Italia

El fascismo divide al Gobierno de Mario Draghi

Los socialdemócratas del PD piden la ilegalización de Forza Nuova, mientras la Liga se muestra contraria y los de Berlusconi evitan pronunciarse

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La tregua política en Italia ha terminado. Los enfrentamientos el pasado sábado entre policía y manifestantes antivacunas, entre los que estaban infiltrados militantes de partidos nostálgicos del fascismo, han abierto una grieta en el Gobierno de Mario Draghi, que se enfrenta a su primer desafío político desde su nombramiento como jefe del Ejecutivo en febrero. El centroizquierda ha pedido la ilegalización de estas formaciones, mientras que el centroderecha rechaza condenar la matriz fascista de las violentas protestas, que convirtieron las calles de Roma en el escenario de una guerrilla urbana.

En la sede romana de Cgil, el principal sindicato italiano, todavía se aprecian los destrozos causados por el asalto de un grupo de manifestantes violentos, que protestaban por la extensión del certificado sanitario en los lugares de trabajo, que entrará en vigor el próximo viernes. Para mostrar su solidaridad, Draghi visitó ayer la sede del sindicato y se reunió con el secretario general, Maurizio Landini, quien interpretó la cercanía del primer ministro como “un mensaje particularmente significativo”.

El jefe del Ejecutivo no tardó en condenar la violencia contra el sindicato y el asalto poco después del servicio de urgencias del hospital Umberto I, donde fueron trasladados los heridos. “El derecho a manifestar las propias ideas no puede degenerar en actos de intimidación y agresión”, denunció Draghi el sábado en una escueta nota. Ahora el problema es cómo mediar entre la heterogénea mayoría que sostiene su gobierno, dividida entre quienes condenan sin matices la violencia y la ambigüedad de la Liga, que en el pasado ha asumido como propias las tesis de los antivacunas para rascar algunos votos y lleva en sus listas para las municipales romanas a varios exponentes del partido neofascista Casa Pound.

El Partido Demócrata (PD) presentó este lunes una moción para ilegalizar Forza Nuova y todas las formaciones neofascistas, algunas de las cuales se infiltraron entre los manifestantes. Enrico Letta recordó que el Gobierno podía disolverlas con un decreto, pero defendió su decisión de votar en la Cámara de los Diputados y en el Senado “porque creemos que es importante tener un amplio apoyo parlamentario”, dijo el secretario general de los socialdemócratas. Una propuesta que no cuenta con el respaldo del centroderecha.

“Si el Gobierno puede disolver las organizaciones subversivas ¿Por qué no lo ha hecho el PD que ha gobernado los últimos 10 años?”, se preguntó Francesco Lollobrigida, portavoz en la Cámara de los Diputados del partido liderado por Giorgia Meloni, el único que se mantiene en la oposición al Gobierno de unidad nacional de Draghi.

Rechazo de Salvini

Tampoco están dispuestos a apoyar la propuesta de los socialdemócratas Forza Italia y la Liga, que forman parte de la mayoría gubernamental. “Los partidos no se disuelven por decreto”, defendió Matteo Salvini, que ha descargado la responsabilidad de los disturbios en el Ministerio del Interior. El líder de la Liga anunció que no participará en la manifestación contra el fascismo convocada por los sindicatos el próximo sábado en Roma, un día antes de que se celebre la segunda vuelta de las elecciones a la alcaldía de la capital italiana, donde el candidato del centroderecha se enfrentará al candidato del PD. “Una manifestación el día antes del voto está fuera de la ley”, denunció.

No es la primera primera vez que los antivacunas se manifiestan en Italia en contra de las medidas aprobadas por el Gobierno para contener la pandemia, pero la violencia que se registró este fin de semana sorprendió a las autoridades italianas, que ahora temen un aumento de las protestas ante la entrada en vigor del certificado sanitario que obligará a todos los empleados del sector público y privado a estar vacunados o someterse a un test molecular para poder trabajar. Una polémica medida que fue aprobada con el beneplácito de los sindicatos.

Convocados por Telegram

Cerca de 10.000 personas se reunieron en el centro de Roma la tarde del sábado en una concentración autorizada convocada a través de Telegram por varios partidos ultraderechistas, fascistas y líderes del movimiento antivacunas. La situación degeneró cuando un grupo de manifestantes intentó forzar el cordón policial y llegar hasta las puertas del Parlamento, desencadenando una batalla campal de siete horas por las calles de la ciudad que acabó con al menos 38 heridos. La detención de 12 personas, entre las que se encuentra el líder nacional de Forza Nuova, no ha ayudado a rebajar la tensión.

Roberto Fiore es un viejo conocido de la Justicia italiana. El líder de Forza Nacional comenzó su carrera criminal como miembro de los Nar, un grupo terrorista de ultraderecha que sembró el terror en el país transalpino en los años 70 y 80. En 1985 fue condenado por pertenencia a banda armada y asociación subversiva. Huyó a Londres y regresó a Roma dos décadas después cuando los delitos ya habían prescrito. Un currículum que no le impidió formar un partido neofascista con sedes repartidas por todo el país.

Forza Nuova no consiguió superar el umbral mínimo de votos para acceder al Parlamento en las últimas elecciones generales celebradas en 2018, pero su líder, casado con una mujer española y padre de 11 hijos, sí ocupó un escaño como europarlamentario en 2007 en las filas de la coalición Alternativa Social, que encabezaba Alessandra Mussolini, la nieta del Duce. “Hasta que se retire definitivamente el certificado sanitario –ha advertido la formación en un comunicado-- la revolución popular no se detendrá, con o sin nosotros”.