Elecciones

Kenia se prepara para la jornada electoral más novedosa desde su independencia

Los favoritos Raila Odinga y William Ruto se enfrentan este martes en las urnas, donde se decidirá quien de ellos gobernará Kenia durante los próximos cinco años

Simpatizantes de la coalición Kenya Kwanza participan en el mitin de William Ruto celebrado el pasado sábado.
Simpatizantes de la coalición Kenya Kwanza participan en el mitin de William Ruto celebrado el pasado sábado.Daniel IrunguAgencia EFE

El pueblo keniano se entrega con entusiasmo al furor electoral. A lo largo de las últimas semanas, las ciudades más importantes del país se han visto sacudidas por una oleada de colores y cánticos que escenifican el último reducto de esperanza que mantiene a la octava economía africana a flote. El septuagenario Raila Odinga, ex primer ministro del país y líder del Movimiento Democrático Naranja (partido nacido del KANU, la fuerza política que gobernó durante 40 años en Kenia) se enfrentará en las urnas al actual vicepresidente keniano, William Ruto, líder de la coalición de centro-izquierda y centro-derecha conocida como Kenya Kwanza. De entre todos los candidatos posibles para gobernar el país durante los cinco años que vienen, Odinga y Ruto son los dos grandes favoritos de unas elecciones que destacan por el cúmulo de novedades con respecto a los procesos electorales de años anteriores, además de la compleja situación económica que lleva atravesando Kenia desde finales de 2019.

Sondeos en Kenia
Sondeos en KeniaTania Nieto

Las encuestas aseguran una victoria pírrica para Odinga, que podría no llegar al 50% de los votos necesarios para alzarse con la presidencia. Según la última encuesta publicada por el grupo Ipsos, Odinga se alzaría victorioso con un 47% de las papeletas, frente al 41% que recibiría Ruto.

¿El fin del lastre étnico?

El factor étnico ha sido un determinante fundamental a la hora de otorgar la victoria a los sucesivos presidentes del país. Se calcula que Kenia sirve de hogar para más de 40 grupos étnicos, aunque los tres más importantes son los Kikuyu, los Luo y los Kalenjin. Los cinco grupos étnicos más numerosos conforman un 70% de la población de Kenia, mientras solo los Kikuyu suponen un 20%. La aplastante superioridad numérica de los Kikuyu ha supuesto que tres de los cuatro presidentes que han gobernado Kenia desde su independencia pertenecían a este grupo mayoritario, con el consiguiente malestar que despierta en los votantes de otras etnias. Un duro ejemplo de este malestar sucedió tras la segunda victoria electoral de Mwai Kibaki, de etnia Kikuyu, en 2007. Al hacerse públicos los resultados de las votaciones, una furiosa turba tomó las calles y llegó a asesinar a unas 1.200 personas, propiciando durante días una situación de violencia étnica nunca vista en el país.

Sin embargo, ninguno de los favoritos de este año pertenecen a la etnia Kikuyu, dado que Raila Odinga es de ascendencia Luo, mientras William Ruto procede de una familia Kalenjin. Este factor ha sido determinante para desvincular la cuestión étnica al voto keniano y ha dado alas a William Ruto para adelantarse a su rival y ofrecerse como candidato multiétnico. La juventud muestra además una clara inclinación hacia el factor nacionalista por encima de su etnicidad: un estudio efectuado en 2018 por la Universidad de Nairobi demostró que, de 500 estudiantes con edades comprendidas entre 18 y 35 años, un 97% se identificaba como keniano por encima de su grupo étnico, mientras un 47% declaró que su etnia tenía poca o ninguna relevancia en su vida diaria.

Cuestión de familias

Pese a la relativa juventud de Kenia como nación soberana, existen determinadas familias que han participado desde su independencia en las dinámicas del poder. Es el caso de la familia Kenyatta (el actual presidente del país es hijo del primer presidente de Kenia) y de la familia Odinga (el actual candidato a la presidencia es hijo del primer vicepresidente del país). El equilibrio de poderes que ha permitido a un puñado de familias ostentar todo el poder de Kenia puede llegar a su fin bajo el puño de William Ruto, que no pertenece a ninguna de las grandes familias y que, conocedor de esto, se muestra a los votantes como un candidato cercano al pueblo, un hombre de a pie y alejado de los viejos métodos del poder. Pese a todo esto, Odinga ha denunciado numerosas veces en sus discursos públicos que el equipo de Ruto no cuenta “con una sola persona conocida por su lucha a favor de la libertad”.

Un curioso detalle en las elecciones presidenciales de este año es que el actual presidente, Uhuru Kenyatta, apoya sin ambages la candidatura de su rival histórico en elecciones anteriores, Raila Odinga. Kenyatta y Odinga mantienen una relación de amor-odio que se remonta a 60 años atrás, cuando sus progenitores se enfrentaron en las urnas por primera vez. No sería hasta 2018 que las familias Kenyatta y Odinga enterraron el hacha de guerra, en un gesto que no gustó en absoluto al actual vicepresidente y futuro candidato del partido en el lugar de Kenyatta, William Ruto.

Los críticos afirman que se percibe por parte del actual presidente un interés evidente por no romper el equilibrio de poderes familiares que tan útil les ha resultado hasta la fecha. Como consecuencia a estas nuevas alianzas, Ruto ha reaccionado acusando al presidente Kenyatta de “amenazar a sus familiares”, a la que ha asegurado que “aunque sus seguidores sean amenazados, ninguno de los suyos será amedrentado”.

Una nueva oportunidad para las mujeres

Las sociedades africanas todavía se encuentran a la zaga en materias de igualdad de género, pero estas elecciones resultan cruciales en la introducción de la mujer en la vida política de Kenia. Mientras las elecciones de 2017 otorgaron un escuálido 6% de los votos a candidatas al senado y otro 6% a candidatas como gobernadoras de provincia, este año pueden encontrarse hasta tres mujeres participando en la carrera por la vicepresidencia del país. Una de ellas, Martha Karua, abogada de profesión y ministra de Justicia durante el Gobierno de Mwai Kibaki, ha sido escogida como compañera electoral por Raila Odinga y podría convertirse en la primera Vicepresidenta de la historia de Kenia.

La participación de Karua es fundamental para Odinga por dos razones: la primera, la más evidente, para atraer hacia sí el voto de las mujeres keniatas; la segunda, algo más rebuscada pero igualmente veraz en consideración de los expertos, para ganar el voto de los electores de etnia Kikuyu, ya que la candidata a la vicepresidencia pertenece a esta etnia fundamental en el campo de la política keniata.

Un candidato independiente y estratégico

George Wajackoyah en un mitin en Nakuru City.
George Wajackoyah en un mitin en Nakuru City.DPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Entre los candidatos de menor categoría, George Wajackoyah y su partido independiente Roots Party no pasan desapercibidos. El que fuera un “niño de la calle” terminó siendo pastor cristiano, abogado y profesor universitario gracias a su peculiar forma de ver la vida, siendo así un ejemplo de superación para los más de 9 millones de kenianos que malviven actualmente bajo el umbral de la pobreza. Ahora, a sus 63 años, ha decidido participar en la carrera electoral con una curiosa propuesta para solucionar la crisis de deuda que ahoga a la economía keniana: legalizar la marihuana y exportarla en ingentes cantidades a terceros países. Otras propuestas comprenden ahorcar a los funcionarios corruptos en las plazas públicas y exportar veneno de serpiente a las naciones interesadas. Aunque su participación en estas elecciones podría ser meramente anecdótica, los sondeos le han concedido un 3% de la intención de voto (unos 880.000 votantes).

De cumplirse los pronósticos, Wajackoyah podría forzar una segunda vuelta de las elecciones, al robar a los favoritos la opción de conseguir el 50% de los votos necesario para alzarse con la mayoría absoluta. Aun así, este estrafalario candidato ha confirmado que, en el caso en que no le voten a él, su apoyo será para Odinga y su promesa de un Gobierno dedicado al “bienestar del pueblo”.

Una situación económica a la deriva

Kenia está virtualmente asfixiada por sus deudas con China, su mayor acreedor, deudas que Kenyatta ha procurado pagar a partir de las exportaciones masivas al gigante asiático y la subida de impuestos, vendiendo a bajo precio para satisfacer a su lobo feroz y, a la larga, privando de jugosos ingresos a su economía. Aunque la deuda keniana oscila en torno al 67% del PIB (un volumen de deuda aparentemente aceptable), la crisis turística originada por el coronavirus, el alto desempleo juvenil (20%) y las sequías que sufre el norte del país han dejado machacada la economía del país. Nueve millones de personas duermen esta noche bajo el umbral de la pobreza. Los economistas llevan advirtiendo que un año más con estas circunstancias puede terminar por precipitar a Kenia al abismo de la quiebra.

La campaña del candidato William Ruto orbita en torno a las frustraciones que ha generado la situación económica a los votantes. A su autonombramiento de “luchador” de la clase trabajadora se le añade un discurso que carga contra Odinga y Kenyatta (ambos miembros de importantes familias políticas en Kenia) y que le señala a él como una alternativa fresca frente a la clase dominante. Ruto ofrece inversión extranjera y “esperanza” frente al discurso más comedido de Odinga, que busca proseguir la política de impuestos iniciada por Kenyatta para garantizar el pago de la deuda y una progresiva financiación de las arcas públicas, siempre con vistas a fortalecer la figura del Estado en Kenia.