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Alerta en Windsor: La reina Isabel II cancela su agenda durante dos semanas

La Reina de Inglaterra, que ya suspendió una visita a Irlanda del Norte y su asistencia a la cumbre COP26 en Glasgow, descansará por consejo médico

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La salud de Isabel II, de 95 años, mantiene al Reino Unido en vilo. Por mucho que desde Palacio de Buckingham se quiera transmitir un mensaje de serenidad, los hechos hablan por sí solos. Y que la monarca haya tenido que cancelar ahora todos sus compromisos públicos para las próximas dos semanas por recomendación médica denota que algo no va bien. Los repentinos cambios de agenda para un jefe de Estado siempre levantan todo tipo de alarmas. Y en este caso, ya van tres. La semana pasada, canceló un importante viaje a Irlanda del Norte. El pasado martes, se anunciaba que tampoco asistiría a la COP26 a pesar de todo lo que se juega diplomáticamente en esta cumbre el Reino Unido en la era post Brexit. Y ayer llegaba la última entrega asegurando que el periodo de descanso recomendado por los doctores tenía que alargarse por más tiempo.

La monarca seguirá a cabo con los compromisos que pueda realizar por videoconferencia. Palacio de Buckingham ha publicado en los últimos días fotografías donde se la puede ver sonriendo mientras saludaba a los nuevos embajadores de Corea del Sur y Suiza a través de la pantalla del ordenador. Lucía buen aspecto. No obstante, es entendible que, debido a su edad, exista preocupación.

La fatiga, no una enfermedad, parece ser el problema. Tras la muerte de su marido, el duque de Edimburgo, el pasado mes de abril, lejos de tomar un segundo plano, intensificó si cabe su agenda. Pero los médicos le han pedido que baje el ritmo. No obstante, desde Palacio aseguran que Isabel II está determinada a asistir el próximo 14 de noviembre al llamado “Domingo del Recuerdo”, un acto solemne que se realiza todos los años en memoria de los soldados fallecidos en combate y que, para la soberana, supone uno de los días más importantes de su agenda.

Los que la conocen aseguran que no pasa por su cabeza la posibilidad de abdicar en su hijo, el príncipe Carlos, 72 años. Por su fuerte devoción religiosa, asume que debe servir al país hasta su muerte. No obstante, desde hace tiempo, el heredero al trono cada vez tiene más peso en la Corona, por lo que muchos expertos hablan de “transición tranquila”.

La última vez que se la vio en público fue el pasado 19 de octubre, cuando presidió una recepción en el castillo de Windsor, acompañada del príncipe Carlos y del príncipe Guillermo. Su aspecto era bueno. Allí recibió a líderes empresariales y embajadores mundiales, con motivo de la Global Investment Summit, celebrada en Londres ese mismo día. La monarca estrechó manos y charló animadamente con los numerosos invitados, entre los que estaba Bill Gates.

Ya este martes, Buckingham anunció que Isabel II no asistirá a la cumbre sobre el cambio climático de la ONU que comienza mañana en Glasgow también por recomendación médico para descansar. En su lugar, la monarca se dirigirá a los mandatarios a través de videoconferencia. La COP26 es una cita clave en la que Downing Street se juega mucho a nivel diplomático en la era post Brexit. Por lo tanto, el hecho de que la soberana como jefa de Estado no pueda acudir ha hecho saltar todas las alarmas en Londres.

La soberana se vio obligada también hace una semana a cancelar un viaje a Irlanda del Norte por recomendación médica para «poder descansar durante los próximos días». La visita, que se había preparado durante meses, estaba cargada de simbolismo, ya que coincidía con el centenario de la partición de la isla de Irlanda y las nuevas negociaciones entre Londres y Bruselas, ante las grandes tensiones creadas por nuevos controles aduaneros post Brexit.

La cancelación, por tanto, no habría tenido lugar si no hubiera sido por un motivo de peso. No obstante, el Palacio de Buckingham quiso quitar dramatismo asegurando que Isabel II «había aceptado con reticencia» el asesoramiento de los doctores y se encontraba «con buen ánimo».

Lo que no reveló, sin embargo, es que los servicios médicos la enviaron ese mismo miércoles a un hospital para realizar unas «pruebas preliminares», y la monarca acabó pasando allí la noche. Era la primera vez que se quedaba hospitalizada desde 2013, cuando sufrió una gastroenteritis.