Elecciones en Francia

Macron se bate contra los populismos

La remontada en los sondeos de Le Pen durante las últimas semanas inquieta al Elíseo. El presidente francés se ha visto obligado a bajar a la arena para atacar a su rival ultra

En un ambiente de menor interés general que en otras presidenciales, los franceses se disponen hoy a votar en la primera vuelta de unos comicios anómalos, opacados por la guerra de Ucrania y sobre los que planea una fuerte tasa de abstención con efectos desconocidos para su resultado final. Sobre el papel y según todos los sondeos el presidente Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen se clasificarán para la segunda vuelta para disputarse el Elíseo del 24 de abril. El tercero en discordia, el izquierdista, Jean-Luc Mélenchon, aspira a dar la campanada recogiendo el voto útil de la izquierda, pero según la demoscopia publicada hasta ahora lo tendrá muy difícil para atrapar a Le Pen.

En cualquier caso, Macron tendrá que enfrentarse al populismo, una estrategia que él mismo ha incentivado desde que llegó al poder hace un lustro. “No hay excitación entre los electores en esta campaña por la percepción generalizada de que solo Macron puede vencer” dice para LA RAZON el politólogo de la Universidad Paris VIII, Yves Sintomer. Y, además, el propio Macron “ya no tiene ese carácter de novedad” de 2017.

Sin embargo, durante la última semana de campaña, Le Pen ha ido recortando a gran velocidad la ventaja de Macron hasta situarse a tan solo tres puntos y con una dinámica lo suficientemente positiva como para haber desatado las alarmas en las filas del Gobierno. Le Pen ha basado su estrategia en el tramo final de campaña en priorizar la importancia del poder adquisitivo en sus discursos, preocupación número uno de los franceses incrementada a partir de la inflación y los precios del combustible, dejando en segundo plano en estos momentos asuntos eje para el Reagrupamiento Nacional (RN) como la seguridad o la migración. Le Pen ha sabido adaptarse así a la coyuntura de Ucrania y ha amortiguado con habilidad los ataques por su largo historial de relaciones con Vladimir Putin.

El clima de apatía política podría contribuir a un resultado aún mejor de lo esperado para la ultraderecha, según estiman muchos analistas estos días. Un ejemplo de la caída de interés en estos comicios lo da la televisión más vista del país, TF1, que por primera vez cancela la tradicional noche electoral para emitir una comedia. Algo inédito en un país que históricamente siempre ha vibrado en unas presidenciales, entendidas como un acontecimiento nacional.

Al desinterés no solo ha contribuido la coyuntura de Ucrania, sino también el sentir general de una inconsistencia en la oferta política. O dicho de otro modo, la percepción de que Macron gana por descarte, por la mediocridad del resto. Y esto es precisamente lo que quiere aprovechar Le Pen para dar el zarpazo: un clima de desafección política con un favoritismo para el presidente que se ha dado demasiado por sentado. “La abstención puede ser el elemento clave en estas elecciones” sentencia para LA RAZON el sociólogo Eric Fassin que nos cuenta que la clasificación de la ultraderecha para la segunda vuelta puede producir un aumento abstencionista ligado al desgaste del histórico frente republicano contra Le Pen que beneficie a la ultraderechista.

La dinámica a favor de Le Pen es nítida si observamos lo que dicen los sondeos desde hace algunas semanas. La distancia entre ambos ha pasado de 16 puntos en favor de Macron a principios de marzo, tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania, a tres puntos el viernes. Y esta circunstancia ha producido nervios en el Elíseo. El presidente cambiaba de estrategia en la recta final de campaña, bajando al barro con fuertes ataques a Le Pen esta semana tachando su programa de “racista” y “cargado de mentiras”.

Esta noche, además, se pueden confirmar otros titulares que la demoscopia ha ido avanzando: la casi irrelevancia del partido Socialista de Anne Hidalgo, la decepción de Los Verdes en una campaña donde la ecología tuvo poca cabida, y sobre todo la dificultad confirmada de Los Republicanos de Valérie Pécresse para encontrar su sitio entre la pinza que forman Macron y Le Pen. A todo ello sumarle cómo se ha desinflado el efecto Eric Zemmour. El pasado otoño el polemista ultraderechista lanzaba su campaña con mucho ruido e incluso algún sondeo le llegó a otorgar una segunda plaza. Desde entonces, Le Pen ha conseguido neutralizarlo presentándose como una opción seria con programa de gobierno.

El quinquenio que se cierra con estas elecciones ha estado marcado por una consecución inédita de crisis. Macron llegó al poder cuando se acababan los años de plomo del yihadismo en Francia y encadenó la crisis social de los chalecos amarillos y las huelgas a sus reformas, la crisis sanitaria y la guerra de Ucrania para terminar. El mandatario francés, que estuvo a mitad de quinquenio contra las cuerdas por el movimiento de los chalecos amarillos que sorprendió al mundo, recondujo su mandato sobre todo en el tramo final de la pandemia con medidas como el pasaporte covid que contaron con un respaldo mayoritario y sobre todo, con la imagen de interlocutor incansable entre Rusia y Ucrania.