Corea del Norte

Kim moviliza al Ejército para combatir su primera ola oficial coronavirus

Ya hay más de un millón de norcoreanos infectados, según los datos oficiales

El dictador norcoreano, Kim Jong Un, visita una farmacia con mascarilla
El dictador norcoreano, Kim Jong Un, visita una farmacia con mascarillaKCNAAgencia EFE

Con dos años y medio de retraso respecto a la mayor parte del mundo, Corea del Norte se enfrenta a una inevitable explosión ómicron dentro de sus herméticas fronteras. En un signo de la gravedad de la situación, Kim Jong Un criticó este domingo con extrema dureza a su Gobierno y al sector de la salud pública por “el manejo irresponsable” de la pandemia de covid-19 -que desde su aparición oficial en el país ha matado a 50 personas-, ordenando además la inmediata movilización del Ejército.

El régimen coreano atraviesa una crisis que podría derivar en una masacre, de las pocas que se han hecho públicas de cara al exterior. Consciente de ello, el Jefe supremo denunció en una reunión del Politburó que las farmacias no estuvieran abiertas las 24 horas del día y el hecho de que los funcionarios encargados del suministro de medicamentos “no se hayan arremangado y no hayan evaluado adecuadamente la gravedad de la crisis actual”.

El hecho de que Corea del Norte carezca de recursos médicos no es ninguna sorpresa. Pero dada la opacidad del régimen, que sea el propio dictador quien se pronuncie al respecto de este espinoso tema, adquiere máxima relevancia. Kim Jong Un denunció las deficiencias de algunas instituciones estatales y decretó la movilización del personal del Ejército Popular para hacer frente a la escasez de fármacos. Una forma de mostrar a su población que está ocupado en el frente de la pandemia, que calificó como “el reto más importante” que ha sufrido el régimen desde su fundación hace más de 70 años.

Ahora ya se conocen las primeras cifras. A pesar de las medidas de contención masivas por tierra, mar y aire, 1.213.550 personas se han contagiado, 50 han muerto y 564.860 están en tratamiento médico, según la agencia estatal KCNA, que no cita específicamente a la Covid-19 sino que se refiere a la misma como “fiebre”.

Lo curioso es que el brote de ómicron, lo suficientemente perjudicial como para declarar una “emergencia nacional grave, no impidió a Corea del Norte continuar realizando pruebas de misiles hacia el mar.

Según la agencia de noticias surcoreana Yonhap, el Reino Ermitaño ha pedido ayuda a China para combatir su primera ola. No se sabe si la solicitud es para dosis de vacunación, pruebas o medicamentos. Pero lo cierto es que Pyongyang no ha respondido oficialmente a la renovada oferta del presidente surcoreano de entregar vacunas este lunes. Yoon Suk Yeol, que tiene previsto recibir a Joe Biden en Seúl el viernes, se mostró dispuesto a ofrecer fármacos, así como vacunas e incluso personal médico a su vecino, que de momento parece preferir la ayuda de su principal socio económico, China.

La empobrecida nación sufre la insuficiencia de suministros debido al bloqueo fronterizo. “Las familias de los pacientes tienen que comprar los abastecimientos en el mercado negro, y los médicos se ven obligados a practicar la atención clandestina para ganarse la vida”, señala Sokeel Park, Director de la organización “Liberty in North Korea”.

De acelerarse la propagación de la epidemia, los hospitales se verán muy saturados. No hay centros hospitalarios con unidades de cuidados intensivos en las zonas rurales o en las ciudades pequeñas, donde vive la mayoría de los 25 millones de habitantes del país.

Durante los últimos dos años y medio, este país ha rechazado sistemáticamente las ofertas de vacunación de la Organización Mundial de la Salud, China y Rusia. Además, no dispone de los grandes frigoríficos especializados para almacenar las vacunas más eficaces contra la enfermedad, como las de Pfizer y Moderna. Todo ello hace suponer que los norcoreanos no están inmunizados.

El desfile militar organizado el 25 de abril pudo haber sido el origen y actuado como un súper propagador. Miles de coreanos celebraron ese día el 90º aniversario de la fundación del Ejército Revolucionario Popular de Corea. Ni los participantes ni los espectadores llevaban mascarillas. El público se agolpaba en la plaza Kim Il Sung de Pyongyang para ver pasar a los soldados y vitorear mientras los tanques, los lanzacohetes y los grandes misiles balísticos intercontinentales.