Europa

Jonas Gahr Støre

La izquierda gana las elecciones en Noruega tras ocho años de hegemonía conservadora

La división sobre el futuro del sector petrolero marcará las negociaciones de coalición entre los socialdemócratas y sus aliados centristas y socialistas

Jonas Gahr Store ha recuperado para los socialdemócratas noruegos el Gobierno tras una travesía en al oposición de ocho años.
Jonas Gahr Store ha recuperado para los socialdemócratas noruegos el Gobierno tras una travesía en al oposición de ocho años.Javad ParsaEFE

Amarga victoria para Jonas Gahr Støre, el líder socialdemócrata noruego. La izquierda ha derrotado a los conservadores de la primera ministra, Erna Stolberg, tras ocho años en la oposición, pero su partido cosecha el peor resultado en veinte años. Según el sondeo a pie de urna de televisión pública NRK, los socialdemócratas lograrían el 26% de los votos, un 1,6 puntos menos que en 2017.

A Støre, un millonario de 61 años que sobrevivió a un atentado talibán en Afganistán hace trece años, le corresponderá ahora la tarea de negociar una coalición de Gobierno con sus socios preferentes, el Partido del Centro y el de la Izquierda Socialista. El bloque de izquierdas contará con 102 de los 189 diputados del “Storting” (Parlamento), frente a los 66 que sumaría el bloque de la derechas. “Si hay una mayoría, hemos dicho bien claro cuál es nuestro plan A. De lo contrario, tenemos mucho tiempo para hablar con otros partidos”, explicó Støre.

Desde el bloque azul, Solberg, la primera ministra conservadora que más tiempo ha permanecido en el poder en la historia de Noruega, parece no haber sido capaz de rentabilizar electoralmente el haber capitaneado con éxito el país durante sus dos mandatos consecutivos a través de la crisis de refugiados, la caída de los precios del petróleo y la pandemia de coronavirus. Noruega es el país con menos muertos por covid en términos per cápita tras el Vaticano e Islandia.

Tras reconocer su derrota y felicitar a Store, la primera ministra saliente, apodada “Erna de hierro” defendió el legado de sus dos mandatos consecutivos y consideró que hubiera sido un milagro que el bloque burgués hubiera conseguido un tercero este lunes. “Estoy increíblemente orgullosa de lo que he logrado durante estos ocho años”, proclamó Solberg antes de apunta, sin embargo, que “como se ve el resultado ahora, es el deseo de los votantes que otros partidos gobiernen Noruega en el futuro”.

Los conservadores retrocederían hasta el 21%, pero peor suerte han deparado las elecciones a sus tradicionales socios. La derecha populista del Partido del Progreso (FrP), fue duramente castigada y cayó hasta el 11,7%, su peor resultado desde 1993. Mientras que cristiano demócratas y liberales rozan el 4% necesario para entrar en Parlamento, con el 4,1% y el 3,8%, respectivamente.

El cambio climático y el futuro del sector petrolero, la primera industria de Noruega, el mayor productor de hidrocarburos de Europa occidental, ha marcado la campaña electoral y amenaza con dificultar las negociaciones de coalición.

En las urnas, no estaba solo en juego quién gobernará Noruega los próximos cuatro años, sino el destino del sector que ha hecho rico al país nórdico desde que a finales de los sesenta se descubrieron los primeros pozos de crudo en el mar del Norte. En Noruega, el sector petrolero representa el 14% del PIB, más del 40% de las exportaciones y 160.000 empleos directos. Además, sus beneficios han permitido a los noruegos atesorar el mayor fondo soberano del mundo, cifrado en 1,2 billones de euros.

Excepto para la ultraderecha, defensora a ultranza del “lobby” petrolero, todos los partidos son conscientes de que Noruega debe acabar con la contradicción de extraer el oro negro, mientras, al mismo tiempo, promueve los coches eléctricos y las energías limpias. Pero romper este círculo vicioso divide a los partidos. Mientras que socialdemócratas y conservadores abogan por un progresivo abandono de la extracción del petróleo, las pequeñas formaciones quieren ir más rápido. Los Verdes incluso quieren poner fin a las prospecciones petrolíferas ahora y la extracción de hidrocarburos en 2035.

Los socialdemócratas, en cambio, prometen una política industrial más intervencionista que canalizará el apoyo a las nuevas industrias verdes, como la energía eólica, el “hidrógeno azul”, que utiliza el gas natural para producir un combustible alternativo, y la captura y almacenamiento de carbono, que pretende enterrar el dióxido de carbono bajo el océano.

“La demanda de petróleo está en declive. Esto ocurre por sí mismo, por la ley del mercado. No hay que decretarlo, sino tender puentes hacia futuras actividades”, explica el portavoz de energía de los socialdemócratas, Espen Barth Eide. “Seguiremos teniendo actividades petroleras, pero tenemos que admitir que los mejores años petroleros han quedado atrás”, reconocía a la agencia France Presse.

Hasta el viernes, 1,6 de los 3,9 millones de noruegos convocados a las urnas había ejercido su voto por adelanto, un 42,3% del electorado, lo que anticipaba un rápido recuento en la noche electoral.

Con la victoria de Støre, Noruega deja de ser la excepción en una península escandinava dominada por la socialdemocracia, que, sin embargo, ya está lejos de de ser el partido hegemónico que fue en el siglo XX y lucha por mantener su poder en unos sistemas de partidos cada vez más polarizados.