Control absoluto

Los talibanes conquistan Panshir, el único feudo de la resistencia

A pesar de las alocuciones, nada se sabía ayer del paradero físico de Masud ni de la otra figura destacada de la resistencia, el ex vicepresidente del Gobierno afgano Amrullah Saleh

Los talibanes celebraron este lunes la victoria contra la resistencia de la provincia de Panshir, único territorio que aún no estaba en manos de los fundamentalistas tres semanas después de su entrada fulgurante en Kabul. Con el triunfo frente a las fuerzas del Frente Nacional de Resistencia (FNR), denominación de la milicia comandada por Ahmad Masud,los integristas dan por completada la reconquista de Afganistán veinte años después de ser derrocados por las fuerzas de la OTAN.

“Con esta victoria nuestro país ha salido completamente del cenagal de la guerra”, aseguraba ayer con un símil el principal portavoz talibán, Zabihullah Mujahid. Los militantes del grupo fundamentalista divulgaron ayer en las redes sociales videos y fotografías que confirmarían su triunfo en Panshir, incluidas imágenes de militantes talibanes en la sede del gobierno provincial.

“La provincia de Panshir, como último escondite del último enemigo en huida, fue conquistada anoche y hoy las fuerzas del Emirato Islámico de Afganistán están activamente presentes en ella”, remataba Mujahid. El portavoz talibán avisó de que cualquier insurgencia futura será “golpeada con fuerza” y considerada “enemiga” del régimen.

En el valle de Panshir, situado a unos 125 kilómetros al norte de Kabul, residen entre 150.000 y 200.000 personas. El abrupto territorio fue ya centro de la resistencia durante la ocupación soviética de Afganistán en los años 80 y en el primer período de los talibanes en el poder (1996-2001).

La resistencia promete “continuar la lucha”

Pero el FNR se negaba a darse por derrotado y llamaba a los suyos a seguir combatiendo en las montañas del valle de Panshir. En un mensaje de audio divulgado en su perfil de Facebook, Masud aseguraba estar presente aún “en posiciones estratégicas” -en Panshir y en el distrito de Andarab en la vecina provincia de Baghlán- y prometía que “la lucha contra los talibanes continuará”.

“Mis compatriotas, dondequiera que estéis, dentro o fuera, os llamo a comenzar un levantamiento nacional por la dignidad, libertad y prosperidad de nuestro país”, instaba el hijo del mítico señor de la guerra Ahmad Shah Masud. El caudillo de la resistencia aseveraba este lunes que los talibanes cuentan en la ofensiva por Panshir con el apoyo de “fuerzas extranjeras”, acusaba a la comunidad internacional de haber legitimado al nuevo régimen y admitía bajas en sus filas, incluidos miembros de su familia.

A pesar de las alocuciones, nada se sabía ayer del paradero físico de Masud ni de la otra figura destacada de la resistencia, el ex vicepresidente del Gobierno afgano -quien se adhirió a la oposición armada tras la entrada en Kabul de los fundamentalistas- y autoproclamado presidente Amrullah Saleh.

Desde la vecina Irán se llamaba ayer a la resolución del conflicto en Panshir por medio del diálogo. “Condenamos con fuerza la ofensiva de anoche. El martirio de los líderes afganos es profundamente lamentable y triste. Estamos ya investigando la posibilidad de que haya habido una intervención extranjera”, expresó el portavoz del Ministerio iraní de Exteriores Saeed Khatibzadeh. Los talibanes no tardaron en negar la existencia de apoyo desde el exterior. “El Emirato Islámico tiene fuerzas suficientes para resolver la cuestión de Panshir y no ha necesitado ningún apoyo extranjero”, replicaba Anaamullah Samangani, miembro de la comisión cultural talibán, en declaraciones recogidas por el sitio web afgano Tolo News.

Por otra parte, este mismo lunes los fundamentalistas llamaron a los antiguos miembros de las fuerzas armadas afganas a integrarse en el nuevo ejército talibán. “Pediremos a las fuerzas afganas que trabajaron en los últimos 20 años que se unan a los departamentos de seguridad junto a los talibanes”, instaba el vocero principal de los integristas Zabihullah Mujahid ante los medios en Kabul.

Ninguna duda hay ya de que la comunidad internacional tendrá que lidiar con el régimen talibán, que hasta ahora ha tratado de mostrar una imagen de moderación y magnanimidad. El secretario de Estado de Estados Unidos Antony Blinken viajará en las próximas horas a Qatar para discutir en el emirato del Golfo -aliado del nuevo régimen talibán- el futuro de Afganistán una semana después de la partida definitiva de las tropas de su país. Posteriormente se dirigirá a Alemania para continuar abordando la cuestión con las autoridades germanas.

Además, desde Estados Unidos el principal republicano en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes Michael McCaul aseguraba ayer -citando informes clasificados- que los talibanes están impidiendo afganos en el aeródromo de la ciudad de Mazar-i-Sharif el despegue de aviones en los que tratan de abandonar el país los últimos ciudadanos estadounidenses y aliados afganos. Según el representante republicano, la razón estriba en que el nuevo régimen espera en estos momentos el pleno reconocimiento por parte de Estados Unidos.

Entretanto, los fundamentalistas siguen sin desvelar -a pesar de que haber advertido de lo inminente del anuncio en varias jornadas consecutivas- la composición definitiva del primer Gobierno del nuevo Emirato Islámico de Afganistán. La integración de tribus y grupos étnicos, las rivalidades entre los distintos líderes y facciones dentro del movimiento talibán y la operación bélica en Panshir han retrasado la constitución del gabinete, que los integristas han prometido reiteradamente que será “inclusivo”. Todo apunta a que el Ejecutivo compartirá poder con un consejo de gobierno compuesto por un reducido número de líderes. Por encima de ellos -y emulando al régimen de los ayatolás de la vecina Irán- se situará previsiblemente un líder supremo.