Asia

Xi Jinping reafirma el control de China sobre Hong Kong

El presidente chino visita la antigua colonia británica entre críticas por no respetar la democracia

Un cartel con la cara del presidente Xi Jinping en una calle de Hong Kong
Un cartel con la cara del presidente Xi Jinping en una calle de Hong KongMARK R. CRISTINOAgencia EFE

Escoltado bajo extrema seguridad y siguiendo cautelosas medidas contra el COVID, Xi Jinping llegó el jueves a Hong Kong con motivo del 25 aniversario del traspaso de soberanía de la región. Este viernes 1 de julio marcaba la mitad de su transición de colonia británica a su plena integración con China, prevista para 2047. La ciudad se ha cubierto de banderas y de pancartas con el lema que Pekín desea que marque esta segunda etapa: «estabilidad, prosperidad y oportunidad».

Además de la conmemoración de la efeméride, el líder chino ha viajado para oficiar la toma de posesión del nuevo jefe ejecutivo de Hong Kong, John Lee Ka-chiu. Ganó los comicios del pasado 8 de mayo, donde fue el único candidato al que el gobierno de Pekín dio el visto bueno para presentarse.

La última visita de Xi a la Región Administrativa Especial fue en 2017, cuando inauguró el mandato de la saliente jefa ejecutiva, Carrie Lam. A su llegada, el mandatario aseguró en un breve discurso que, en estos cinco años, había echado de menos Hong Kong y había estado preocupado por la región.

«En los últimos tiempos, Hong Kong ha soportado serias pruebas y ha superado riesgos y desafíos uno tras otro. Tras las tormentas, ha renacido, mostrando plenamente la fuerte vitalidad del marco de un país, dos sistemas», añadió Xi, haciendo una sutil e indirecta referencia a las protestas de 2019. Con fuertes vientos y alerta por tifón, las conmemoraciones del viernes comenzaron con el izado de las banderas de Hong Kong y China en el puerto Victoria, seguido de un desfile militar.

Poco después, tuvo lugar el juramento de John Lee en el Centro de Convenciones de la ciudad. El edificio estaba rodeado con barreras de dos metros y cientos de policías vigilaban la zona, bloqueando incluso las pasarelas de paso del distrito, para garantizar que no se produjera ningún altercado.

Para activistas locales, el 1 de julio ha sido un aniversario de manifestaciones fundamentales. La Liga de Socialdemócratas convocó una protesta el año pasado siguiendo la normativa COVID -máximo de cuatro personas reunidas- y las posibles consecuencias legales. Sin embargo, tras varios avisos de la policía de seguridad nacional, el grupo anunció esta semana que no organizaría ningún acto el viernes.

Xi Jinping con el nuevo líder de Hong Kong, John Lee
Xi Jinping con el nuevo líder de Hong Kong, John LeeFELIX WONGAgencia EFE

Algunos medios de comunicación locales e internacionales, como Nikkei, Getty y HKFP no recibieron invitación, y las autoridades denegaron la acreditación de al menos diez periodistas de medios entre los que se encuentran Reuters, AFP y South China Morning Post.

John Lee Ka-chiu, apodado por sus detractores como Pikachu por el parecido de su apellido con el nombre del Pokémon amarillo, siempre ha mostrado fidelidad al gobierno de Pekín.

En su discurso de investidura, Lee destacó que, en estos 25 años, Hong Kong había conseguido consolidarse como «la economía más libre del mundo», a pesar de enfrentarse a muchos desafíos como «la insurrección de 2019 y las fuerzas extranjeras que interfieren en la ciudad, así como la pandemia de Covid-19».

Xi pronunció un discurso después de Lee, en el que instó a Hong Kong a poner en práctica con precisión la política de «Un país, dos sistemas», y a que todos los residentes «respeten y salvaguarden el sistema fundamental del país de forma consciente».

El líder chino ha depositado su confianza en el nuevo jefe ejecutivo para potenciar el sentimiento de identidad nacional, mejorar planes de desarrollo estratégico con China, resolver los problemas sociales y mantener la armonía y la estabilidad.

Cuando Hong Kong tenía los días como colonia británica contados, muchos esperaban que China acabara siendo más liberal y, con el tiempo, permitiera democracia en el territorio. Así al menos parecía prometer la Ley Básica de la ciudad, una mini constitución surgida del acuerdo entre ambos países. La legislación estipulaba una reforma electoral progresiva que tenía como objetivo el sufragio universal para los ciudadanos de Hong Kong. Mientras la sociedad hongkonesa pedía más democracia, Pekín subrayaba que la última palabra sobre la autonomía de Hong Kong la tenía el gobierno chino. El malestar social provocó la Revolucion de los Paraguas en 2014 y las protestas de 2019. La respuesta definitiva de Pekín fue poner orden y silenciar a las voces críticas.

Estados Unidos, Reino Unido y otras naciones han acusado a China de incumplir sus promesas de garantizar los derechos de Hong Kong durante 50 años en virtud del acuerdo. Bajo el principio “un país, dos sistemas” se estipulaba que el territorio mantendría el sistema capitalista, la independencia del poder judicial, así como ciertas libertades y autonomía de Pekín.

Sin embargo, ante la visión imperialista de Xi Jinping, la excolonia británica camina con paso acelerado a convertirse en una provincia más de China. La Ley de Seguridad Nacional impuesta por el gobierno de Pekín ha sido el arma de control definitiva.

Desde su entrada en vigor en junio de 2020, se han detenido a decenas de los principales políticos y activistas de la oposición, así como a periodistas de medios críticos con el gobierno central, como Apple Daily o Stand News, que se han visto obligados a cerrar. El recorte de libertades en Hong Kong ha dado un salto cuantitativo y cualitativo y la autocensura por el miedo a represalias legales está cada vez más presente.

La visita de Xi Jinping ha dejado claro que este viaje era de gran importancia para el gobierno de Pekín no solo por celebrar el 25 aniversario, sino como declaración de la victoria sobre la oposición pandemócrata y sus partidarios. Lee y Xi Jinping comparten el objetivo de abrir camino a una nueva etapa en la que Hong Kong y China deben ir de la mano, cueste lo que cueste.