Ejército en la sombra

Wagner, el grupo de mercenarios ruso a la caza de las guerras mundiales

La organización, cercana al Kremlin, permite a Putin entrar en un entorno extranjero, altamente hostil, con un riesgo mínimo y aprovechar las oportunidades políticas y económicas

Mercenarios de Wagner en 2014 en Ucrania
Mercenarios de Wagner en 2014 en UcraniaReutersReuters

Operan en la sombra y al margen de la ley.Wagner en un ejército de mercenarios privados involucrados en múltiples conflictos activos en el extranjero y con estrechos vínculos con el gobierno ruso. Organizaciones internacionales apuntan a Yevgeny Prigozhin, un empresario ligado a Putin, como principal financiador del grupo. El Kremlin niega cualquier asociación y responsabilidad sobre las operaciones del grupo paramilitar.

Wagner aparece por primera vez en Ucrania en el año 2014; en ese entonces el Kremlin necesitaba librar una guerra encubierta, mantener una buena imagen pública dentro del país y mitigar las repercusiones internacionales de una violación a la soberanía del país vecino. Al utilizar a los que ellos llaman “voluntarios” en Ucrania, Moscú redujo el número de personal de servicio activo y camufló su presencia al inicio del conflicto.

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ConflictosTeresa Gallardo

El uso de mercenarios es una táctica con profundas raíces en la historia rusa, sobre todo durante la Guerra Fría. Wagner ha funcionado desde entonces como una rama no oficial del ejército ruso, según el departamento de Estado de Estados Unidos, sus combatientes vuelan a Siria en aviones militares rusos, reciben tratamiento en hospitales rusos y trabajan junto a las fuerzas del Kremlin en operaciones de combate.

El secretismo que rodea Wagner hace difícil determinar el número de miembros y capacidades. Se calcula que hasta 10.000 personas han firmado un contrato como combatiente de Wagner desde 2014, la mayoría de ellos son de origen ruso, pero el grupo también incluye a ucranianos. Las redes informales y los grupos de veteranos del ejército ruso ayudan a reclutar candidatos. Los aspirantes acuden a la base de Wagner para ser evaluados y, si son aceptados, firman contratos renovables de corto plazo de tres a seis meses.

Los combatientes varían de edad (desde los veinte años hasta los cincuenta), algunos tienen antecedentes militares. Sus orígenes se remontan cuando un grupo anterior a Wagner, conocido como el Cuerpo Eslavo, se embarcó en una misión desastrosa en Siria a instancias de un grupo de empresarios rusos. Uno de los comandantes del Cuerpo Eslavo, un ex coronel de la inteligencia militar rusa (GRU) llamado Dmitry Utkin, resurgió en 2014 luchando en el este de Ucrania desempeñando un papel fundamental y trabajando en estrecha colaboración con las fuerzas militares rusas y representantes separatistas.

Después de demostrar su valía en la región de Donetsk, la pista de Wagner continúa en Siria en septiembre de 2015, desempeñando un papel de liderazgo en la captura de Palmira y Deir ez-Zor. Los tentáculos de Wagner se extienden desde Ucrania y Siria, hasta Sudán, la República Centroafricana, Libia y Venezuela.

Quienes se unen a Wagner tienen un fuerte incentivo económico. A pesar de que el salario promedio bajó de 240,000 rublos (2,900 euros) en 2017 a 160,000 (1,900 €) en 2019, el dinero supera con creces los salarios de la rusa provincial. Las motivaciones ideológicas también juegan un importante papel. Moscú fomenta activamente el nacionalismo militante bajo la “movilización patriótica”, unido a las iniciativas gubernamentales para regimientos juveniles. Wagner, con sus salarios altos y viajes al extranjero tienen una posición privilegiada para aprovechar esta tendencia.

El Kremlin utiliza a Wagner para reclutar, entrenar y desplegar mercenarios, ya sea para luchar en guerras o proporcionar seguridad y entrenamiento a regímenes amigos. Human Rights Watchs y Amnistía Internacional han documentado en numerosas ocasiones la presencia del grupo de mercenarios en escenarios exteriores. La organización se beneficia de las conexiones de Rusia en el exterior. En 2016, el régimen de Bashar al-Assad pagó los servicios de una empresa controlada por Prigozhin, el acuerdo incluía una cuarta parte de los beneficios de los yacimientos de petróleo y gas que se confiscaron en nombre del régimen de Assad. En Sudán y la República Centroafricana empresas vinculadas con Prigozhin lograron los derechos de yacimientos de oro y diamantes.

Según la Unión Europea, Wagner ha reclutado, formado y enviado militares privados a zonas en conflicto de todo el mundo para aumentar la violencia, saquear recursos naturales e intimidar a civiles. Esta semana Bruselas impuso sanciones a tres empresas y ocho personas cercanas a Wagner bajo la premisa de graves violaciones de derechos humanos. Entre ellos se incluye la tortura, ejecuciones extrajudiciales y actividades desestabilizadoras. El grupo, según la Unión Europea, constituye una amenaza para la población de los países en los que está presente, la región en general y la UE. Las personas y entidades incluidas en la lista de sanciones serán objeto de inmovilización de activos en Europa, junto con la prohibición de viajar a la UE. Igualmente, las personas y entidades de la UE tendrán prohibido poner fondos a disposición de quienes figuren en la lista.

El hombre fuerte detrás de Wagner es Yevgeny Prigozhin, principal benefactor y gestor. Bruselas ya le impuso sanciones económicas por su vinculación al grupo en octubre del año pasado. El perfil de Prigozhin no lo convierte en el candidato obvio para dirigir a un grupo de mercenarios para el Kremlin.

No tiene formación militar, su amistad con Putin es más reciente y no se evoca de décadas atrás como suelen ser los habituales el círculo íntimo del mandatario. Tras pasar por la cárcel por robo y fraude a finales del periodo soviético, se convirtió en un exitoso hombre de la restauración con varios restaurantes en San Petersburgo. En los 2000, tras recibir a Putin en varias ocasiones en sus restaurantes, Prigozhin estrechó su amistad con el presidente ruso, llegando a ofrecer numerosas recepciones en el Kremlin y ganándose el sobrenombre de “chef de Putin”.

Pasados los años, Prigozhin se hizo más indispensable para el mandatario ruso; lideró a principios de 2013 la Agencia de Investigación de Internet (IRA) o “fábrica de trolls”, un importante mecanismo de manipulación en el debate político online, ayudando a Putin, a través de miles de perfiles falsos en internet, a mantener su agenda. Una estrategia que exportaron años más tarde; en 2018 el departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a Prigozhin y a IRA de interferir en la campaña presidencial estadounidense de 2016.