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Marruecos elige en las urnas el futuro de los islamistas

Las estimaciones de los expertos avanzan una regresión de los islamistas del PJD y el triunfo de los liberal-conservadores del RNI

Algo menos de 18 millones de marroquíes inscritos en el censo –voluntario y no universal- eligieron ayer a sus representantes en la cámara baja del Parlamento –de la que, a su vez, saldrá el Gobierno- y en las corporaciones locales y regionales en un ambiente marcado por las fuertes restricciones de carácter sanitario, el deterioro económico y social y la apatía generalizada por el proceso electoral. Precisamente la idea de reunir la triple cita con las urnas en una misma jornada –y celebrarlas un miércoles y no, como es norma, en viernes- tiene como objeto tratar de estimular la participación.

Al cierre de esta edición el único dato oficial era el de la participación a las 12.00 del mediodía, un 12%; cifra similar a la de los últimos comicios legislativos a esa hora. En las elecciones parlamentarias de 2011, en medio de la efervescencia de la Primavera Árabe, participó un 45,4% del censo -4,7 millones de personas- y en las de 2016 apenas un 42,3% del censo -5,7 millones de votantes. Recordemos que en torno al 25% de los ciudadanos mayores de 18 años no figuran en censo –que se ha incrementado en esta ocasión en algo más de 1,8 millones de personas-, por lo que la abstención real es mayor que el porcentaje oficial. Se espera que los primeros resultados oficiales se conozcan a lo largo de la jornada de hoy.

Según los expertos, la nueva Cámara de Representantes, con sus 395 escaños, estará más fragmentada que hasta ahora merced a la nueva ley electoral, aprobada este año a instancias directas del Ministerio del Interior. Una de las consecuencias previsibles del nuevo cálculo de representación

es que los grupos parlamentarios serán más exiguos –de manera habitual ninguna formación tiene la mayoría suficiente para gobernar en solitario. El grupo más castigado será previsiblemente el del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD), mayoritario en la cámara baja del Parlamento marroquí en las elecciones legislativas de 2011 y 2016 y principal formación en el Gobierno de coalición.

Previsible retroceso islamista

Si la estimación es que el partido dirigido por el primer ministro Saadeddine El Othmani retrocederá –no en vano la formación presentó un 50% menos de candidatos locales respecto a las elecciones de 2015-, se espera el ascenso –y victoria- del Reagrupamiento Nacional de Independientes (RNI), formación de corte liberal-conservador que preside el empresario –la mayor fortuna de Marruecos, según la revista Forbes- Aziz Akhannouch. Su nombre suena como casi inevitable primer ministro del nuevo Ejecutivo.

La fuerte inversión publicitaria de la formación, sobre todo en redes sociales –las medidas sanitarias redujeron al mínimo en número de mítines y actos electorales presenciales, dejando una campaña descafeinada-, ha sido duramente criticada por los islamistas y la oposición. Ante la ausencia de sondeos de opinión, el principal termómetro de la nueva tendencia electoral fueron las elecciones a las cámaras profesionales celebradas el pasado mes de agosto, en las que el RNI se impuso con un porcentaje del 27,6% de los votos.

La jornada de este miércoles 8 septiembre histórico en la historia de la democracia marroquí transcurrió en un ambiente de normalidad, sin aglomeraciones en los colegios ni incidentes dignos de mención en el operativo electoral a lo largo y ancho del país. La noticia más destacada de las últimas horas tiene como protagonista al ex primer ministro Abdelillah Benkirane (2011-2017), quien se veía obligado a ser atendido de urgencia en una clínica de Rabat en la noche del lunes al encontrarse indispuesto. La figura del veterano político islamista –enfrentado con la dirección de su partido, el PJD- saltaba a los medios en los últimos días de campaña al dirigir en un video –que se hizo pronto viral y ponía el broche de sal a unas vísperas electorales anodinas- una diatriba contra el candidato del RNI Aziz Akhannouch.

En el citado video, Benkirane asegura que si su formación no resulta triunfadora en los comicios Marruecos puede ser escenario de “un regreso a la Primavera Árabe”, evento histórico de cuyos ecos en el país magrebí –despertar del activismo pro democrático juvenil, ascenso islamista, aprobación de una nueva Constitución- se cumple ahora una década.