Represión en Cuba

Los obispos cubanos respaldan la ‘contrarrevolución cubana’: “Ni imposiciones ni confrontación”

La Iglesia da un paso al frente y condena al régimen castrista por usar “la violencia” ante las protestas

No suele ser ni mucho menos habitual que la Iglesia se manifieste de una manera tan rotunda frente al castrismo. EFE
No suele ser ni mucho menos habitual que la Iglesia se manifieste de una manera tan rotunda frente al castrismo. EFESáshenka GutiérrezAgencia EFE

“Hermanos, no podemos cerrar los ojos o entornar la mirada, como si nada estuviera sucediendo”. Así arranca el mensaje con el que los obispos cubanos dan un paso al frente para apoyar las protestas que en estos días se están extendiendo por todo el país “expresando su malestar por el deterioro de la situación económica y social que vive nuestro pueblo y que se ha acentuado de manera significativa”.

No suele ser ni mucho menos habitual que la Iglesia se manifieste de una manera tan rotunda frente al castrismo, conscientes del ten con ten que desde hace décadas se mantiene para equilibrar la demanda de una mejora de los derechos humanos con la amenaza de uno de los regímenes más férreos contra la libertad religiosa y la propia Iglesia, teniendo en cuenta que, por ejemplo, solo desde hace diez años se reconoce el Viernes Santo como festividad en el calendario.

En el texto, los pastores dan varios tirones de orejas a Miguel Díaz-Canel. “Nos preocupa que las respuestas a esos reclamos sea el inmovilismo que contribuye a dar continuidad a los problemas, sin resolverlos”, expresa la nota de la Conferencia Episcopal de Cuba, en la que constatan que “no solo vemos que las situaciones se agravan, sino, también que se camina hacia una rigidez y endurecimiento de posiciones que pudieran engendrar respuestas negativas, con consecuencias impredecibles que nos dañarían a todos”.

Es más, advierten al presidente que “no se llegará a una solución favorable por imposiciones, ni haciendo un llamado a la confrontación, sino cuando se ejercite la escucha mutua, se busquen acuerdos comunes y se den pasos concretos y tangibles que contribuyan, con el aporte de todos los cubanos sin exclusión”. Echando mano del término patria, uno de los más manidos por el régimen, los obispos le dan le vuelta para reclamar al sucesor de los Castro que ponga los medios a su alcance para “construir la Patria ‘con todos y para el bien de todos’”, parafraseando al Papa Francisco. “Esa es la Patria que queremos”, inciden.

Entendemos que el Gobierno tiene responsabilidades y ha tratado de tomar medidas para paliar las referidas dificultades”, suavizan en otro punto del comunicado, para, a renglón seguido volver a subrayar que “el pueblo tiene derecho a manifestar sus necesidades, anhelos y esperanzas y, a su vez, a expresar públicamente cómo algunas medidas que han sido tomadas le están afectando seriamente”.

De la misma manera, los obispos se adentran también en el espinoso tema de las represalias y los desaparecidos en las últimas horas, que ha incluido la detención de un sacerdote que ha participado en las protestas. Sin citarlo de forma expresa, apuntan que “la violencia engendra violencia, la agresividad de hoy abre heridas y alimenta rencores para mañana que costará mucho trabajo superar”. “Por eso -señalan a continuación- invitamos a todos a no incentivar la situación de crisis, sino con serenidad de espíritu y buena voluntad, ejercitar la escucha, la comprensión y la actitud de tolerancia, que tenga en cuenta y respete al otro para juntos buscar caminos de una justa y adecuada solución”.

Es verdad que no se escuchará de boca de ningún líder católico una llamada directa al fin de la dictadura y una petición expresa de democracia. Con esta mano izquierda y teniendo en cuenta el espinoso contexto cubano, resultaría extraño que un comunicado de tal calado se hubiera lanzado con un lenguaje más abrupto y sin que de ello tuvieran constancia, bien la Nunciatura en La Habana, bien directamente la Secretaria de Estado de la Santa Sede.

La ‘finezza’ vaticana se aplica allí como en pocas latitudes, bajo la máxima de un pacto de no agresión que le permita a la Iglesia anunciar los valores del Evangelio -con lo que los mismos tienen de subversivos- y permanecer al lado del pueblo acompañándole en la pastoral social dentro de las limitaciones de acción que imponen las autoridades gubernamentales. El régimen castrista no le permite contar con obras propias como en cualquier otro punto del planeta -véase hospitales, escuelas…- y en todas las comunidades parroquiales hay infiltrados del partido para que ni sacerdotes ni religiosos ni laicos puedan lanzar llamadas a la libertad en público, pero también para interceptar cualquier propuesta que consideren contrarrevolucionaria.

Sin embargo, cada palabra que emana de un obispo o de los mismos papas, se expresa en esa línea de forma implícita. Para la historia queda aquel “que Cuba se abra al mundo para que el mundo se abra a Cuba” de Juan Pablo II o las palabras de Francisco con motivo del 500 aniversario de la fundación de San Cristóbal de la Habana: “Sosténganse, ayúdense, anímense y sigan adelante sin desfallecer, siempre con la mirada en la meta”. Eso, por no hablar del papel incuestionable del Papa argentino para contribuir en el deshielo entre Estados Unidos y Cuba durante su viaje a la isla que propició un giro histórico en la era Obama.