El Estado Islámico comienza una campaña de atentados en venganza por la muerte de su anterior “califa”

El Estado Islámico ha comenzado una campaña de atentados (hasta ahora han reivindicado 13 en distintas partes del mundo, África, India, Afganistán, Irak, Siria), ordenados el domingo por su portavoz, Abu Omar Al-Muhajir, por la muerte, en una operación militar USA en Siria, de los dos máximos dirigentes de la banda yihadista, Abu Ibrahim Al-Hashemi Al-Qurashi y Abu Hamzah Al-Qurashi. Dicha campaña es similar a la desarrollada tras la muerte del primer “califa”, Abu Bark Baghdadi.

De hecho, en las reivindicaciones de acciones criminales que publican en sus redes sociales señalan que forman parte de la “batalla de venganza por los dos jeques”.

En concreto, y dentro del mes del Ramadán, que concluye a primeros de mayo, el portavoz les pide que cometan atentados en occidente, donde la actividad “oficial” de la banda ha sido irrelevante, aunque se hayan producido apuñalamientos y atropellos de carácter claramente yihadista.

España se mantiene desde hace tiempo en el nivel 4 de alerta antiterrorista, el segundo de mayor intensidad, y todos los indicios señalan que se va a mantener así, sobre todo si se tiene en cuenta que el verano está a la vuelta de la esquina y es una época considerada especialmente peligrosa por los expertos.

De lo que puedan hacer los terroristas en los próximos días, para obedecer las consignas de ISIS, depende de la voluntad de los actores, “lobos”, solitarios, que se mantienen “dormidos” y las posibles células que se hayan podido conformar en los países occidentales. La eficacia de las Fuerzas de Seguridad españolas ha evitado varios atentados ya en marcha, con la detención y posterior encarcelamiento de los individuos que los planeaban. Lo que no quiere decir que, en algún momento, puedan consumar sus intenciones criminales.

Son 4.000 los individuos sospechosos de estar relacionados con el yihadismo en España (en Francia, son 7.500; en Reino Unido, 23.000; en Alemania, 600 los vigilados directamente sobre un colectivo que puede superar los 30.000), tal y como publicó LA RAZÓN. Las Fuerzas de Seguridad les someten a una vigilancia para detectar su nivel de radicalización y, ante el menor atisbo de que puedan pasar a la acción, a convertirse en «lobos solitarios», se lo comunican a la autoridad judicial y se procede a su detención.

La cifra de 4.000 sospechosos, facilitada por fuentes antiterroristas, da idea de un peligro que, en contra de lo que interioriza la opinión pública, es creciente. Las noticias de las detenciones, fruto de complicadas investigaciones, de meses, años, apenas ocupan lugar destacados en los medios de comunicación; quizás porque nos hemos acostumbrado a esa eficacia que nos evita episodios tan trágicos como los que se han vivido en los últimos meses en diversos países europeos.