Rusia
¿A cuánto asciende la fortuna de Vladimir Putin?
Su salario como presidente de la Federación Rusa es bastante más pequeño del que disfrutan otros líderes políticos. Sin embargo, estas cifras no encajan con su ostentoso estilo de vida
La fortuna de Vladimir Putin es uno de los secretos mejor guardados del mundo y uno de los asuntos que más teorías conspiratorias despierta a nivel global. Oficialmente, su salario como presidente de la Federación Rusa es bastante más pequeño del que disfrutan otros muchos líderes políticos. Según el Kremlin, esta cuantía asciende -aproximadamente- hasta los 118.000 euros al año... muy lejos -por ejemplo- de los 400.000 dólares anuales que recibe Joe Biden en calidad de presidente de Estados Unidos.
Sin embargo, estas cifras no encajan con su presuntamente ostentoso estilo de vida. Aunque Putin solo admite la titularidad sobre tres coches y dos apartamentos (uno de 75 metros cuadrados y otro de 150 metros cuadrados), son muchos los que sostienen que hay muchísimo más dinero escondido.
Boris Nemtsov,ex viceprimer ministro del Gobierno de Boris Yeltsin, compartió una investigación sobre los bienes del presidente en el año 2015, poco antes de ser asesinado a las puertas del Kremlin (existen sospechas que apuntan al Gobierno, que presuntamente acalló las críticas de Nemtsov a la intervención en Ucrania). En aquel dossier, Nemstov afirmaba que el presidente ruso tenía en propiedad multitud de jets privados, helicópteros y yates de lujo.
Y que además, nueve de las 20 residencias gubernamentales (a las que Vladimir Putin tiene acceso en virtud de su cargo) se han construido durante su mandato. Otro opositor, esta vez Alexei Navalni, denunció que el jefe del Kremlin se había construido un megapalacio “secreto” con 1.300 millones de euros procedentes de la malversación de dinero público.
Todos los hombres del presidente
En un artículo de la revista Forbes dedicado a la fortuna de Vladimir Putin, se exponen diversas teorías acerca de cómo podría haberse hecho con tanto dinero. Y una de ellas sostiene que -quizás- las declaraciones de bienes de Putin y el Kremlin sean verídicas, y que -quizás- ni siquiera necesite tener dinero siempre y cuando tenga a su disposición los vehículos, las dietas y las residencias gubernamentales... y siempre que pueda aparentar que tiene esa fortuna.
No obstante, esta teoría es muy poco probable. En el año 2015, cuando se destaparon los “Panama Papers”,salió a la luz el entramado de dinero “offshore” del círculo más cercano al presidente. Que -desde el ascenso al poder de Putin hasta el momento- han conseguido amasar unas fortunas desmedidas. Por ejemplo, su antiguo compañero de judo, Arkady Rotenberg, ha acumulado en torno a 7 mil millones de dólares en los últimos años, todo gracias a la concesión de contratos estatales. O el caso de Igor Sechin, al que denominan “Darth Vader”, que pasó de las filas del KGB a dirigir la petrolera estatal rusa, Rosneft.
Según sostiene el economista sueco Anders Aslund, autor de“Russia Crony Capitalism”, la fortuna del presidente proviene de ascender y colocar a personas de su confianza en posiciones de poder, otorgándoles contratos gubernamentales o propiedad de empresas... a cambio de un “pequeño” agio, claro.
Después de haber estudiado durante años lo que él mismo denomina como “el sistema cleptocrático-mafioso ruso”, Aslund ha llegado a la conclusión de que cada familiar, cada amigo de la infancia, cada guardaespaldas y cada antiguo compañero del KGB que se codea con el presidente, tiene en su haber entre los 500 millones y los 2.000 millones de dólares.
De acuerdo con su teoría, el patrimonio neto de Vladimir Putin ascendería hasta los 100 mil o los 130.000 millones. Lo que colocaría a Putin en la lista Forbes de los hombres más ricos del mundo... justo por encima de Mark Zuckerberg, que a sus 37 años ha conseguido amasar una fortuna de 128 mil millones de dólares.
Una cleptocracia mafiosa
Según explican los analistas y los expertos en el sistema político y económico ruso, la enorme corrupción que padece Rusia tiene su origen en las privatizaciones consecuentes alderrumbe de la Unión Soviética. En aquel momento, un grupo de magnates y banqueros se hicieron cargo de los muchos activos estatales del periodo comunista, y a cambio financiaban y ayudaban a permanecer en el poder al ex presidente Boris Yeltsin.
Sin embargo, con la llegada del actual presidente cambió drásticamente el equilibrio de poderes. El círculo de confianza de Boris Yeltsin fue desplazado -casi por completo- por otra casta oligárquica leal al nuevo presidente. Y desde entonces, “todo el que es alguien” en Rusia, sabe que no puede hacerse nada sin el beneplácito del “hombre fuerte” del Kremlin.
Lo que mejor ejemplifica cómo funciona este sistema es el relato del ascenso y la caída de Mijail Jodorkovski, uno de estos oligarcas rusos que -en cierto momento- dejó de ser del círculo de Putin. En el año 2002, su empresa, Yukos, controlaba el 17% de la producción de petróleo del país y su fortuna personal alcanzaba los 3.700 millones de dólares. Lo que le convertía en el hombre más rico de Rusia de aquel momento.
Sin embargo -y a pesar de su riqueza e influencia- a Putin le bastó con dar la orden. Y el magnate fue automáticamente condenado por fraude y evasión de impuestos. Su fortuna fue congelada y su empresa disuelta. Según sostienen en la revista Forbes: “Había pocas dudas de que Putin estaba detrás de su arresto”.
“El trato fue: ‘Me das el 50% de tu riqueza y te dejo quedarte con el otro 50%’” (...) “Si no lo haces, tomaré el 100% de tu riqueza y te meteré en la cárcel”, así explicaba la jugada Bill Browder, cofundador del fondo de inversiones Hermitage Capital Management.
Es importante remarcar que Browder es alguien que conoce de primera mano los “entresijos” de los negocios ocultos de los jerarcas rusos, porque fue un gran aliado de Putin cuando este llegó al Kremlin. Sin embargo, cuando denunció públicamente que algunos altos cargos rusos estaban tratando de entrar en las sociedades en las Browder invertía, Putin se volvió contra él. Y en el año 2005 le expulsó de Rusia bajo la acusación de ser una “amenaza a la seguridad nacional”.
Cuando su abogado, Sergei Magnitsky, investigó el incidente y destapó un fraude masivo que involucraba a funcionarios del Gobierno ruso en el robo de 230 millones de dólares de dinero público, fue encarcelado sin juicio, torturado... y falleció pocos días después de entrar en prisión. Tras aquel incidente, el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley que sancionaba a ciertos oligarcas rusos: la “Magnitsky Act”.
Sabiendo lo que sabe, Browder estimó que Vladimir Putin había conseguido atesorar en el año 2017 más de 200 mil millones de dólares. No obstante, este cálculo del inversionista estadounidense se basa en la sospecha de que el modus operandi del presidente de la Federación Rusa sea el mismo que arruinó a Mijail Jodorkovski. Es decir, un presunto chantaje que Putin presentaría a los oligarcas rusos, a cambio de la mitad de sus respectivas fortunas. Para llegar a esa estimación, lo único que hizo fue sumar los valores netos de los activos de estas personas y dividirlos por dos.
¿Son hechos o teorías?
No obstante, hay otras estimaciones más prudentes. Como la que hace el portal Celebrity Net Worth, especializado en calcular la riqueza de las personas más conocidas del planeta, que asegura que el patrimonio neto de Putin ascendería hasta -aproximadamente- los 70.000 millones de dólares. Una estimación que también secunda el analista político Stanislav Belkovsky.
Según Belkovsky, Vladimir Putin controla una participación del 4,5% de la energética Gazprom, el 37% de la petrolera Surgutneftegaz y el 50% en las empresas del Grupo Gunvor (también dedicadas al comercio energético), dirigida por otro de los amigos de Putin, Gennady Timchenko.
La realidad es que cualquiera de estas estimaciones no son más que eso... estimaciones. Nadie tiene acceso a un registro detallado de sus activos financieros. Durante años se han publicado informaciones sobre la fortuna secreta de Vladimir Putin, que provenían en su mayoría de filtraciones, adversarios políticos o de informadores anónimos.
Por este motivo, no hay manera de demostrar -con total seguridad- hasta dónde llega su hacienda.
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