Deserciones

Los amigos europeos de Putin le dan la espalda tras invadir Ucrania

Líderes de la extrema derecha como Le Pen o Salvni tratan de borrar todo rastro de su estrecha relación con el jefe del Kremlin

La líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, visitó a Vladimir Putin en el Kremlin en 2017
La líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, visitó a Vladimir Putin en el Kremlin en 2017KREMLIN

Empeñado en hacer fracasar el proyecto europeo a toda costa, Vladimir Putin siempre ha cortejado a los políticos populistas que combaten a la UE y sus valores de democracia y tolerancia. Los franceses Marine Le Pen y Éric Zemmour o los italianos Matteo Salvini y Giorgia Meloni veían en el nacionalismo y el autoritarismo de Putin el mejor aliado para combatir la globalización y el mulitculturalismo. En cambio, otros ex jefes de Gobierno como el francés François Fillon o el alemán Gerhard Schröder fueron agasajados con altos cargos en consejos de administración de empresas rusas para convertirse en lobistas de los intereses de Moscú en el Viejo Continente.

Sin embargo, todo cambió cuandolas tropas rusas invadieron Ucrania el 24 de febrero. Los hasta entonces amigos de Putin han tratado desde entonces de distanciarse del jefe del Kremlin como si de un apestado se tratase. Por suerte, las hemerotecas e internet atesorarán para siempre la historia de estas amistades peligrosas.

Marine Le Pen

La candidata presidencial francesa y líder de Reagrupamiento Nacional (antiguo Frente Nacional) se entrevistó con Vladimir Putin en el Kremlin en plena campaña electoral de 2017. Tal vez la líder ultraderechista con este gesto quería agradecer en persona el préstamo de nueve millones de euros que le habían concedido bancos rusos para financiar las elecciones municipales de 2014. En casa, ninguna entidad bancaria francesa estaba dispuesta a mezclarse con el FN.

En 2014, Le Pen no condenó la anexión rusa de Crimea y calificó las sanciones europeas de «injustas y estúpidas». «No creemos ni en la diplomacia de las amenazas ni en la diplomacia de las sanciones que, lamentablemente en el último tiempo la Unión Europea aplica con cada vez más frecuencia en relación a Rusia y a sus propios miembros», declaró entonces la líder de extrema derecha

Hasta el último momento, Le Pen descartaba que Putin llegara a invadir Ucrania y prefería hablar de “un malentendido de los problemas y el pensamiento” en Rusia. “No veo qué harían los rusos en Ucrania y cuál sería su interés allí”, aseguraba. “Si yo fuera presidenta en este momento, no tendría las relaciones glaciales que existen entre Vladimir Putin y Emmanuel Macron”, llegó a decir en un sinsentido, pues el inquilino del Elíseo ha tratado desde que llegó al poder en 2017 de relanzar sin éxito las relaciones con Moscú.

Pero todo cambió el 24 de febrero. “No había razón para justificar” la invasión de Ucrania, que consideraba en las redes sociales como “injustificable sin reservas”, la vez que pedía su “fin inmediato”. Mientras su partido se veía obligado a destruir 1,2 millones de folletos electorales en los que figuraba una foto de su candidata y Putin.

Matteo Salvini

En 2015, el líder de la Liga, que también era eurodiputado, se paseó por el hemiciclo del Parlamento Europeo con una camiseta de Putin durante un discurso del presidente de la República italiana, Sergio Mattarella. “Le quiero [a Putin] como primer ministro”, decía exultante. “Cambio dos Mattarellas por medio Putin”, gritaba.

La luna de miel entre la Liga y el partido oficialista del Kremlin, Rusia Unida, llegó hasta la firma de un acuerdo en 2017. Años después se supo que Rusia había pagado ilegalmente al partido de Salvini 65 millones de dólares a cambio de un contrato con una petrolera rusa.

Salvini, sin embargo, vio la luz hace dos semanas y desde entonces dedica todos sus esfuerzos a condenar la invasión de Ucrania sin mencionar en ningún momento a su perpetrador, Putin. En una de sus características operaciones de propaganda, el líder ultra subió un vídeo en sus redes sociales en el que se le ve depositar un ramo de flores azules y amarillas frente a la Embajada de Ucrania en Roma.

Pero esta repentina conversión no parece que convenciera este martes al alcalde de la localidad polaca de Przemysl, Wojciech Bakun, que quiso mostrar personalmente su malestar con Salvini en presencia tanto del ex ministro del Interior de Italia como de los medios de comunicación. Bakun sacó frente a Salvini la famosa camiseta de Putin que exhibiera siete años antes en la Eurocámara. Sin embargo, en esta ocasión el político italiano, sorprendido por el alcalde, abandonó el lugar con rostro serio en medio de gritos de “buffone” y “vergogna”

Viktor Oban

El líder húngaro es visto a menudo como el caballo de troya del Kremlin en la UEcon su permanente obstruccionismo a las políticas comunitarias, especialmente a la hora de acoger refugiados. Ciertamente, su política iliberal le acerca al autoritarismo de Putin.

Orban presume de mantener una estrecha relación con el líder ruso, con el que se ha reunido en 12 ocasiones desde que regresó al poder en 2010, la última el 1 de febrero, en medio del pulso entre Moscú y Occidente por las amenazas rusas contra la integridad territorial de Ucrania. “Tiempos difíciles, pero estamos en muy buena compañía”, declaró sin sonrojo el líder magiar, que ha logrado arrancar a Rusia un precio más bajo por el gas que el que pagan otros países del centro y este de Europa.

Hungría, socio de la OTAN desde 1999, tuvo que modular su política prorrusa tras la invasión de Ucrania. “Junto con nuestros aliados de la Unión Europea y la OTAN, condenamos el ataque militar de Rusia”, aseguró el Gobierno de Orban, que desde entonces trata de mantener un hábil equilibrio para cumplir con sus socios euroatlánticos sin desairar a su aliado ruso. Budapest acepta que tropas de la Alianza Atlántica atraviesen su territorio, pero se niega a que transporten armas letales camino de Ucrania.

Gerhard Schröder

Vladimir Putin conversa con el ex canciller Gerhard Scröder en octubre de 2019 en Rusia
Vladimir Putin conversa con el ex canciller Gerhard Scröder en octubre de 2019 en RusiaSputnik Photo AgencyREUTERS

El ex canciller socialdemócrata Gerhard Schröder (1998-2005) es un vivo ejemplo de las puertas giratorias entre la política y los negocios. Tras abandonar el poder entró en la dirección del gasoducto cuya construcción había aprobado bajo su Gobierno. Desde entonces, Schröder, de 77 años, ha formado parte de los consejos de administración del gigante gasística ruso Gazprom y de la petrolera estatal Rosneft gracias a sus estrecha amistad con Putin, al que calificó de “demócrata impecable”. “Siempre cumple su palabra”, glosaba su confianza en el presiente ruso, que llegó a asistir al 75º cumpleaños del ex canciller. Al parecer, el hecho de que Schröder perdiera a su padre durante la II Guerra Mundial en Rumanía y Putin a un hermano en Leningrado creó un profundo vínculo entre ambos.

Ahora, cuando otro canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, ha lanzado la mayor batería de sanciones contra Rusia, entre ellas suspender la puesta en marcha de Nord Stream 2, el gasoducto que transportaría el gas ruso a Alemania bajo el mar Báltico sin pasar por Ucrania, Schröder se limita a condenar con tibieza la invasión y crear dudas sobre la política del Gobierno alemán. “No habla en nombre del Gobierno. No trabaja para el Gobierno”, insistió Scholz en una entrevista con la CNN durante su viaje a Washington.

“Ha habido muchos errores en ambos lados», aseguró en su perfil de LinkedIn antes de añadir que «los intereses de seguridad de Rusia tampoco justifican el uso de medios militares». “La guerra y el sufrimiento que causa al pueblo de Ucrania deben terminar lo antes posible”, asegura. “Esa es responsabilidad del Gobierno ruso”.

Una palabras que no satisfacen ni a sus compañeros del SPD, donde muchos dirigentes reclaman a su ex líder que renuncie a la oficina, el personal y el coche oficial a los que tiene derecho como ex canciller y cuestan a las arcas públicas 300.000 euros anuales.

Para el secretario general del Partido Socialdemócrata, Kevin Kühnert, critica que Schróder “guíe sus acciones en base a intereses económicos”. “Desdibuja el límite entre sus actividades empresariales y el oído que se le presta en tanto que ex jefe de Gobierno experimentado. No solo no está bien, sino que es triste”, afirmó Kühnert en declaraciones al diario “Tagesspiegel”.

Milos Zeman

El presidente checo, Milos Zeman, una político que ha transitado de la socialdemocracia al populismo en los últimos veinte años, ha cuidado sus relaciones con Moscú en un intento de ningunear a Bruselas. En 2015, un año después de la anexión de Crimea, fue el primer líder europeo en visitar Rusia, donde protagonizó una de sus frecuentes polémicas. En Moscú, mostró su «expresión de agradecimiento de que nosotros en este país no tenemos que hablar alemán si somos colaboradores obedientes de ascendencia aria”.

Tras la agresión rusa contra Ucrania, Zeman, aquejado desde hace tiempo de importantes problemas de salud que pusieron en duda si estaba en condiciones de cumplir sus funciones desde el Castillo de Praga, instó a los socios de la UE a excluir a Rusia del sistema de pagos internacional SWIFT porque la invasión un «crimen contra la paz» y Putin es un «loco».

François Fillon

El ex primer ministro francés (2007-2012) y malogrado candidato al Elíseo en las presidenciales de 2017 por un escándalo de contratos ficticios por el que ha sido condenado a cinco años es otro buen amigo de Putin en el Hexágono. Desde 2021 forma parte del consejo de administración de la petroquímica Sibur, propiedad de los oligarcas rusos Leonid Mikhelson y Gennady Timchenko, incluidos en la lista de sancionados por Reino Unido.

Tras estallar la guerra en Europa, Fillon anunció su rápida dimisión de Sibur y ha señalado que el líder ruso “es el único culpable de haber desencadenado un conflicto que podría haberse evitado, que debería haberse evitado”.

Jean Luc Mélenchon

Pero no solo la derecha tiene debilidad por Putin en Francia. También en la extrema izquierda, se veía con simpatía el antiamericanismo ruso. El líder de Francia Insumisa y candidato por tercera vez al Elíseo, Jean Luc Mélenchon, defendía que Francia y Rusia compartían el objetivo de evitar que Ucrania formara parte de la OTAN, por lo que “Rusia no es un enemigo sino un socio”.

Ahora, vistos los acontecimientos, Mélenchon ha dado un giro copernicano en sus opiniones y acusa a Rusia de “asumir la responsabilidad de un terrible revés en la historia” al atacar a Ucrania, que según él “crea el peligro inmediato de un conflicto generalizado que amenaza a toda la humanidad”.

Alex Salmond

Otro político beneficiado por la generosidad del Kremlin es Alex Salmond, ex primer ministro escocés y ex líder el Partido Nacionalista Escocés (SNP). Salmond no tuvo ningún sonrojo en admirar «ciertos aspectos» de la política de Putin tras la anexión de Crimea y defendió que su patriotismo era «totalmente razonable». En 2017, el político escocés fue criticado por aceptar lanzar un nuevo programa semanal en la cadena RT, maquina de propaganda del Kremlin, llamado ‘The Alex Salmond Show’.

Tras la invasión del 24 de febrero, el líder independentista anunció que, aunque no había recibido “una sola interferencia editorial” en su programa, no podía continuar con la transmisión “hasta que se restablezca la paz”.