En la sombra

Akhundzada, el líder supremo de los talibanes, reaparecerá en Kandahar para anunciar nuevo gobierno

Es la primera vez que los insurgentes revelan la ubicación y presencia de su máximo líder en un lugar concreto

A Hibatullah Akhundzada se le atribuye desde la victoria talibán haber ordenado la amnistía general para quienes trabajaron para la anterior administración afgana
A Hibatullah Akhundzada se le atribuye desde la victoria talibán haber ordenado la amnistía general para quienes trabajaron para la anterior administración afganaSTRINGERREUTERS

El líder supremo de los talibanes, el mulá Hibatullah Akhundzada, se encuentra en la provincia de Kandahar, cuna del movimiento en el sur de Afganistán para anunciar –se espera una aparición pública de manera inmediata- la composición del nuevo gobierno.

Pasadas dos semanas desde su entrada triunfal en Kabul y en un discreto segundo plano desde que los yihadistas del Daesh entraran violentamente en escena en la capital, los fundamentalistas continúan trabajando en la formación de su primer gabinete, que prometieron “islámico e inclusivo” y aseguran estará listo antes de que se complete la salida definitiva de las tropas extranjeras.

A Hibatullah Akhundzada –cuya aparición ante las cámaras rompería una clandestinidad de dos décadas- se le atribuye desde la victoria talibán haber ordenado la amnistía general para quienes trabajaron para la anterior administración afgana y colaboraron con las fuerzas extranjeras.

Es la primera vez que los talibanes revelan la ubicación y presencia de su líder supremo en un lugar concreto desde que fueran derrocados por las fuerzas de la Alianza Atlántica en 2011. Durante años, el Gobierno de Afganistán y sus aliados internacionales repitieron que los mandos insurgentes, incluido su líder supremo, se escondían en ciudades pakistaníes, sobre todo en Quetta (capital de Baluchistán). Un extremo que los fundamentalistas islámicos no han dejado de desmentir tampoco, pues aseguran que sus líderes nunca abandonaron Afganistán y que el propio Hibatullah Akhundzada –al que se dio por muerto- se ha desplazado por distintas provincias del país en los últimos años.

“Se están realizando consultas y esfuerzos para la formación del nuevo sistema. Próximamente seremos testigos de la formación de un nuevo gobierno”, anunció el portavoz talibán Bilal Karimi. Otros líderes del movimiento se han desplazado a la citada provincia en lo que parece ser parte del proceso de consultas que los talibanes están llevando a cabo para la constitución del primer gabinete de su nuevo emirato integrista. El propio mulá Abdul Ghani Baradar Akhund, jefe de la oficina política de los talibanes en Qatar y cofundador del grupo, se encuentra también en Kandahar desde la semana pasada.

Un misterioso y respetado líder

El mulá Hibatullah, de 60 años y natural de Kandahar, es el tercer líder supremo de los talibanes, designado en 2016 con el objetivo de reunificar el movimiento solo días después de que su predecesor, Akhtar Muhammad Mansour, fuera abatido por drones estadounidenses en la provincia pakistaní de Baluchistán.

Hijo de un teólogo, su respeto y popularidad entre los talibanes se deben a su conocimiento de la ley y la jurisprudencia islámica, debidas en parte al hecho que el actual líder supremo de los talibanes dirigió el poder judicial durante los años del movimiento en el poder (1996-2001). Uno de sus mayores logros es haber mantenido la cohesión y unidad del grupo en años difíciles para el movimiento. Para ciertos analistas, con todo, su liderazgo es más simbólico que operativo.

Poco se conoce de la vida y desempeños cotidianos del nuevo líder, pues solo circulan de él unas pocas imágenes en las que luce una barba negra y larga y apenas rompe su silencio –con mensajes grabados en audio y escritos- en vísperas de la fiesta musulmana del Aid. En las últimas horas se ha divulgado en las redes una fotografía en la que posa sonriente, sentado sobre una alfombra, ante una biblioteca que se sitúa en algún lugar de Kandahar.

En todo caso, el misterio que rodea la figura de Hibatullah Akhundzada es habitual entre los mandos talibanes. El mítico mulá Omar, fundador del grupo, mantuvo una discreta existencia de ermitaño lejos de la capital durante los años en que los insurgentes mandaron en Kabul.

El rebelde Panjshir, sin comunicaciones

Entretanto, en la provincia de Panjshir, único reducto antitalibán hasta el momento, los vecinos denuncian que los fundamentalistas han interrumpido las comunicaciones desde hace dos días, según recogía el medio local Tolo News. “Todos mis familiares y amigos viven en Panjshir. Por desgracia, por una parte la carretera a la provincia desde Kabul está cerrada y por el otro las redes de comunicación ya no funcionan”, lamentaba un vecino de la capital, en declaraciones citadas por el medio digital afgano. Ningún responsable talibán se ha manifestado al respecto.

Aunque el Frente de Resistencia, liderado por Ahmad Massoud -hijo del mítico señor de la guerra conocido como el ‘León de Panjshir-’, se proclama alzado en armas frente a los talibanes, lo cierto es que no se han registrado enfrentamientos violentos desde que los insurgentes tomaran el poder el pasado 15 de agosto. Los talibanes tratan en las últimas jornadas de integrar en el nuevo poder a la resistencia para lograr la pacificación territorial completa al igual que al mayor número de representantes de las distintas tribus y grupos étnicos que componen el mosaico afgano.

Si la situación permanece tranquila en las montañas de Panjshir, a punto de marcharse las últimas tropas extranjeras en Kabul las fallas del sistema de seguridad talibán han quedado en evidencia con el atentado del jueves en una de las entradas al aeropuerto internacional –en el que murieron al menos 175 personas y decenas resultaron heridas- y las tentativas frustradas por las fuerzas estadounidenses desde entonces. Miles de personas siguen aguardando en Kabul, cada vez con menos esperanzas, poder escapar del nuevo Afganistán.