Afganistán

Las diferencias retrasan la formación del primer Gobierno talibán

El mulá Abdul Ghani Baradar, líder del brazo político y cofundador del grupo, se perfila al frente del Ejecutivo

Las fuerzas talibanes patrullan frente al aeropuerto internacional Hamid Karzai en Kabul
Las fuerzas talibanes patrullan frente al aeropuerto internacional Hamid Karzai en KabulSTRINGERREUTERS

Las divisiones en el liderazgo del movimiento talibán y el proceso de integración de los distintos grupos étnicos y tribus, además de las figuras del anterior régimen, han vuelto a retrasar este viernes el anuncio de la composición definitiva del primer Gobierno del nuevo Emirato Islámico de Afganistán.

Parece seguro, eso sí, que el cofundador del movimiento y jefe de la oficina política talibán en Qatar, el mulá Abdul Ghani Baradar liderará el gabinete encargado de la gestión cotidiana, aunque el ejecutivo contará por encima un consejo de gobierno. Y, sobre ambos, estará el líder supremo (emulando a la autocracia iraní): Haibatullah Akhunzada.

Acompañarán a Baradar previsiblemente al mulá Mohammad Yaqoob, hijo del mítico mulá Omar, y Sher Mohammad Abbas Stanekzai, según reportaba el medio afgano Tolo News. Entre las dificultades que el grupo está teniendo para cerrar su estructura de poder se hallan las diferencias personales entre figuras como los citados Akhundzada y Baradar y otras como Sirajuddin Haqqani, líder de la poderosa facción homónima.

“Todos los líderes se encuentran ya en Kabul, donde se prepara la fase final antes del anuncio del nuevo Gobierno”, aseveró un mando talibán a la agencia Reuters en condición de anonimato. Según el portavoz principal de los talibanes Zabiullah Mujahid, hoy sábado se conocerá al fin la composición del gabinete ministerial que, a tenor de las promesas de los propios portavoces talibanes, será “inclusivo e islámico”. La gran incógnita es conocer cómo compatibilizarán en la práctica la supuesta magnanimidad –los insurgentes prometieron una amnistía- y el respeto a las libertades y los derechos de los afganos con la única ideología y praxis que anima al grupo: la ley islámica o sharía.

Desde Qatar -el emirato es el otro gran apoyo del nuevo régimen talibán-, se ha expresado este viernes la esperanza de que se abran “corredores humanitarios” en Afganistán en un plazo de 48 horas para que la ayuda internacional pueda entrar en el país a través del aeropuerto de Kabul y otros aeródromos.

Por su parte, Naciones Unidas anunciaba ayer el restablecimiento de los vuelos humanitarios a distintos puntos de Afganistán, concretamente entre la capital pakistaní Islamabad y Mazar-i-Sharif, al norte del país, y Kandahar, al sur. La ONU ha reiterado sus advertencias sobre la “catástrofe humanitaria” en ciernes al tiempo que decenas de miles de afganos abandonan sus casas estos días en dirección a las distintas fronteras terrestres del país centroasiático para tratar de escapar.

En la larga espera hacia el anuncio del Gobierno -los talibanes recuperaron fulgurantemente la capital afgana el pasado 15 de agosto-, las mujeres incrementan en las últimas horas el tono de su desacuerdo con la intención indisimulada de los talibanes de excluirlas de funciones ministeriales. Este viernes un grupo de mujeres se manifestó en las calles de Kabul para volver a reclamar su inclusión en las tareas de gobierno y administración.

“Ninguna sociedad progresa sin el papel activo de las mujeres”, aseguró ayer la activista Tarannom Saeedi en declaraciones recogidas por Tolo News. “Queremos trabajar como los hombres bajo la ley islámica”, demandaba Razia, otra activista. La marcha de este viernes en Kabul sucede a las registradas en la ciudad de Herat y en la propia capital afgana. Mientras la población femenina se manifestaba en Kabul, los talibanes impedían a otras mujeres la posibilidad de concentrarse para protestar en otras partes de la capital, según recogía el citado medio afgano.

Con las mujeres exigiendo la inclusión y el respeto a sus derechos prometidos por los talibanes en sus primeras jornadas al frente de los destinos de Afganistán, el régimen fundamentalista recibía este viernes el apoyo expreso de Pekín. No en vano, el portavoz talibán Zabihullah Mujahid aseguraba en declaraciones al diario italiano ‘La Repubblica’ este jueves que, suspendida la ayuda internacional, la insurgencia y el nuevo Estado dependen en estos momentos de la financiación procedente del gigante asiático.

Por su parte, el régimen comunista aplaude que los insurgentes se han comprometido a proteger los intereses chinos. El régimen comunista, que anuncia un incremento de la ayuda humanitaria a Afganistán, mantendrá su Embajada en Kabul. “Los talibanes nunca permitirán que ninguna fuerza utilice el territorio afgano para amenazar los intereses de China y tomará medidas para garantizar la seguridad de las agencias y el personal chino en Afganistán”, aseguraba este viernes el responsable talibán para cuestiones internacionales Suhail Sahi.

Asimismo, el jefe de la oficina política talibán en Qatar daba cuenta ayer de las conversaciones mantenidas por uno de los principales líderes de la insurgencia, Mohamad Abbas Stanekzai, con el representante británico para la transición afgana, Simon Gass, y el embajador alemán en Afganistán, Marcus Potzl, para abordar la situación que vive el país de Asia Central. Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin, expresó su deseo de que los talibanes sean “civilizados”.