Choques con la Policía

Al menos 152 palestinos heridos en la mezquita de Al Aqsa

Máxima tensión en Jerusalén. El Ramadán de este año coincide con la Pascua judía y con la Semana Santa

Era la crónica de un estallido anunciado. En un viernes donde se esperaban rezos masivos musulmanes por Ramadán en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, que coincidió este año con el inicio del Pesaj (pascua judía) y la Semana Santa cristiana, se desataron disturbios violentos desde el interior de la mezquita de Al Aqsa.

Según la Media Luna Roja, 152 palestinos fueron heridos por las balas de goma, porrazos y gases lacrimógenos, lanzados por las fuerzas de seguridad de Israel en el interior de la mezquita, tercer lugar más sagrado para el Islam. Las imágenes de tensión, que se alargaron unas seis horas, evocaron al estallido de mayo de 2021, que rápidamente derivó en la guerra librada entre el ejército israelí y Hamás en la Franja de Gaza.

Miles de jóvenes palestinos, algunos enmascarados y enarbolando simbología del grupo islamista Hamás, se atrincheraron con piedras y fuegos artificiales desde las cuatro de la madrugada en el recinto sagrado. En redes sociales, se extendió el rumor de que judíos religiosos pretendían sacrificar un animal para Pesaj en el Monte del Templo –denominación hebrea de la Explanada-, considerado el lugar más sagrado para el judaísmo. En la madrugada, la Policía arrestó a dos religiosos israelíes que portaban una cabra, con intención de hacerle el sacrificio en el conflictivo lugar santo de Jerusalén.

Los incidentes ocurrieron cuando el turismo finalmente regresó a Tierra Santa tras dos años de restricciones por la pandemia, con miles de peregrinos abarrotando las estrechas callejuelas de la ciudad antigua. Tras el arresto de cientos de involucrados en los disturbios, la policía israelí reabrió el espacio que alberga la mezquita de Al-Aqsa, y unos 60.000 feligreses musulmanes acudieron a las plegarias pese a los choques vividos a primera hora de la mañana del viernes.

Tras los rezos, las masas ondearon banderas de Palestina y Hamás, y cantaron el eslogan “con nuestras almas y nuestra sangre, nos sacrificaremos por Al-Aqsa”. Además, se emitieron llamados para que el grupo islamista que controla la franja de Gaza lance ataques sobre territorio israelí. Desde la Autoridad Palestina de Ramala, aseguraron que “Israel estaba planeando perpetrar una masacre en Jerusalén para tomar el control absoluto de la Explanada de las Mezquitas”, y avisaron de que “nos encaminamos hacia una guerra religiosa”.

Las autoridades israelíes aseguraron que antes del estallido, mantuvieron contactos con líderes religiosos musulmanes para tratar de mantener la calma. Pero tras el lanzamiento de las primeras piedras hacia la Puerta de Mughrabi –que conecta con el Muro de las Lamentaciones-, las fuerzas de seguridad iniciaron las cargas. Los palestinos consideran una provocación y un intento de revertir el status-quo el despliegue de policías israelíes en el lugar.

Desde la vecina Jordania, custodia de los lugares sagrados de Jerusalén, acusaron a Israel de “la peligrosa y condenable escalada de amenaza con hacer estallar la situación”. Por su parte, el primer ministro israelí, Naftali Bennett, aseguró que los efectivos policiales “están trabajando para calmar la situación en el Monte del Templo y alrededor de Israel. No obstante, estamos preparados para cualquier escenario”. Ante el temor de que la situación se descontrolara, el establishment de seguridad optó por cerrar los pasos fronterizos de Gaza y Cisjordania a los palestinos durante las jornadas santas, una medida habitual en los últimos años.

Las semanas previas hacían augurar lo peor. En una oleada de atentados perpetrados por “lobos solitarios” sin afiliación a grupos armados palestinos por todo Israel, 14 israelíes murieron disparados y acuchillados en Beer Sheva, Hadera, Bnei Brak y Tel Aviv. En respuesta, el ejército israelí lanzó operaciones masivas de “contraterrorismo” en toda Cisjordania.

El primer ministro israelí, Naftali Bennett, en una reunión festiva con funcionarios de seguridad, explicó que las autoridades “están trabajando para calmar la situación en el Monte del Templo y en todo Israel. Al mismo tiempo, estamos preparados para cualquier escenario”.

Según la agencia AP, entre las redadas y los atacantes abatidos en los atentados, se registraron 25 víctimas palestinas. En localidades como Jenin o Nablus, los soldados fueron confrontados por facciones armadas, pero también se produjeron incidentes en que murieron inocentes, como una madre de 46 años que fue tiroteada por “movimientos sospechosos” cuando se acercó desarmada a un checkpoint en Husan.

La violencia en Al-Aqsa es una nueva prueba de fuego para la inestable coalición israelí liderada por Bennett. La facción árabe islamista Ra’am, que aportó los votos clave para consolidar el “gobierno del cambio” y desplazar del poder a Benjamín Netanyahu, alertó que “las continuas agresiones en Al-Aqsa son una línea roja para nosotros, que incluye la estabilidad de la coalición”.