Represión

Disparos, palizas o torturas: La “locura asesina” de los talibanes en Ghazni

Amnistía Internacional documenta el asesinato de nueve personas pertenecientes a la minoría étnica hazara mientras una cadena alemana denuncia la cacería a periodistas y la muerte de un familiar de uno de sus reporteros

Un miembro de la comunidad afgana en Roma participa, hoy, en una manfiestación en contra del dominio talibán en su país
Un miembro de la comunidad afgana en Roma participa, hoy, en una manfiestación en contra del dominio talibán en su paísCecilia FabianoAP

Poco a poco, los talibanes comienzan a mostrar su auténtica cara a pesar de sus intentos de presentarse como moderados y magnánimos en sus primeros días al frente del que han bautizado como emirato islámico de Afganistán. La realidad son las persecuciones de periodistas, matanzas de minorías étnicas y represión de manifestaciones de protesta. La tensión se imponía este viernes en las calles de las principales ciudades tras las desafiantes protestas en favor de la enseña republicana en el Día de la Independencia. En Kabul los integristas impiden sin disimulo el acceso al aeropuerto a los afganos que tratan de huir en las evacuaciones con las embajadas extranjeras.

Por el momento, sigue sin saberse cómo será el gobierno “inclusivo” y la prometida “amnistía general”. Con motivo de la jornada de la oración, los talibanes hicieron un nuevo llamado a la unidad nacional este viernes y pidiendo a los imanes a que convenzan a los afganos de no abandonar el país. ´

Pero también este viernes, cuando buscaban a un periodista de Deutsche Welle –desde el medio alemán se asegura que los talibanes están haciendo redadas domiciliarias-, los integristas islámicos acabaron con la vida de un familiar cercano del reportero. Una persecución que desmiente las recientes promesas de respeto a la labor de la prensa por parte de los talibanes. El director general del ente alemán, Peter Limbourg, advertía que “es evidente que los talibanes están llevando a cabo búsquedas organizadas de periodistas, tanto en Kabul como en las provincias. Se nos acaba el tiempo”.

“Los talibanes nos garantizaron que tendríamos seguridad. Acaban de tomar el poder. Pero en el futuro, cuando formen su gobierno, veremos que restricciones imponen”, avisa Khushal Asefi, vicepresidente del medio afgano Ariana Radio & Television Network.

“Dos días de baño de sangre”

A la lista de víctimas de los talibanes han de sumarse ahora los integrantes de la etnia hazara, minoría de habla persa que habita en las regiones montañosas del centro de Afganistán. Tras las toma de la provincia de Ghazni el pasado mes de julio, los fundamentalistas asesinaron a nueve personas del citado grupo étnico, según denunció ayer Amnistía Internacional. Por un lado, como ocurría en las últimas horas, los talibanes presumían de proteger a la minoría chiita de Afganistán en sus celebraciones de la Ashura. Por otro lado, no tienen reservas a la hora de imponer su nuevo orden con el terror, como ha vuelto a ocurrir en un nuevo ataque contra la tradicionalmente golpeada minoría hazara.

Según Amnistía Internacional, que confirma la “masacre” en “un baño de sangre de dos días” con testigos en el terreno, los fundamentalistas mataron a seis personas a tiros y a otras tres después de haber sido torturadas. “La brutalidad y sangre fría de estos asesinatos recuerda el historial de los talibanes y es un espantoso indicador de lo que podría suceder con el Gobierno talibán”, lamentaba la secretaria general de la ONG Agnès Callamard.

La organización avisa además de que los “brutales asesinatos” pueden ser solo una “mínima fracción” del total de crímenes perpetrados por los fundamentalistas en su reciente ofensiva hacia Kabul. Una represión de la que Naciones Unidas ha dado cuenta ya en las últimas jornadas. “Quienes ocupan posiciones importantes en el Ejército, la Policía o unidades de investigación están especialmente en peligro”, según un informe del Centro Noruego de Análisis Globales para la ONU. El documento advertía de la intensificación de las persecuciones contra quienes trabajaron o colaboraron con los países de la OTAN.

Por otra parte, los integristas tienen cada vez menos reparos en mostrarse públicamente con su flamante botín de armamento de origen estadounidense. Con motivo del Día de la Independencia, los talibanes difundieron una serie de fotografías -tomadas en la ciudad de Qalat, provincia de Zabul, al este del país- de comandos posando con fusiles M16 y con vehículos blindados MRAP.

Las evacuaciones se intensifican en medio del caos

Entretanto, ante el temor de que el nuevo régimen deje de cooperar con las autoridades estadounidenses, las embajadas internacionales intensifican las evacuaciones en las últimas horas. Más de 18.000 personas han podido salir en avión desde la toma de Kabul por parte de los talibanes el pasado domingo, según datos recabados por Reuters.

“Es casi imposible alcanzar el aeropuerto. La situación empeora con el paso de las horas, cada vez hay más personas apostándose en los accesos. Gente que tiene la documentación exigida no puede pasar”, avisaba en un tuit el corresponsal afgano de la agencia EFE Baber Khan Sahel. Miles de personas se siguen agolpando en los aledaños del aeródromo, donde se viven escenas dramáticas como las de padres lanzando a sus bebés a los brazos de los soldados estadounidenses al otro lado de los muros del aeropuerto.

Con el paso de los días aumenta la desesperación y el miedo entre la población ante el regreso de una formas rigoristas de gobierno y justicia que ya conocen. No es el único temor: al colapso político puede acompañarle el económico. La suspensión de la ayuda extranjera puede asestar un golpe definitivo al Estado afgano e intensificar la dependencia de los talibanes de la economía criminal.