Opinión
La UE como actor internacional
Polonia y Hungría ocuparon buena parte de las discusiones del pasado Consejo Europeo. Sin menoscabar, en modo alguno, la importancia que tienen estos temas para la Unión y para su futuro, la nueva época que se está abriendo en la escena internacional aconseja también centrar los esfuerzos en otras materias. De tal manera que se asegure la posición internacional de la UE en los próximos años y, sobre todo, que se pueda llegar en poco tiempo a tener postulados sólidos, reconocibles y que se sean aceptados en el resto de la comunidad internacional.
En otras palabras, que la Unión Europea logre lo que, desde hace tiempo, viene persiguiendo: ser un actor principal de las relaciones internacionales. Para ello, debe ocuparse también de asuntos de gran interés como la crisis energética y las cuestiones que se derivan de la inmigración. Asimismo, deberá tomar posición en el nuevo contexto que se está conformado en las relaciones internacionales en torno a las posiciones de China y Rusia. Desde luego, la cuestión energética es de primer orden y no puede sorprender a la Unión y a sus Estados miembros. Estar desprevenidos sería lo peor que nos pudiera ocurrir en este caso.
Ha llegado el momento de buscar la integración energética y adoptar decisiones en esta dirección. Lo mismo sucede en el ámbito migratorio. Deben desaparecer las incertidumbres que han venido acompañando a las políticas de la Unión en este campo y, de una vez, tomar decisiones verdaderamente comunes y compartidas. Estos dos asuntos son buenos ejemplos de la voluntad que debe habitar en el seno de la Unión: reforzar su posición interna para proyectarse con fuerza en la escena internacional. Para ello, se precisa resolver las discrepancias, hacer más ágil los procedimientos de toma de decisiones, pero sobre todo dejar claro que la Unión está decidida a asentar sus postulados en el nuevo contexto que dibuja el orden internacional.
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