor envergadura entre palestinos e israelíes. El objeto de la disputa, aunque tenga causas inmediatas, está en los orígenes del conflicto, en el desarrollo que ha experimentado pero también en la demostrada incapacidad de la comunidad internacional para proporcionar una paz estable y duradera.
Las grandes potencias tienen una responsabilidad primordial en este caso y, en particular, los Estados Unidos a quienes les corresponde la obligación de condenar todo uso ilícito de la fuerza armada o desproporcionado. Los ataques de los últimos días entre Hamas e Israel son, en definitiva, la consecuencia más patente de un conflicto que no encuentra solución y que siempre trae aparejado la pérdida de muchas vidas humanas.
Ha quedado demostrado que Naciones Unidas no es capaz de implementar una respuesta que ponga fin a los enfrentamientos. Ahora, todo hace presagiar que la política israelí de desalojo de palestinos de Jerusalén se impondrá con el tiempo en contra de las normas que deben regir las relaciones internacionales y de los mínimos criterios que aseguren la convivencia en la zona.
La comunidad internacional debe reaccionar para evitar los actos ilícitos de Israel y también para hacer inviables los ilícitos ataques de Hamas sobre la población civil. Es evidente que el pueblo palestino tiene el derecho a la autodeterminación y, con ello, a constituir y hacer viable un Estado soberano e independiente. Israel debe permitirlo y favorecerlo, porque solo sobre esta base se podrá asentar la paz en la región.
Tanto Israel como Palestina tienen derecho a la supervivencia como Estados y, sobre todo, los ciudadanos de uno y otro deben tener la seguridad de que se respetan los derechos humanos. La fuerza militar no es la vía para resolver un conflicto de esta naturaleza y, más pronto que tarde, la comunidad internacional debe comprender que el diálogo y el respeto del derecho internacional son las únicas herramientas útiles para una solución. Hace tiempo, sin embargo, que no luce el sol en Oriente Próximo.
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