AlQaeda-Daesh

Afganistán: los yihadistas, a palos entre ellos

El Estado Islámico recela del triunfo de los talibanes en el país centroasiático porque creen que han perdido su “califato”

Cartel del estado Islámico que simboliza la colaboración talibán con la CIA. "Afganistán, entre dosplanes" dicen en referencia a un complot contra ellos
Cartel del estado Islámico que simboliza la colaboración talibán con la CIA. "Afganistán, entre dosplanes" dicen en referencia a un complot contra ellosJMZAFGA

El editorial publicado anoche por el Estado Islámico (Daesh, Isis) en su revista oficial, augura un duro enfrentamiento en el futuro entre esta banda yihadista y el movimiento talibán, que ha alcanzado el poder en Afganistán. El choque entre ambas facciones yihadistas ya existía, pero, según todos los indicios, ahora se va a recrudecer.

Para Isis, que perdió a manos de la Coalición Internacional (encabezada por los EE.UU.), los territorios que había conquistado en Irak y Siria, resulta muy duro contemplar la “victoria” obtenida por los talibanes (con Al Qaeda en la sombra) sobre los norteamericanos sin disparar prácticamente ni un tiro. Ellos perdieron lo que tenían y los talibanes han recuperado lo que les fue arrebatado hace 20 años. Es la victoria sobre la derrota y, para Isis, algo insufrible.

Desde que tuvieron conocimiento de las conversaciones de Doha entre los talibanes y los norteamericanos, Daesh, que se olía la “tostada”, fue incrementando su actividad terrorista en la “wilaya” (provincia) de Khorasan (Afganistán). Sus objetivos eran los habituales contra las minorías étnicas y religiosas, pero quedaba claro que la estrategia global era contra el movimiento talibán y sus aliados de Al Qaeda.

Isis protagonizó un gran acto de fuerza con el asalto a la prisión de Jalalabad (4 de agosto de 2020), de la que consiguieron liberar a decenas de sus compinches. Hubo bombardeos con cohetes katiuska contra Kabul. Lo importante era dejar claro que iban a disputar el poder a los talibanes, aunque no contaban con encontrárselos en el poder en tan poco tiempo.

Por eso, en el referido editorial señalan que todo ha sido un complot urdido por los talibanes-Al Qaeda con los EE.UU con el objetivo de perjudicar al Estado Islámico. Se presentan como víctimas porque les duele que los rivales hayan realizado un movimiento estratégico que los ha dejado descolocados. Y, por eso, son ahora más peligrosos. Intentarán hacer notar su fuerza, no sólo en Afganistán, sino en cualquier otra parte del mundo.

Es más que probable que se intensifique la lucha entre los talibanes y el ISKP (la franquicia de Daesh en la zona). Desde principios de 2021 hasta el 31 de julio, el ISKP se atribuyó la responsabilidad de 177 ataques, frente a los 84 atentados en 2020.

En mayo de este año, ISKP declaró una “guerra económica” al gobierno afgano. Los ataques se centraron en infraestructuras vitales, recursos energéticos, etcétera, con el fin de debilitar al Ejecutivo de Kabul. Al mismo tiempo, inició una campaña contra periodistas, con el asesinato de varios de ellos. Lo importante era hacerse notar, obtener repercusión mediática.

La “milicia apóstata” de los talibanes también fue objeto de atentados, una decena en los últimos meses. En un editorial publicado en junio pasado en su revista “Al Naba”, del que informó LA RAZÓN, ya apuntaban a lo que han dicho ahora: hay un complot de los talibanes, al Qaeda y los norteamericanos contra ellos. Hasta el portavoz del grupo, Abu Hamza Qurashi, animó al ISKP a continuar los ataques contra los talibanes.

El nuevo panorama afgano va a tener repercusiones internas y externas, con la continuación de la lucha entre las dos facciones yihadistas; y la exportación del terrorismo a otros países. Al Qaeda, porque va a contar con bases operativas; y Daesh, porque tiene que contrarrestar el posible incremento de la influencia en el mundo islámico de sus rivales.

Asimismo, vamos a asistir a una “peregrinación” hacia Afganistán de aspirantes a yihadistas. El efecto llamada que surgió con el Califato de Isis en 2014 se va a repetir ahora. Un Emirato Islámico como el de los talibanes, consolidado en su territorio, es un foco demasiado atractivo para los que aspiran a practicar el terrorismo contra los “cruzados infieles” (cristianos).