Víctimas de Bucha
“Reconocí a mi marido por los zapatos. Le habían torturado y disparado en la cara”
Crece la indignación tras la masacre de la ciudad cercana a Kiev. “Ha llegado el momento de la furia fría”, asegura Boris Filatov
La matanza de más de 400 civiles en la localidad de Bucha, de 30.000 habitantes y situada el norte de Kiev, ha levantado una ola de indignación y de rabia, especialmente entre los ucranianos, que han descubierto en las últimas horas la magnitud de la matanza perpetradas pro tropas rusas antes de su retirada de esta localidad. Los servicios funerarios de Bucha ya han enterrado a unos 340 cadáveres de civiles encontrados en sus calles, informa el diario ucraniano Pravda. Una de las voces más duras en reaccionar ha sido la del alcalde de la ciudad ucraniana de Dnipro, Boris Filatov, quien ha asegurado en su cuenta de Facebook que “ahora tenemos el derecho moral de matar a estos inhumanos” en “grandes cantidades”. “Metódicamente y sin gran heroísmo”, añade el regidor de esta importante ciudad ucraniana.
Días atrás, Filatov se planteó en una entrevista con un medio italiano la paradoja de esta guerra para gente como él, que es ruso de nacimiento: “El problema es que el que ataca mi casa y al que me veo obligado a matar es ruso. Como yo. Es absurdo”, dijo Filatov, horrorizado por las atroces muertes de civiles.“Los que fueron torturados, fusilados y quemados vivos no pueden ser devueltos. Dejemos el odio. Ha llegado el momento de la furia fría”.
La mujer de uno de los hombres asesinados en Bucha ofreció ante las cámaras un relato atroz de lo sucedido: “Cuando bajé al sótano lo reconoció por sus zapatos y por sus pantalones. Estaba tumbado, su rostro estaba desfigurado y su cuerpo estaba frío. Le habían disparado en la cabeza, torturado. Fui a la Cruz Roja y les pregunté qué debía hacer con el cuerpo. Lo enterraron a un metro de profundidad, para que los perros no se lo comieran”.
La reacción de otros ucranianos sobre esta masacre está siendo contundente. Algunos recuerdan que lo visto en Bucha no es peor que las penalidades que están sufriendo los habitantes de la ciudad del sureste ucraniano Mariupol, cercada desde hace más de cuatro semanas por las tropas rusas. “En Mariupol, los rusos están llevando a cabo un monstruoso experimento sobre la resistencia de los seres humanos que Hitler habría envidiado”, escribe Maksym Yali, un ucraniano con familia atrapada dentro de la localidad.
“Primero destruyeron la ciudad, dejaron a la gente de luz, calor, electricidad, gas, comida y agua, y les hicieron vivir en los sótanos a oscuras”, afirma Maksym. “Y ahora, con la ayuda de las armas y del miedo, obligan a la gente a reducir el nivel de los instintos de supervivencia distribuyendo raciones de alimentos saqueados previamente en las tiendas de Ucrania”.
“Mi madre, mi hermana y sobrina estaban allí. Hubo una operación especial para sacarlos. Mi sobrina y su esposa salieron primero. Estuve tres semanas sin saber nada de mi madre”, explica a LA RAZÓN Maksym, quien considera que “cuanto más tiempo sufran los vecinos de Mariupol esas condiciones tan inhumanas y en medio de un vacío de información, más fácil será lavar sus cabezas”.
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