África

Las misiones de la ONU en República Democrática del Congo y en Malí corren el riesgo de terminar

Al menos quince fallecidos en las protestas anti ONU en RDC y las tensiones con el Gobierno maliense dificultan el desarrollo de las misiones en ambos países

Cascos azules operando en República Democrática del Congo.
Cascos azules operando en República Democrática del Congo.NACIONES UNIDAS / MONUSCONACIONES UNIDAS / MONUSCO

Dos de las misiones más importantes de Naciones Unidas en África corren el riesgo de acabar de la peor de las maneras. A los problemas que se enfrenta MINUSMA en Mali desde hace meses, se añaden nuevas preocupaciones en República Democrática del Congo. Tres cascos azules y al menos doce civiles murieron este martes, a lo largo del segundo día consecutivo de protestas contra Naciones Unidas en el este de RDC, según confirmaron las autoridades, y se han registrado saqueos en las oficinas y almacenes de Naciones Unidas en la ciudad de Goma.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, condenó esta ola de violencia, avisando de que “cualquier ataque dirigido contra las Naciones Unidas puede constituir un crimen de guerra”. En su comunicado hizo un llamamiento a las autoridades congoleñas para que “investiguen estos incidentes y lleven con premura a los responsables ante la justicia”.

Los manifestantes critican la falta de efectividad de la misión de MONUSCO a la hora de defender a la población civil de los grupos insurgentes de RDC (tanto bandoleros, como secesionistas, como yihadistas) desde el inicio de su mandato en 1999, al término de la Segunda Guerra del Congo.

Conforman la misión 15.775 soldados, de los cuales 724 son observadores militares; más de 1.000 policías extranjeros; casi 2.000 civiles locales: y 617 voluntarios del ámbito nacional e internacional. Hasta la fecha se han registrado 97 bajas en la misión.

Mientras la misma UE se ha añadido a las voces que condenan firmemente este ataque injustificado contra las fuerzas de paz, desde Kinshasa han culpado a la ONU de la muerte de uno de los manifestantes. La distancia impuesta por el Gobierno congoleño frente a lo sucedido, apuntando a las tropas extranjeras como culpables y evitando todo tipo de responsabilidad frente a los ataques denota una preocupante situación entre las autoridades de RDC y la ONU.

Los grupos de la sociedad civil en la provincia de Kivu del Sur, donde las protestas se saldaron con cuatro muertos, condenaron también el “uso desproporcionado de la fuerza” por parte de los cascos azules frente a lo que ellos consideran “demandas legítimas”. De la misma manera, apelaron al Gobierno congoleño para que “se revise y se acelere el plan de retirada de MONUSCO”.

Temor en Malí por una intervención de la OTAN

La situación de la misión de Naciones Unidas en Malí (MINUSMA) tampoco es mejor. Ya en abril comenzaron los primeros roces entre el Gobierno provisional del coronel Assimi Goita y las Naciones Unidas, cuando los malienses prohibieron a los cascos azules patrullar el espacio aéreo maliense y las ciudades donde están destinados. En la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU de junio, el Ministro de Exteriores de Malí, Abdoulaye Diop, criticó con el apoyo de la representante rusa la ineficacia de la misión, alegando que las restricciones de movilidad de los cascos azules se deben en exclusiva a la seguridad de las tropas enviadas en el marco de la misión. En su intervención comentó que “el Consejo de Seguridad debe ayudarnos y no generar nuevos problemas”.

Desde entonces, 49 soldados procedentes de Costa de Marfil fueron detenidos por las autoridades locales a su llegada al aeropuerto de Bamako. Lo que el Gobierno de Abiyán calificó de “efectivos de apoyo” fue categorizado por Goita como “contingente de mercenarios”. A continuación, Assimi Goita ordenó que se detuviera el sistema de rotaciones de la MINUSMA y ordenó al portavoz de la ONU en el país, Olivier Salgado, que saliera de Malí antes de 72 horas. Esto último ocurrió el pasado 20 de junio.

Los ánimos están cada vez más caldeados. Desde Malí temen que la nueva categoría de “flanco sur”, en referencia al Sahel e impuesta en la Cumbre de Madrid, termine con una intervención militar en este país africano. Dentro del Gobierno maliense hay quien opina que una salida prematura de MINUSMA acelerará la temida entrada de la OTAN, aunque esta acción podría garantizar un combate adecuado a las fuerzas yohadistas que desde hace meses hostigan con especial intensidad a las Fuerzas Armadas malienses.

No deja de observarse en ambos casos, tanto en RDC como en Malí, una extraña mezcla de súplica y de desdén dirigidos hacia la ONU. Súplica para que les liberen de la inseguridad en la que malviven y desdén por el aparente fracaso de ambas misiones, cuando el culpable de su frustración mal dirigida no deberían ser los cascos azules… sino sus propios paisanos que son quienes les hostigan a diario.