Liga de Campeones
24 de diciembre
Duelo electoral en Libia entre el hijo de Gadafi y el general Haftar
El segundo hijo del dictador y el mariscal renegado, líder del Ejército Nacional Libio durante la última guerra civil, se medirán en las urnas con un país dividido, inestable e inseguro
Ya es oficial: el mariscal Khalifa Haftar, ex líder del Ejército Nacional Libio (ENL), una de las dos facciones que hasta el alto el fuego de octubre de 2020, y Saif al Islam Gadafi, el segundo de los hijos del dictador Muamar Gadafi, se medirán en las urnas el próximo 24 de diciembre. Serán las primeras elecciones presidenciales de la historia de Libia. Son, por ahora, los únicos candidatos oficiales.
La candidatura de Gadafi hijo sobre el que pesa una orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) por supuestos crímenes de lesa humanidad, constituye para una parte de la sociedad libia y la comunidad internacional una auténtica burla. Para otra, la esperanza de recuperar la estabilidad y la seguridad añoradas de la dictadura de Gadafi (1969-2011). Por su parte, la candidatura de Haftar, el hombre que asedió cruenta e infructuosamente con sus tropas la capital, Trípoli, durante catorce meses despierta un profundo rechazo entre otra parte de la sociedad libia.
El duelo entre el segundo hijo del estrafalario dictador, de 49 años, y el mariscal renegado del Ejército libio al que protegió la CIA, de 78 años, en fin, tiene todo los tintes para, lejos de culminar la transición hacia un régimen civil, avivar tensiones y acentuar la polarización en un país que ansía normalidad. Poco hace indicar que el propósito de ambos candidatos una vez en el poder sea el de trabajar por la unidad y la reconciliación de todos los libios.
No en vano, el anuncio de Saif al Islam Gadafi, al que ha podido verse en público firmando la documentación de su candidatura con atuendo tradicional libio y barba poblada y canosa –pocas han sido sus apariciones ante las cámaras en la última década-, ha desatado ya protestas en la calle.
Además, facciones armadas del este del país, feudo de las fuerzas de Haftar durante el conflicto armado por interposición que se libró en Libia entre 2014 y 2020, han avisado ya de que podrían rechazar la autoridad que salga de las urnas el día 24 de diciembre. No es la primera vez que ocurre: a finales de 2014 grupos armados y el Congreso General de la Nación rechazaron el Parlamento surgido de las elecciones del 25 de julio de aquel año. Por otra parte, una de las grandes dudas es saber si podrán celebrarse con garantías los comicios en las zonas en las que operen grupos armados favorables a alguno de los candidatos.
El precario camino hacia la democracia
Las elecciones del mes próximo deberán culminar el proceso de transición pilotado hasta ahora por un Gobierno de Unidad Nacional. Las presidenciales llegan no obstante sin que el país magrebí cuente aún con una Constitución y sin que el mando y estructura de las Fuerzas Armadas se haya unificado, lo que pone en riesgo la aceptación de la candidatura ganadora por parte del resto. En enero deberán tener lugar comicios parlamentarios.
Cuando ya han transcurrido diez años desde el asesinato de Muamar Gadafi a manos de un grupo de rebeldes y del derrocamiento de su régimen merced a la decisiva intervención de la OTAN, Libia es un país dividido, invertebrado y violento. Las próximas elecciones serán la piedra de toque de un proceso auspiciado por la comunidad internacional que tendrá como meta final superar las profundas diferencias sectarias, étnicas y mentales del país norteafricano.
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