Rusos en España

El reverendo de la iglesia ortodoxa de Madrid contra la “guerra fratricida” de Putin

LA RAZÓN conversa con Andrey Kordochkin y su mujer sobre la invasión de Ucrania

Andrey Kordochkin, con su mujer Alexandra
Andrey Kordochkin, con su mujer AlexandraJesús G. FeriaLa Razon

En un día gris, las cinco cúpulas de de la Iglesia de Santa María de Magdalena, el primer templo ortodoxo de la capital, llaman la atención por su brillo. Al entrar un intenso olor a incienso acompaña a los visitantes y fieles. Hace cinco días que estalló la guerra en Ucrania y quienes acuden al templo prefieren no hablar. Algunos están pegados al teléfono y otros encienden velas. El trasiego de gente es constante, pese a la lluvia que cae sobre la capital. Aparece el deán de la catedral, Andrey Kordochkin, con su mujer Alexandra y su hijo, Iván. Sus rostros reflejan la tensión y sufrimiento del pueblo ucraniano que está siendo invadido por Rusia. «Los pueblos de Rusia y Ucrania culturalmente están cercanos y para nosotros no es solamente un conflicto bélico es una guerra fratricida. Por eso, nosotros en ningún caso, podemos rezar por la victoria de un lado o de otro», asegura a LA RAZÓN.

La mayor parte de los alrededor de 200 feligreses son ucranianos, de ahí, que el deán haga hincapié en que , «lo más importante como una comunidad es hacer un esfuerzo para no estar contagiados con el virus del odio y la agresión. Siento que estos días vivimos una pesadilla», asegura. Para describir el conflicto actual, el deán usa el mito de Caín y Abel e insiste en «recuperar la capacidad de escucha y diálogo» de ambas partes para no prolongar el sufrimiento.

Entrevista al reverendo Ortodoxo y su mujer en la Iglesia Ortodoxa de Madrid en Gran Vía de Hortaleza para hablar sobre el conflicto de Rusia con Ucrania.
Entrevista al reverendo Ortodoxo y su mujer en la Iglesia Ortodoxa de Madrid en Gran Vía de Hortaleza para hablar sobre el conflicto de Rusia con Ucrania.Jesús G. FeriaLa Razon

Andrey Kordochkin nació en San Petersburgo y su mujer, Alexandra, es ucraniana por parte de padre. Llegaron hace 18 años a Madrid y ambos representan los fuertes lazos que históricamente tienen Ucrania y Rusia, dos países independientes y soberanos con un pasado común. «Es una pesadilla. Es muy difícil asimilarlo porque siempre hemos vivido como una familia», asegura Alexandra, con la voz entrecortada. «Tienen que parar lo antes posible», dice, tajantemente. El mismo día que nos reunimos , el gobierno que preside Vladimir Putin censura a los medios de comunicación y prohíbe hablar de invasión y guerra. «Es una guerra, hay que pronunciar las cosas claras», asevera con vehemencia Alexandra.

Ambos se muestran estupefactos por la ofensiva llevada a cabo por Putin. «No lo esperábamos, en ningún momento pensamos que podía pasar algo así». No obstante, mientras conversamos aluden al origen del conflicto. «Lo que estamos pasando ahora ha sido presidido por un conflicto previo en la parte oriental de Ucrania, que ya lleva ocho años. Podemos decir que Ucrania ha estado en situación de guerra desde entonces, aunque en algunas etapas ha sido un conflicto congelado», describe. El reverendo se refiere a la situación en las provincias de Donetsk y Lugansk que se disputan ambos países en una contienda que ha dejado cerca de 14.000 muertos e los últimos ocho años. De hecho, el deán explica que muchos miembros de su comunidad en Madrid son refugiados que huyeron.

La Iglesia ortodoxa rusa en la capital cuenta una larga trayectoria. Se instaló en la mitad del siglo XVIII en un capilla que también estaba dedicada a Santa María de Magdalena y por aquel entonces se emplazaba en la embajada del imperio ruso. Tras idas y venidas, durante muchos años carecieron de un templo de culto hasta que este fue inaugurado en 2013 como basílica. En diciembre de 2018 se creó la Diócesis de Madrid y Lisboa y en enero de 2019 Santa María Magdalena fue declarada catedral de esa diócesis.

«Nuestra iglesia en Madrid pertenece a la confesión ortodoxa rusa del patriarcado de Moscú, pero nosotros no somos una iglesia de un estado», explica. En la parroquia la mayoría del clero es ucraniano y los fieles rusos son una minoría entre el abanico de nacionalidades que acude a este templo. Un escenario que explica, en palabras del propio Kordochkin, el «nivel de preocupación y ansiedad que estamos viviendo». No en vano, muchos de quienes acuden, principalmente los fines de semana, al templo tienen familia en Ucrania, por lo que, inevitablemente, viven con mucha preocupación los acontecimientos de estos días. «Yo solamente puedo repetir que toda la comunidad tienen el deseo de que esto termine lo antes posible.Cualquier persona entiende que el diálogo es la única alternativa a la violencia. Ninguna solución violenta puede ser bendecida», señala.

La lluvia sigue cayendo sobre la capital, mientras que a más de 3.600 kilómetros de distancia los misiles caen sobre Kiev. «Estoy en contra de absolutamente cualquiera guerra y esta no es la excepción», continúa Kordochkin que apela la figura de Onufriy, metropolita de Kiev y toda Ucrania – fiel al patriarcado de Moscú– «Los pueblos ucraniano y ruso salieron de las aguas bautismales del río Dniéper, y la guerra entre estos pueblos es una repetición del pecado de Caín, que por envidia mató a su propio hermano. Tal guerra no está justificada ni por Dios, ni por los hombres».