Apertura

Gran día para los franceses: reabren las terrazas de los cafés

Macron escenifica la reapertura tomándose un café junto a su primer ministro, Jean Castex, y lanza un mensaje de prudencia

Los expresos, las crêpes y los cruasanes volvieron este martes a las terrazas de los cafés de París, en un inmenso desahogo colectivo, con la reapertura de la hostelería tras casi siete meses de estricto cierre debido a la crisis sanitaria.

Pero todo fue muy breve debido a que el viento y la lluvia, prevista y amenazante, acabaron aguando, literalmente, esta mañana casi festiva para los franceses a pesar de ser un día laborable, ya que pueden volver a terrazas, museos, cines, teatros y grandes comercios, aunque sea con aforos limitados. Pero en un país hedonista como Francia, que ha hecho de la vida de café uno de sus símbolos nacionales, lo más esperado y deseado era sin duda el volver a poder sentarse en la terraza de un café para el expreso mañanero.

El presidente Emmanuel Macron fue el primero en apuntarse, al salir con el primer ministro, Jean Castex, a tomar un café en la terraza de un establecimiento cercano al Elíseo. ”Es un pequeño momento de libertad recuperada”, pudieron captar las cámaras que murmuraba el presidente entre dos sorbos, antes de apelar a que los franceses se mantengan “prudentes” hasta que la situación sanitaria mejore aún más. Más poético fue su ministro de Economía, Bruno Le Maire, quien colgó un tuit que decía “El arte de vivir a la francesa” con una foto suya sentado en una terraza mientras ojeaba la prensa del día.

Lejos de los gestos y mensajes del poder, parisinos y visitantes llenaban muchas de las mesas que los establecimientos pudieron ofrecer, el 50 % de su aforo normal. ”Teníamos muchas ganas ya. Ha sido muy difícil no poder hacer esto tan simple”, reconoció a EFE una cliente que sorbía café en una terraza de un establecimiento popular del distrito 18, reabierta hoy tras cerrar a finales de octubre, como en todo el país.

Volver a disfrutar de los pequeños placeres

Por toda la ciudad, los camareros con sus tradicionales mandiles se esmeraban en servir cafés y desayunos a un público con una clara necesidad psicológica de volver a disfrutar de los pequeños placeres de la vida aunque sea todavía con la mascarilla. Sin embargo, el placer del desayuno matutino, o simplemente del diminuto expreso antes de entrar al trabajo, quedó frustrado para muchos al cumplirse las ominosas predicciones meteorológicas. Primero unas gotas, luego algunas más, después lluvia evidente acompañada de ráfagas crecientes de viento acabaron llevándose a los clientes menos madrugadores y vaciando las terrazas. ”Rápido, rápido”, se decían unas trabajadoras en una cafetería del Boulevard Haussman mientras se apresuraban a retirar las sombrillas antes de que el viento se las llevara.

Calmado el pequeño temporal y ya pasada la hora del desayuno, cafés y restaurantes aguardan al momento del almuerzo, mirando el cielo con aprensión, ya que las predicciones apuntan a lluvias y vientos intermitentes durante todo el día. De momento, cocineros y pinches se afanan esperanzados en los fogones. Los parisinos, mientras tanto, miran al cielo. EFE