"Disputa Yabba Dabba"
¿Y si tu vecina vive en la casa de Los Picapiedra?
Una fan de la serie crea una vivienda inspirada en los dibujos en uno de los barrios de más nivel de Palo Alto
Florence Fang era fan de los Picapiedra. Tanto, que un día decidió comprar una casa cuya estructura le recordaba a la vivienda de Pedro y Vilma y decorarla entera, por dentro y por fuera, como la de los dibujos animados sesenteros de Hanna-Barbera. Sin dudarlo ni pedir permiso a nadie, se puso manos a la obra y creó una colorida vivienda en Hillsborough, uno de los barrios de más nivel de Palo Alto (California), con un enorme jardín en el que colocó varias esculturas enormes de dinosaurios, diversos objetos de la edad de piedra y hasta el famoso grito de Pedro de «Yabba Dabba Do» cubriendo una parte del césped. El resultado, según sus vecinos, fue una «monstruosidad muy visible» que les llevó a demandarla en 2017, alegando que violaba los códigos locales y alteraba el orden público del lugar. Pero esto no hizo recular a Fang, la magnate chino-estadounidense y antigua dueña del periódico «San Francisco Examiner», que no modificó la fachada de su casa ni retiró las esculturas de su propiedad, valorada en unos 3,5 millones de dólares. Es más, contratacó y demandó a Hillsborough por discriminación.
Según el abogado que representa al vecindario, se trata de una zona que se enorgullece de su ambiente rural, rodeado de madera y espacios verdes, y donde las normas implícitas hacen que todas las casas tengan más o menos la misma estética, creando un entorno agradable y consistente. Además, todos los residentes que quieran llevar a cabo modificaciones notables que alteren el orden establecido, sea cual sea la temática, tienen que pedir un permiso especial antes de instalar esculturas, realizar obras en la fachada o modificar el jardín. El caso, conocido como la «disputa yabba dabba», se cerraba esta primavera a favor de Fang, a quien Hillsborough tendrá que pagar 125.000 dólares a cambio de que retire la demanda contra el vecindario. La multimillonaria, por su parte, tendrá que solicitar los permisos de obra pertinentes, más por protocolo que por otra cosa, porque Hillsborough se ha comprometido a modificar las normas de construcción imperantes para aprobar las remodelaciones y acoger las esculturas de tiene en el exterior de su casa.
Si el barrio creía que con esto pondría punto y final a los deseos extravagantes de su vecina, se equivocaban. Porque Fang pretende seguir sumando figuras y reformas que parecen ir más allá de la estricta temática de Los Picapiedra y que ahora incluyen también extraterrestres (como el que se aprecia sobre el buzón de la casa), una escultura de bronce del mismísimo Bigfoot o una jirafa de piedra que se alza entre los numerosos dinosaurios del jardín.
La propiedad de Fang se ha convertido en una atracción turística de la zona, algo que en un principio frustraba a su propietaria por la falta de privacidad, pero que ha terminado haciéndola muy feliz, según ha declarado en más de una ocasión a los medios. Nadie vive inmediatamente delante ni detrás de la casa más estrafalaria de Palo Alto y hasta la propia Florence Fang reside en su vivienda de siempre un poco más lejos, en el mismo barrio de Hillsborough. Lo hace sólo por «por motivos de seguridad».
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