Conflicto
Los talibanes arrebatan al Gobierno el último feudo en el norte y amenazan la capital
El Ejército afgano, entrenado por Estados Unidos durante 20 años, se muestra incapaz de hacer frente al avance de los insurgentes islamistas
Avance imparable de los talibanes en Afganistán, que ya controlan el gran bastión del norte, Mazar -i-Sharif, y se encuentran cada vez más cerca de la capital, a pocos kilómetros de Kabul, (entre 65 y 11 kilómetros según las distintas informaciones). Los talibanes y las fuerzas afganas están librando una batalla sin cuartel en siete de las 34 provincias del país centroasiático. En las últimas 24 horas han muerto más de 200 combatientes islamistas y otro centenar han resultado heridos, de acuerdo con la actualización diaria del Ministerio de Defensa afgano. Los talibanes arrebataron ayer al Gobierno la última ciudad que mantenían bajo control en el norte del país, Mazar-i-Sharif.
Pese al revés, el presidente Ashraf Ghani continúa firme en el poder y se muestra partidario de hacer frente a la creciente presión insurgente. En un mensaje televisado dirigido a la nación, Ghani aseguró que la «máxima prioridad» del Gobierno afgano reside en la movilización de las fuerzas de seguridad para lograr detener la captura de más capitales regionales y evitar la conquista de la capital que supondría su final. «Bajo la situación actual, la removilización de las fuerzas de seguridad es nuestra máxima prioridad y se están tomando las medidas necesarias para este propósito», apuntó Ghani. El presidente afgano abogó por encarar la gran ofensiva de los talibanes.
Los islamistas controlan casi por completo las regiones sur, oeste y norte del país, rodeando Kabul mientras avanzan en su rápida campaña militar. El bombardeo de los talibanes comenzó en mayo, pero los insurgentes han logrado apoderarse de más de la mitad de las capitales provinciales de Afganistán en poco más de una semana. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenber, advirtió esta semana que la comunidad internacional no reconocerá a los talibanes «si toman Afganistán por la fuerza». Los insurgentes están cada vez más cerca de Kabul y con la toma de control de otras cuatro capitales de provincia en las últimas horas (Firozkoh, Lashkar Gah, Kandahar, Mazar-i-Sharif), suman ya un total de 16 grandes núcleos urbanos tomados a la fuerza.
Las tres ciudades más importantes del oeste y del sur de Afganistán cayeron en manos de los insurgentes este viernes, en menos de 24 horas, sumado terreno estratégico bajo su veloz dominio sin pausa. La capital de la provincia de Helmand, Lashkar Gah, cayó el viernes por la mañana después de más de una semana de enfrentamientos con las fuerzas de seguridad afganas cuyo combate dejó a su paso una ciudad en ruinas, cientos de heridos, hospitales colapsados y miles de residentes en pánico por la incertidumbre de un futuro incierto a manos de un gobierno insurgente. Una situación parecida a la que se vivió apenas unas horas en Kandahar, la segunda ciudad más grande del país, el mismo escenario donde los talibanes proclamaron por primera vez, en la década de los 1990, su llamado emirato. Poco después, cayó la capital de la provincia de Ghor, Firozkoh, situada en el oeste de Afganistán. Ayer los talibanes dieron un golpe de gracia al Gobierno al tomar Mazar-i-Sharif.
Miedo al regreso talibán
El pánico se extendió por todo el país después del aviso urgente emitido a los estadounidenses a través de la Embajada de EE UU en Kabul de evacuar cuanto antes la capital en los vuelos comerciales disponibles, mientras miles de personas intentan huir del violento avance de los talibanes. Con la fecha de retirada de sus tropas cada vez más cerca, prevista oficialmente para el 31 de agosto, Biden se ha visto obligado a recular anunciando el envío de 3.000 soldados a Kabul para evacuar a ciudadanos estadounidenses y al personal de la embajada que se encuentran en la zona.
Una situación de emergencia que no estaba prevista y que plantea la incógnita de qué va pasar si los planes previstos por la Administración Biden fallan antes de tiempo. Tan sólo dos grandes ciudades de Afganistán permanecen bajo el dominio del Gobierno afgano: Kabul, la capital y Jalalabad. La tercera gran urbe Mazar-i-Sharif cayó ayer al cierre de esta edición.
Ya con la amenaza insurgente tan cerca de la capital, la Administración Biden tomó la decisión de última hora de enviar, además de esos 3.000 soldados a Kabul, otros 4.000 militares más al resto de la región para proteger a los estadounidenses que permanecen en el país ante posibles altercados. El rápido avance de los talibanes, que nadie había previsto, ha obligado a Biden a acelerar la salida, aunque no han transcendido todavía más detalles de esta decisión de emergencia, puesta en marcha como medida de precaución.
Desde Washington, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, dió a conocer la que definió como una reducción de un número no especificado de civiles, cerca de 4.000 empleados de la Embajada, entre los que se incluyen 1.400 ciudadanos estadounidenses. «Como hemos dicho todo el tiempo, el aumento del ritmo de los enfrentamientos militares de los talibanes y el consiguiente aumento de la violencia y la inestabilidad en todo Afganistán es motivo de grave preocupación», dijo Price. «Hemos estado evaluando la situación de seguridad todos los días para determinar la mejor manera de mantener a salvo a quienes sirven en nuestra Embajada», añadió, enfatizando que ésta continua abierta.
Si bien la Casa Blanca mantiene su postura respecto a que deben ser ellos mismos quienes resuelvan sus conflictos sin depender de la que hasta ahora ha sido una decisión en firme de Biden, no parece que el presidente tenga intenciones de ceder en la retirada definitiva de las tropas en Afganistán prevista para finales de este mes, después de veinte años de presencia en el país, convirtiéndose en la guerra más larga en la historia de Estados Unidos. Ante la inminente retirada de soldados y la rápida ofensiva talibán, funcionarios estadounidenses temen ahora que los insurgentes tomen el control de Kabul en menos de un mes. Aún así, tanto el Gobierno como la cúpula militar insisten en que todavía se puede evitar la caída ante los talibanes.
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