Crisis fronteriza
Polonia se prepara para una crisis migratoria que durará meses
Unos 10.000 migrantes se encuentran en Minsk a la espera de ser trasladados a la frontera polaca
«Los voluntarios y las ONG estamos sometidos a un constante acoso por parte de la Policía, guardia de fronteras, militares y especialmente por los reservistas que se han trasladado hasta la frontera», cuenta a LA RAZÓN la activista Monika Matus. Trabajan sobre un mapa con chinchetas para marcar los lugares donde pueden ayudar a los migrantes y una línea roja para distinguir la zona de tres kilómetros bajo estado de emergencia. «Nos conocen, detienen nuestros coches constantemente, nos quitan los móviles y si quieren pueden encerrarte durante 24 horas a una celda», comenta Matus.
Activistas, voluntarios y vecinos de los pueblos cercanos a la línea fronteriza llevan tres meses ofreciendo ayuda humanitaria. Sin experiencia, muchos de ellos han dejado todo para dedicar su tiempo a ayudar a las personas que se encuentran ocultos en los bosques con temperaturas gélidas que bajan de los cero grados.
El ministro de Defensa polaco, Mariusz Blaszczak, declaró que el país debe prepararse para una crisis migratoria que podría durar meses. Después del tenso enfrentamiento entre las Fuerzas de Seguridad polacas, equipados con cañones de agua, y los migrantes, que lanzaron piedras e intentaron derribar la concertina, el ministro aseguró que la situación en la frontera es de relativa calma. Durante la última jornada, los militares bielorrusos desalojaron el campamento principal cercano a la valla construida por Varsovia, según el Gobierno polaco, en las inmediaciones del paso fronterizo de Kuznica se encuentran alrededor de 1.000 extranjeros y se desconoce el paradero de los 2.500 que estaban con este primer grupo al inicio de esta semana.
«Hemos perdido el contacto con muchas personas, no sabemos dónde están», apunta Matus. Durante los últimos días los activistas sobre el terreno han visto un aumento en el número de personas que vienen de Alemania y Austria a los pueblos cercanos a la frontera porque tienen familiares o amigos del otro lado de la valla o en el bosque. «No hay registros, es como si no existieran. Polonia sigue haciendo devoluciones en caliente», asegura Matus.
A través de un comunicado, Bielorrusia aseguró ayer que sus investigadores habían abierto un caso penal contra los guardias fronterizos polacos por crímenes de lesa humanidad por los enfrentamientos en la frontera. Miles de personas, en su mayoría de Irak, Afganistán y Siria, están estancadas en territorio bielorruso intentando acceder a territorio europeo. La Unión Europea sigue acusando a Alexander Lukashenko de ser el instigador de esta crisis y recientemente aprobó un quinto paquete de sanciones económicas a personas y empresas relacionadas con el régimen.
El medio opositor bielorruso Nexta informó sobre miles de migrantes en Minsk que esperan ser trasladados a la frontera con Polonia. El diario alemán «Die Welt» también se hizo eco de la organización del transporte por parte de las autoridades bielorrusas a unos posibles campamentos improvisados. El Gobierno polaco calculó que cerca de 10.000 extranjeros se encuentran en la capital bielorrusa con la intención de cruzar a territorio comunitario.
La canciller alemana, Angela Merkel, y Lukashenko hablaron por teléfono este miércoles, por segunda vez esta semana, informó la agencia Belta. No transcurrieron los detalles de la conversación, aunque, según un comunicado de la presidencia bielorrusa, «acordaron iniciar negociaciones entre la Unión Europea y Minsk» a fin de resolver la crisis migratoria.
«Lukashenko quiere ser reconocido como el presidente legalmente elegido y que se levanten las sanciones a cambio de poner fin a la crisis migratoria en las fronteras de Europa», dijo el martes la ministra de Asuntos Exteriores, Eva-Maria Liimets, a la televisión pública de Estonia (ETV). El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, aclaró en TVE que el objetivo principal es detener el flujo migratorio y los vuelos con destino a Minsk.
Ayer, la compañía petrolera rusa Transneft anunció que Bielorrusia limitaría la transmisión de crudo ruso a través del oleoducto Przyjazn a Polonia. El motivo es una renovación no planificada de una de las tuberías que se extenderá durante tres días. El administrador polaco del oleoducto aseguró que la disminución es insignificante y los planes de entrega mensuales no se han modificado.
La repentina restricción de crudo ruso preocupó en Varsovia, ya que el dictador bielorruso amenazó la semana pasada con cortar el flujo de gas que atraviesa Polonia a través del gasoducto Yamal-Europa, en represalia por las sanciones europeas.
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