Aniversario

Un año de la investidura de Biden: el presidente queda atrapado en las policrisis

El mandatario demócrata no logra sacar adelante su agenda por el boicot de sus propias filas. La pandemia y la elevada inflación impiden que la economía despegue

Joe Bidencumple, con sabor agridulce, su primer año en la Casa Blanca. Entre las luces y sombras de una de las presidencias más desafiantes de la historia reciente de Estados Unidos, el demócrata no ha podido celebrar la primera etapa de su mandato cumpliendo las promesas electorales más urgentes de su agenda política y social. Tampoco las metas de «unir» a una sociedad estadounidense cada vez más dividida y «hacer que EE UU sea respetado en todo el mundo de nuevo», que tendrá que posponer para los próximos 1.095 días de presidencia.

El 20 de enero de 2021,Joe Biden rompió, con su victoria electoral, todos los récords establecidos en dos significativos ámbitos: disparando la participación en las urnas, por un lado, convirtiéndose en el presidente de EE UU más votado de unas elecciones presidenciales (más de 81 millones de votos); y, por otro, siendo el candidato de mayor edad en ocupar el cargo (79 años en la actualidad). Sin olvidar que venció ante el segundo más votado de la historia, ya que Trump se llevó otros 74 millones de votos.

La población estadounidense demostró, con ese récord de participación, ganas de cambio. Pero mantuvo entonces, y sigue haciéndolo ahora, una polarización cada vez más radicalizada en el país que se ha trasladado a otras esferas. Aunque, lejos de pensar que la oposición republicana y la todavía presente fuerza del trumpismo han dificultado los avances de la Administración Biden, han sido en realidad sus propias filas las que más zancadillas le han puesto al demócrata.

Especialmente, su tocayo Joe Manchin, senador de Virginia Occidental. El más conservador de entre los liberales bloqueó en el Capitolio la votación del proyecto de ley Reconstruir Mejor (Build Back Better) y, meses después, siguen sin poder alcanzar un acuerdo. Los intereses políticos a nivel estatal y local entre miembros del Partido Demócrata han estado en diversas ocasiones por encima de los intereses partidistas y de lealtad hacia su presidente.

La Casa Blanca insiste en justificar los primeros 365 días de Biden en el poder asegurando que «nunca es una buena idea no apuntar a la luna», en referencia al dicho popular de tener grandes metas y soñar lo más lejos posible con la mente. «Es normal no tener todo hecho el primer año», añadió Jen Psaki durante una conferencia de prensa.

Popularidad Biden
Popularidad BidenJosé Luis Montoro

Pero lo cierto es que la popularidad del presidente Biden, con un 52,2% de desaprobación según los últimos datos de FiveThirtyEight, 50% según Reuters, es la más baja registrada en décadas, por detrás de Donald Trump y, a pesar del acuerdo bipartidista de su ambicioso plan de infraestructura, ni la pandemia ni la elevada tasa de inflación le ayudan a remontar. «Es el presidente menos evaluado positivamente de la época posmoderna. Los datos de la pandemia, la catastrófica retirada de Afganistán y, en estos momentos, el desarrollo de la inflación podrán seguir afectando a su popularidad si no logra controlarla a tiempo, causada por haberle inyectado tanto dinero a la economía, disparando la máquina de hacer dinero, sin un respaldo de la producción nacional», señala Antonio De La Cruz, asociado senior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

El mayor reto de la presidencia de Biden sigue siendo la pandemia de covid-19. Legado de su predecesor, la gestión de la misma se convirtió en un arma arrojadiza entre demócratas y republicanos, a favor y en contra, respectivamente, de las restricciones para frenar la propagación del virus, así como el uso obligatorio de las mascarillas y las vacunas.

El presidente de EE UU tampoco pudo cumplir la promesa de inmunizar al 70% de la población antes del Día de la Independencia y tuvo que retrasar esa fecha del 4 de julio todavía varios meses hasta ver cumplido su objetivo. Su primer año al frente de la Administración también ha dejado un balance de víctimas mortales por covid-19 superior al de la presidencia de Trump.

Por otro lado, aunque los datos económicos se han mantenido estables y «la bolsa ha tenido un buen rendimiento por la confianza en la política de Biden, así como el desempleo (3,8%), que ha tenido un buen comportamiento, al final los estadounidenses votan por el bolsillo, por lo que las elecciones de este año serán uno de los riesgos y desafíos más altos de Biden», enfatiza De La Cruz.

«EE UU hoy depende de los países miembros de la OPEP y de Rusia para controlar el precio del barril de petróleo y, por lo tanto, del precio del galón en las gasolineras, con una producción propia de 11,5 millones, cuando Trump dejó la presidencia con 13 millones. Eso realmente pone a Biden en una situación geopolítica muy vulnerable», añade.

La cuenta atrás para las elecciones legislativas, las «midterms», ha comenzado. La decisiva cita electoral, la más importante después de las presidenciales, pondrá en juego la mayoría en el Congreso para republicanos y demócratas, que es disputan el control del Senado y la Cámara de Representantes en la toma de decisiones más trascendentales del país. Elecciones que se celebrarán el próximo 8 de noviembre bajo la sombra del fraude electoral como nueva estrategia política de los republicanos para abarcar votos.

Analistas políticos resaltan cómo uno de los principales desafíos será el bloqueo que muchos Estados de EE UU tratan de impulsar a nivel estatal y local de cara a los comicios para establecer mecanismos que dificulten la participación. Sólo en 2021, un total de 19 estados aprobaron hasta 34 leyes con el fin de llevar a cabo esa estrategia. Métodos de actuación que también definen la postura política de cada partido, con conservadores y liberales posicionados a favor y en contra de dificultar el sistema de votación actual.

“La democracia estadounidense se está debilitando, el golpe del 6 de enero fue una manifestación de ese debilitamiento”, denuncia Luke, un joven activista liberal desencantado con ambas formaciones políticas, convencido de que “el mito que animó a los insurreccionistas, de que las elecciones fueron robadas por los demócratas, es promovido activamente por los republicanos para presionar a que se restrinjan las votaciones que dificultan el voto de las personas que no son blancas y de los más pobres, para desafiar cualquier elección cuyo resultado no les guste” añade, agregando: “Lo seguiremos viendo, cada vez más” en Estados Unidos.

El contexto fuera de casa, en política exterior, también ha modificado el mapa de poder bajo el mandato de Biden. Ante la creciente amenaza de China y Rusia, el presidente de EE UU ha encontrado en el bloque europeo el mayor respaldo entre sus aliados para hacer frente a sus enemigos.

Dejando atrás la crisis de Afganistán, los nuevos objetivos de la Administración Biden, en el ámbito internacional, se centran ahora en rebajar la tensión entre Ucrania y Rusia alineando maniobras de actuación con sus socios europeos; restablecer los fundamentos de la OTAN y sus 30 estados miembros, que se reunirán en junio en Madrid; y luchar por restaurar los dañados cimientos de la democracia estadounidense, espejo en el que se miran tantos otros países del mundo.