Resurrección

Marruecos recupera la plaza de toros de Tánger

El coso de la antigua ciudad internacional se convertirá en un moderno espacio multiusos

Plaza de toros de Tánger
Plaza de toros de TángerAntonio Navarro

Tras medio siglo de abandono, la plaza de toros de Tánger disfrutará pronto de una nueva vida. El coso, inaugurado en agosto de 1950 –en el esplendor del Tánger internacional, donde residían unos 45.000 españoles-, será un moderno espacio multiusos que rendirá tributo a su pasado taurino. Ya han comenzado unos trabajos que se espera concluyan dentro de menos de dos años, toda vez que la estructura del edificio de hormigón armado se encuentra en buen estado.

“Nuestro proyecto de reconversión es un equilibrio entre los elementos arquitectónicos que revelar, subrayar y algunas notas contemporáneas inducidas por el nuevo programa, sin en ningún caso alterar el espíritu del lugar”, afirma a La Razón Younes Diouri, uno de los tres jóvenes arquitectos del estudio local YDA –junto a Hicham Khattabi y Jaouad Khattabi- que firma el proyecto de recuperación de la plaza y su entorno.

Símbolo de la cultura española en Tánger, la plaza de toros dejó de acoger festejos con la independencia de Marruecos en 1956, solo seis años después de su inauguración, aunque los toros volvieron puntualmente en 1970. Han sido la sensibilidad de las autoridades marroquíes, concretamente las de la región tangerina, las que han cambiado la suerte de la plaza. En 2016 el coso fue declarado monumento histórico nacional. “Teníamos en la cabeza recuperar la expresión arquitectónica original del edificio y renovarlo con el ladrillo natural rojo típico de la arquitectura española de la época, que estuvo oculto por un revestimiento que desnaturalizó la expresión de la construcción. Se trataba de devolverle sus letras de nobleza a un edificio ya cargado de historia”, explica Diouri.

El ruedo tangerino, cuyo arquitecto y primer empresario fue Francisco Rodríguez-Álvarez López, fue construida en apenas 14 meses por la empresa española Ingeniería y Construcción y tuvo capacidad para 13.000 espectadores. El proyecto estuvo participado por Moulay Ahmed Rissouni, uno de los jefes religiosos de Tánger y gobernador de Larache, ciudad perteneciente al Protectorado español.

Pisaron su ruedo –cubierto de albero de la localidad sevillana de Alcalá de Guadaíra- figuras del toreo y el rejoneo como Manuel Benítez ‘El Cordobés’, Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín, Miguel Báez ‘El Litri’ o Rafael Peralta. Por cierto: no fue la única plaza de Tánger. A finales del siglo XIX se construyó en las afueras de la ciudad el conocido como coso de El Mediar. Gracias al impulso de Rafael Ordóñez, hermano del ‘Niño de la Palma’ -bisabuelo de Francisco y Cayetano Rivera-, en los años 40 del pasado siglo se celebró un festival taurino en el estadio de Marchán y funcionó una escuela taurina junto al muelle.

Aunque Google nos despiste con sus mapas, no son las Arènes de Tanger sino la plaza de toros –o, como llaman en el árabe local sus vecino y al barrio entero, la blasa toro. “La plaza de toros de Tánger es un edificio faro y forma parte de la memoria colectiva de sus habitantes y de su identidad profunda”, resume uno de los tres arquitectos que devolverá su esplendor a ya eterno coso de la carretera de Tetuán. Amenazadas en España, quizás pronto podrían volver a celebrarse corridas de toros a este lado del Estrecho donde la cultura hispánica es querida y pervive. Inshallah