Análisis
Rusia y Ucrania, una guerra improbable
Desde la Segunda Guerra Mundial, el número de guerras “clásicas” se redujo casi a cero, mientras que el de conflictos civiles y étnicos aumentó
Este 16 de febrero, el día en el que Estados Unidos había fijado varias veces como la fecha más probable para la invasión de Rusia a Ucrania, ya ha pasado. De hecho, las tropas rusas que participaron en varias maniobras cerca de la frontera con Ucrania están regresando a sus bases. Esa guerra tan esperada no ha llegado aún, tal y como había vaticinado en otra columna el pasado mes de diciembre. Así que ahora doy el siguiente paso y considero que realmente no había posibilidades de que ocurriera, y que la actividad diplomática que hemos presenciado todos en las últimas semanas fue excesiva.
Mi opinión es que creo que simplemente nos hemos olvidado de lo complicado que se ha vuelto el proceso de iniciar guerras interestatales. Entre los siglos XVI y XIX se libraron hasta una docena de guerras en el mundo durante un periodo en concreto, y 7 de cada 10 conflictos se evitaron entre Estados. Desde la Segunda Guerra Mundial, el número de guerras “clásicas” se redujo casi a cero, mientras que el de conflictos civiles y étnicos aumentó.
En los últimos 50 años, solamente la guerra de Yom Kipur de 1973, el conflicto entre Irán e Iraq de 1980 a 1988, la guerra de las Malvinas de 1982, la ocupación de Kuwait entre 1990 y 1991 y la guerra entre Etiopía y Eritrea de 1998 al 2000 pueden considerarse como los típicos conflictos interestatales. Todo lo demás fueron guerras civiles, revueltas y levantamientos, guerras de secesión, guerras con terroristas y guerrillas, o intervenciones autorizadas a nivel internacional. Este declive de las guerras clásicas es la tendencia que resultó tan poderosa en las últimas semanas que impidió que Rusia atacara a Ucrania.
Hablo en serio al hacer hincapié en esta realidad. El sistema internacional contemporáneo ha prohibido de manera efectiva la guerra tradicional. Pueden producirse conflictos entre Estados nacientes, como sucedió en la antigua Yugoslavia; o entre Estados y entidades cuasi estatales, como sucedió en el conflicto reciente sobre la República de Artsaj, una parte de Azerbaiyán que los armenios afirmaban que les pertenecía; o entre coaliciones de Estados y entidades no estatales como fue la guerra contra el terrorismo.
Sin embargo, el tiempo en que un solo Estado podía invadir abiertamente y ocupar otro, casi ha pasado. Rusia, aunque es más fuerte que Ucrania en términos militares, no puede hacer nada en este caso. Putin desea acabar con el Estado ucraniano, pero simplemente no puede. Los tiempos de Napoleón y Hitler ya han pasado. Y esta, creo, es la lección más importante de la crisis actual.
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