Histórica protesta
¿Por qué estalló Cuba?
Un cóctel de miseria, Covid-19 y nuevas tecnologías llevó a la mayor explosión social en la isla desde el funesto Periodo Especial
El 11 de julio será recordado como el día en que los cubanos gritaron basta. El incendio social comenzó en San Antonio de los Baños, a 30 kilómetros al sureste de La Habana, pero las manifestaciones exigiendo el fin de la dictadura y de la miseria pronto se extendieron por todo el país. Acorralado por una manifestación de descontento sin precedentes desde los tiempos del Periodo Especial y la crisis que siguió al colapso del aliado soviético, el presidente, Miguel Díaz-Canel, dio la «orden de combate» para frenar lo ola popular que amenazaba con llevárselo por delante. La represión fue feroz. Según denuncias de ONG y participantes en las protestas, incluyó centenares de detenciones arbitrarias, agresiones contra manifestantes y la censura total de internet, que quedó bloqueado para impedir que siguiera sirviendo para convocar nuevas protestas. El gobierno admitió un muerto.
Emilio Morales, presidente de Havana Consulting Group, un centro de análisis con sede en Miami, le dijo a LA RAZÓN: «Estamos ante un punto de quiebre, asistimos al principio del fin de la dictadura». Aunque solo el tiempo dirá si pronósticos tan audaces como Emilio Morales aciertan, lo cierto es que el estallido de indignación social obedece a un cúmulo de factores excepcionales y llega en uno de los peores momentos para el castrismo. Las carencias en Cuba son tan viejas como el castrismo, un régimen basado en la ineficiencia y la corrupción. Pero el golpe de la pandemia de covid le ha asestado a Cuba un mazazo todavía más doloroso.
Crisis económica brutal
Las restricciones a los viajes internacionales privaron al régimen de los ingresos del turismo, a los que había fiado su subsistencia en los últimos años. La economía se desplomó un 11% en 2020. Con cada vez menos ayuda de una Venezuela también anémica y asfixiado por el endurecimiento de las sanciones aprobado por el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, el gobierno se vio atrapado en lo que el economista cubano Carmelo Mesa-Lago definió como «una situación desesperada» y no le quedó alternativa que activar dolorosas reformas económicas. En enero eliminó una de las dos monedas del país, lo que obliga de facto a muchas empresas estatales a sincerar sus cuentas y, probablemente, a echar el cierre. En febrero abrió muchos sectores profesionales al sector privado.
Aunque el presidente Díaz-Canel prometió que «no habrá una terapia de choque para el pueblo», las consecuencias no se hicieron esperar. La inflación se disparó y la escasez se acentuó, y los cubanos tuvieron además que empezar a sortear las restricciones a la llegada de remesas de régimen castrista ávido de apropiarse de los dólares que les envían sus familiares emigrados por la falta de oportunidades.
En los años en los que Raúl Castro trataba de congraciarse con Barack Obama, ordenó que se extendiera la red de internet en la isla, una demanda histórica de los cubanos.
El poder de internet
En una de sus últimas intervenciones en el Congreso del Partido Comunista, el anciano general reclamó que se le ponga coto para evitar que se convierta en una herramienta de «subversión». Y es que la red se ha convertido en la principal herramienta de una juventud hastiada. «Los jóvenes lideran las protestas, porque ya no compran el discurso del gobierno y no quieren marcharse, sino vivir en un país libre», señala Morales.
En internet se popularizó el tema musical «Patria y vida», que se ha convertido en una especie de himno anticastrista que corean los manifestantes y tambièn en internet difundieron sus acciones de protesta los integrantes del Movimiento San Isidro, encabezados por el artista Luis Manuel Otero Alcántara, un joven que encarna el perfil de la nueva generación a la que la vieja propaganda revolucionaria le suena a cantinela agotada. Muchos de los que lanzaban piedras contra la Policía en La Habana o Camagúey son como él, negros y criados en barrios pobres de la isla. Pero quizá lo que más inquieta a la nomenclatura sea que Estados Unidos encuentre la manera de restablecer internet en Cuba. El presidente Joe Biden dijo el jueves que estudia si tiene capacidad para hacerlo.
El virus, descontrolado
La pandemia hace estragos en Cuba no solo en lo económico. Pese a las fuertes restricciones impuestas, el coronavirus sigue fuera de control y el país reportó esta semana sus cifras récord, con 67 muertos y cerca de 6.500 contagiados el jueves. Se teme que la realidad sea peor que los datos oficiales.
Pese a todo el esfuerzo propagandístico del régimen, ni Soberana 02 ni Abdala, las dos vacunas desarrolladas en el país, que no han sido aprobadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), han servido para frenar la epidemia. La campaña de vacunación avanza lentamente y persisten las dudas sobre la efectividad de estos fármacos.
Morales asegura que «los hospitales están colapsados y la pandemia ha hecho derrumbarse el mito de Cuba como potencia sanitaria». Biden dijo que estaría dispuesto a enviar vacunas a Cuba, pero solo bajo supervisión internacional. El régimen cubano, previsiblemente, seguirá culpando al «bloqueo» estadounidense de todo.
Un liderazgo débil
El último congreso del Partido Comunista confirmó el relevo de Raúl Castro y a Díaz-Canel como nuevo timonel del Estado, pero pocos en Cuba dudan de que el nuevo líder no cuenta, ni siquiera entre los suyos, con el prestigio ni la autoridad de Raúl, mucho menos la del fallecido Fidel. Quedó claro cuando intentó emular la actuación de Fidel en la revuelta del «Maleconazo» de 1994 y se acercó a aplacar a los manifestantes en San Antonio de los Baños y lo recibieron entre improperios. También resulta elocuente que en todas las ocasiones importantes, el nuevo presidente aparece flanqueado por Raúl, como sucedió cuando anunció la reforma monetaria o en la reunión de urgencia de la cúpula comunista para hacer frente a la ola de protestas. Omar López Montenegro, director de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, cree que “a Díaz-Canel no lo respeta nadie”.
✕
Accede a tu cuenta para comentar