Brexit

Londres advierte a Bruselas de que el tiempo de negociar “se está agotando”

El Gobierno de Boris Johnson considera insuficiente las concesiones europeas para agilizar los controles aduaneros entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte

Un cartel unionista contrario a la frontera marítima en el mar de Irlanda para los productos británicos que pasan a Irlanda del Norte
Un cartel unionista contrario a la frontera marítima en el mar de Irlanda para los productos británicos que pasan a Irlanda del NorteCLODAGH KILCOYNEREUTERS

El Gobierno británico considera que “las propuestas de la UE no tratan de manera efectiva las dificultades fundamentales en la forma en que opera el Protocolo de Irlanda”. Así lo manifestó hoy un portavoz de Downing Street tras la reunión mantenida entre el secretario de Estado para el Brexit, David Frost, y el vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic. “La preferencia de Reino Unido sigue siendo encontrar una solución consensuada que proteja el Acuerdo de Belfast (Viernes Santo) y la vida cotidiana de la gente en Irlanda del Norte”, agregó el portavoz.

Antes de la reunión, Frost había advertido de que se estaba “acabando el tiempo” y aunque, de momento, no activará el artículo 16 -que permitiría la suspensión de manera unilateral de algunas partes del citado protocolo- recalcó que esta opción “está muy presente sobre la mesa y lo ha estado desde el pasado julio”.

No especificó cuánto tiempo podrían durar las negociaciones con sus vecinos comunitarios, pero dijo que ambas partes intentaban alcanzar un acuerdo y “seguirían intentándolo”.

Embarcarse en plena batalla con la UE en plena cumbre del clima de la ONU que se celebra estos días en Glasgow y dondeBoris Johnson, como anfitrión, se juega tanto a nivel diplomático en la era post Brexit no estaría bien visto. Por lo tanto, al menos hasta el próximo 12 de noviembre, Londres tratará de guardar las formas y no activar el botón rojo.

Cuando los británicos votaron en 2016 por salir del bloque comunitario, el principal desafío que se planteó en las arduas negociaciones con Bruselas fue el de no crear una frontera dura entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte que pusiera en peligro la paz entre católicos y protestantes. Junto con Gibraltar, es la única frontera terrestre que existe ahora entre Reino Unido y el bloque.

Las cosas habrían sido más fáciles si Reino Unido se hubiera quedado dentro de la unión aduanera, en su día, una propuesta de Theresa May. Sin embargo, cuando Johnson llegó a Downing Street se opuso. Y en su lugar dejó sólo a Irlanda del Norte alineada con el mercado único, es decir, con un estatus diferente al del resto del país.

Eso obliga ahora a que los productos que pasen de Gran Bretaña (Escocia, Inglaterra y Gales) a Irlanda del Norte pasen por una serie de controles que el primer ministro no está dispuesto a cumplir porque están creando problemas de abastecimiento y tensiones políticas con los unionistas. Son los problemas que todo el mundo anticipó pero él se negó a admitir. Y a fin de evitar el caos, el “premier” ha llegado a aplazar de manera unilateral hasta en tres ocasiones las nuevas reglas de juego.

En este sentido, Frost exige ahora una revisión drástica del Protocolo, empezando por la retirada de una de sus disposiciones fundamentales: la supervisión judicial de la aplicación del tratado en la región por parte del Tribunal de Justicia de la UE. Y esa es una línea roja para Bruselas.

En los corrillos de Westminster siempre se dijo que el primer ministro nunca tuvo intención de cumplir con lo pactado en el acuerdo del Brexit. Y ahora está mostrando sus verdaderas cartas. Pese a las cesiones que Bruselas ofreció a mediados de octubre –para recortar el 80% en los controles aduaneros-, Londres quiere más.