Sentencia
Wayne Couzens, el policía que “violó, estranguló y quemó” a Sarah Everard, condenado a cadena perpetua
El oficial se enfrentó a la familia de la joven en el juicio de un suceso que conmocionó al Reino Unido
El agente de la Policía Metropolitana de Londres, Wayne Couzens, ha sido condenado a cadena perpetua sin revisión por el asesinato el pasado 3 de marzo de Sarah Everard, de 33 años y que conmocionó al Reino Unido.
Nacido en diciembre de 1972, Couzens vivió con su esposa durante 16 años en Deal, Kent, con la que formó una familia y tuvo dos hijos. El oficial se unió a la Policía Especial de Kent en 2002 y se trasladó a la Policía Nuclear Civil en 2011. En 2018, entró en la Policía Met.
Tras la muerte de la mujer, compareció ante un tribunal de la Corte de Magistrados de Westminster, al ser acusado de raptar y asesinar a la joven. Él no ayudó a encontrar su cuerpo, y tampoco facilitaba el trabajo de la policía. Couzens inventó a una gran cantidad de mentiras durante la investigación, tales como que se trataba de un crimen organizado o que su familia había recibido amenazas.
“No tenía más remedio que secuestrarla (a Sarah Everard) y entregarla a un grupo de personas peligrosas de Europa del Este después de intentar estafar a una de sus prostitutas”, dijo en una de las ocasiones.
Pero Couzens acabó admitiendo el secuestro, violación y asesinato de la ejecutiva de marketing. El oficial de policía había “planeado durante mucho tiempo llevar a cabo una agresión sexual contra una víctima aún por ser seleccionada”. El agente estuvo, al menos, viajando durante un mes desde Deal hasta Londres para estudiar la mejor manera de cometer sus crímenes. Varios días antes del ataque, reservó un coche de alquiler (el que usaría para el secuestro), y después de un turno de 12 horas en la embajada de Estados Unidos, salió de “caza”.
“Ha dañado irremediablemente la vida de la familia y los amigos de Sarah Everard; ha erosionado la confianza que el público tiene derecho a tener en las fuerzas policiales de Inglaterra y Gales. No he visto ninguna evidencia de arrepentimiento genuino de su parte en contraposición a la evidente autocompasión y sus intentos de evitar o minimizar las consecuencias adecuadas de lo que ha hecho”, dijo el juez del caso.
El oficial de protección diplomática y parlamentaria usó una tarjeta de orden de emisión de la Policía Metropolitana para engañar a su víctima, haciéndole creer que la asesinaba por violar las restricciones y medidas contra el coronavirus. Tras esposarla antes de meterla en el coche y alejarse a otra zona, la violó, estranguló con su cinturón y asesinó. El cuerpo de la joven no sería encontrado hasta una semana después, en un arroyo del bosque, a pocos metros de la propiedad de Couzens.
Ayer, se enfrentó a la familia de Everard en el juicio ante el tribunal, al que fue en persona. Su padre, Jeremy, exigió que Couzens lo mirara mientras le decía al asesino que nunca podría perdonarlo por haberse llevado a su hija, mientras que su madre, Susan, dijo que estaba “atormentada” al pensar en lo que había soportado su “preciosa niña”. “Repaso la secuencia de eventos. Me pregunto cuándo se dio cuenta de que estaba en peligro de muerte”, dijo a la corte.
“Quemar su cuerpo fue el insulto final. Significaba que nunca más podríamos ver su dulce rostro y nunca despedirnos. “Nuestras vidas nunca volverán a ser las mismas. Deberíamos ser una familia de cinco, pero ahora somos cuatro. Su muerte deja un enorme abismo en nuestras vidas que no se puede llenar”.
“No hay palabras que puedan expresar completamente la furia y la tristeza que sentimos por lo que le sucedió a Sarah. Lo siento mucho”, comentó el juez.
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