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Xi Jinping se enfrenta a la historia de China para consolidar su poder

El Partido Comunista alimenta el culto a la personalidad de su líder al colocarlo a la altura de Mao Zedong y Deng Xiaoping

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La sexta sesión plenaria del XIX Comité Central del Partido Comunista Chino comenzó el lunes a estricta puerta cerrada y en un momento crucial de las relaciones entre EE UU y China. En medio de las crecientes tensiones en torno a Taiwán, y en vísperas de una esperada cumbre virtual entre los presidentes chino y estadounidense, Xi Jinping y Joe Biden, el evento supone una importante oportunidad para que China demuestre sus intenciones.

A un año del 20º Congreso del PCCh, en el que se espera que Xi sea reelegido para un tercer mandato de cinco años –en contraste con el límite de dos impuesto para evitar la deriva personalista–, este pleno pretende demostrar que no hay obstáculos en el camino del número uno.

China eliminó los límites del mandato presidencial en 2018, lo que podría mantener a Xi en la cúspide del poder durante el resto de su vida. Se espera que sea reelegido como líder del partido a través de un proceso en el congreso del próximo año. Esta reunión de Pekín es una jugada importante en una partida mucho más ambiciosa y arriesgada, que se está desarrollando a escala mundial y en la que no todo el mundo obedece al presidente con tanta facilidad.

Los medios de comunicación oficiales destacaron en los prolegómenos de la asamblea el liderazgo: Xinhua, por ejemplo, subrayó que Xi es «un hombre de pensamientos y sentimientos profundos que ha recogido un legado, pero que se atreve a innovar, que tiene una visión de futuro y se compromete a trabajar sin descanso».

Los dos mandatos del actual presidente se han caracterizado por su control de regiones como Xinjiang, Tíbet y Hong Kong y por un enfoque cada vez más asertivo y activo de las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, se ha creado un culto a su figura que ha suprimido las críticas, eliminado a los rivales e introducido su teoría política (conocida como el «Pensamiento de Xi Jinping»), primero transcrita en las constituciones del Partido y de la República Popular y luego, desde el 1 de septiembre, convertida en materia de estudio para los alumnos desde la escuela primaria hasta la universidad.

Más de 370 miembros titulares y suplentes del Comité Central, máximo órgano de gobierno del partido, asistirán durante cuatro días en la capital, para celebrar esta sesión de cara al Congreso Nacional del próximo año, en el que se espera una importante remodelación de la cúpula. La asamblea, dirigida por el presidente en su calidad de secretario general del Partido Comunista, es uno de los acontecimientos políticos más importantes del país y un foro habitual del que derivan anuncios de gran calado.

A la hermética convención asisten todos los miembros titulares y suplentes del Comité Central del Partido Comunista. Estos ocupan los cargos más importantes del país y entre ellos hay representantes de la dirección del partido, ministros, jefes regionales, generales de alto rango y ejecutivos de conglomerados estatales. En esta ocasión, su principal tarea es revisar un proyecto de resolución histórica que define los «principales logros y experiencias históricas» del PPCh desde su fundación hace 100 años.

Cabe destacar que la comunidad internacional se encuentra expectante en un momento de una cuestionada economía china, en que los gigantes de la tecnología y los juegos de azar siguen lamiéndose las heridas tras las restricciones reglamentarias a las prácticas monopolísticas y el control de la propiedad. Los proveedores de energía además se apresuran a prepararse para el invierno en medio de la escasez, y los promotores inmobiliarios siguen sumidos en una crisis de deuda.

Superpotencia mundial

Cada Comité Central del Partido Comunista de China celebra siete sesiones plenarias a lo largo de su mandato de cinco años, y el sexto pleno de cualquier Comité Central suele centrarse en la ideología y la construcción del partido.

Esta reunión no será diferente, ya que todo indica que Xi va a propiciar que el Partido Comunista Chino apruebe esta «Resolución sobre la Historia», que supone la tercera vez en cien años que el Partido aprueba una moción de este tipo. La primera vez fue bajo el liderazgo de Mao Zedong en 1945, en medio de la guerra civil que le llevaría al poder cuatro años después; la segunda fue en 1981, con Deng Xiaoping, el padre de las reformas post Mao; y la tercera es con Xi, que se sitúa así a la par de estos dos gigantes de la historia comunista china, en el centro del poder y sin oposición.

Esto es más importante de lo que parece, y va más allá del simbolismo o incluso de la vanidad de un líder. Asegurar su lugar en la historia es una señal de que el líder conserva la autoridad absoluta sobre el Partido y una apuesta considerable en tiempos tormentosos en la escena internacional.

Tras más de ocho años como presidente y nueve como secretario general del PCCh, Xi sabe que colocándose a la par de Mao y Deng, se otorga a sí mismo un cheque en blanco para moldear el futuro. Con todos los poderes a su disposición, está trabajando para poner su ejército y su economía en funcionamiento de cara a una nueva fase histórica que promete a China convertirse en la primera potencia mundial.