Inflación descontrolada
Erdogan hunde la lira turca
La inflación se convierte en el principal desafío del mandatario turco. En diciembre habría llegado a alcanzar un 82,81%, el doble de lo que indican los datos oficiales
En Turquía, la mayor parte de la ciudadanía tira de calculadora y malabarismos para hacer la compra. Antes, 100 liras podían servir para comprar una amplia variedad productos en el mercado. Ahora, con suerte, tal vez alcanza para tres o cuatro artículos. La bloguera Leyla Agdeve, de la sureña localidad de Bodrum, se filmó dando un recorrido por comercios locales para constatar el desplome del poder adquisitivo de los turcos. En el primer supermercado al que accedió, los espacios en las estanterías para indicar los precios estaban en blanco. Ante los continuos cambios de valor de la mercancía, su dueño renunció a seguir cambiando las cifras. Ahora, canta los precios oralmente. «Muchos clientes acaban dejando dos o tres productos en el mostrador», reconoce Mustafa, propietario de la tienda. Cuenta que antes la gente compraba frutas y verduras al peso, pero ahora las compran por unidades. Se ciñen a comprar lo imprescindible.
La bloguera recorrió los pasillos para constatar cómo se dispararon los precios. Un paquete de arroz pasó de 11 a 17 liras. El aceite de girasol, de 15 a 25. La harina, de 6 a 12. La leche, de 5 a 10, etc. En los 19 años de mandato del presidente Recep Tayyip Erdogan, la inflación nunca había llegado tan lejos. Esta semana alcanzó un histórico 36,08% –según los datos oficiales–, y el Instituto Turco de Estadística estipuló una subida del Índice de Precio de Consumo (IPC) de un 13,58%. En todo 2021, los precios se encarecieron un 43,8%. En el mismo periodo, la lira perdió un 44% de su valor respecto al dólar.
Analistas locales e internacionales coinciden en culpar a Erdogan por la descontrolada inflación. El presidente presionó al Banco Central para mantener los tipos de interés bajos –se redujeron un 5% en los últimos cuatro meses– con la intención de promover las exportaciones y dinamizar la economía, pese a que los expertos recomiendan mantener los tipos de interés altos para contener la inflación.
Ante el daño que está generando a su popularidad, que podría suponer el fin de su mandato en las elecciones previstas para mediados de 2023, Erdogan apuntó a las élites como causantes del problema. «Mientras la nación está sufriendo y se recorta a funcionarios, empresas y trabajadores, una élite minoritaria que se beneficia de la crisis está enriqueciéndose continuamente», declaró recientemente. Pese a tratar de lanzar balones fuera, el presidente lamentó que sus compatriotas estén pagando el peor precio de la crisis, y prometió «atajar la inflación y retornarla a cifras de un solo dígito lo antes posible. En el pasado logramos disminuirla hasta un 6%».
La debilidad de la lira ha encarecido las importaciones, el precio del petróleo y la electricidad y los productos básicos. Ante la incertidumbre, muchos turcos apuestan por comprar oro o divisas extranjeras para preservar el valor de sus ahorros. Tras alcanzar la lira un nuevo mínimo de 18,36 en el tipo de cambio con el dólar, Erdogan anunció medidas para intentar proteger los ahorros de la ciudadanía. Por ejemplo, anunció una subida del salario mínimo de un 50%, un incremento de las pensiones, o una medida para proteger los depósitos en liras, en caso de que la pérdida de valor de la divisa exceda a los tipos de interés fijados por los bancos. De todos modos, más de un 60% de los fondos en las cuentas bancarias de los turcos están en euros o dólares.
Para contrarrestar las noticias negativas, el presidente turco anunció que las exportaciones se incrementaron un 32,9% el pasado año, y lograron «un récord» de 225,4 billones de dólares.
Según el grupo independiente Inflation Research Group (ENA), el panorama real es mucho peor: la inflación habría alcanzado un 82,81% en diciembre, más del doble de la cifra oficial publicada. Alegan que el Instituto de Estadística elige qué productos o mercados elegir para analizar los precios. «Son un departamento gubernamental, y si dijeran que la inflación es mucho mayor, deberían subir salarios y pensiones», afirmó Selamet, comerciante de Estambul.
Encuestas de opinión también revelaron que más del 90% de la población considera que la inflación es de un 50% o más. Un panorama que golpea duramente a la juventud. Ahorrar para el futuro es impensable, y muchos apenas pueden costearse un café o cerveza. «El dinero no tiene valor, y la vida en Turquía también pierde valor. Se hace muy difícil vivir aquí», consideró el estudiante Batikan.
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