Violencia en Irak
La retirada de Al Sadr sume a Irak en el caos
El clérigo iraquí suspende las protestas en Bagdad tras la peor ola de violencia de los últimos años. Al menos 35 personas han muerto
La aparente salida de la vida política del clérigo chií Muqtada al Sadr ha dejado tras de sí dos días de caos en Irak. Al menos 35 personas han muerto y más de 700 han resultado heridas como resultado de los enfrentamientos entre milicianos partidarios del líder político iraquí y otras organizaciones chiíes –pro iraníes- en uno de los peores episodios de violencia de los últimos años registrados en Bagdad.
El anuncio de Al Sadr, de 48 años, este lunes sacaba a la calle a centenares de sus partidarios, que irrumpieron en el Palacio Presidencial, situado en el interior de la Zona Verde -el fortificado sector central, donde se encuentran las sedes ministeriales, el Parlamento y las embajadas- de la capital iraquí.
A primera hora de la mañana de ayer seguidores del Movimiento Sadrista lanzaron cohetes a la Zona Verde y milicianos armados con lanzagranadas y ametralladoras desfilaban por las calles de Bagdad con un Ejército incapaz de impedirlo. Durante la madrugada se registraron disparos de proyectiles en toda la ciudad.
Al Sadr, cuyo Movimiento se impuso en las elecciones parlamentarias del pasado mes de octubre ha sido desde entonces incapaz de formar gobierno junto a partidos musulmanes suníes y kurdos. El lunes anunciaba su salida “definitiva” de la escena política nacional vinculando la decisión al fracaso de los líderes del resto de movimientos chiíes a la hora de reformar el “corrupto” sistema político iraquí.
El clérigo, una de las principales figuras políticas de Irak desde hace dos décadas –a pesar de no haber ostentado nunca cargos oficiales-, se ha caracteriza por sus ideas nacionalistas y su oposición tanto a la injerencia iraní –aunque otrora fue socio de Teherán- como Occidental en el sistema político de Irak. Al Sadr defiende la celebración de nuevas elecciones parlamentarias y la salida de todos los partidos del gobierno de manera inmediata como vía para desbloquear la situación.
Calma en las últimas horas
La intervención del clérigo, que dio en un discurso televisado un margen de una hora a sus partidarios en la mañana de ayer para que abandonaran la citada Zona Verde, permitió una paulatina vuelta a la normalidad en la capital iraquí. Los militantes del movimiento chií respondieron positivamente al requerimiento de Al Sadr, y en la tarde del martes habían despejado la zona céntrica. Sólo entonces el Ejército, que se había visto superado por los milicianos sadristas, levantó el toque de queda nacional.
El clérigo lanzó un duro mensaje a sus partidarios por haber protagonizado el estallido de violencia en las calles de Bagdad. “Inclino la cabeza y pido disculpas al pueblo iraquí porque son los únicos afectados por lo que está sucediendo… el asesino y los asesinados están en el fuego”, admitía Al Sadr. “Esto no es una revolución porque ha perdido su carácter pacífico. El derramamiento de sangre iraquí está prohibido (…) Ahora critico la revolución de Movimiento Sadrista como critiqué la Revolución de Octubre”, zanjó el líder iraquí.
La escalada desatada con el anuncio de Muqtada al Sadr movía ayer a las autoridades de la vecina Irán a cerrar sus fronteras con Irak y con Turquía y a no aconsejar a sus ciudadanos viajar a territorio iraquí. Una decisión que Teherán adopta a menos de tres semanas de la celebración de la mayor peregrinación religiosa del mundo: el Arbaín, que tiene lugar cuarenta días después del día de la Ashura –festividad chiita que conmemora el martirio del imán Hussein- y cada año reúne a millones de chiíes, entre ellos numerosos iraníes, en la ciudad iraquí de Kerbala.
El primer ministro de Irak, el independiente Mustafa al Kadhimi, saludaba la decisión del clérigo. “La llamada de Su Eminencia Muqtada Al Sadr a poner fin a la violencia es el epítome del patriotismo y el respeto a la santidad de la sangre iraquí”, escribía en Twitter el jefe del Gobierno interno. También desde Naciones Unidas se celebraba el llamado del líder chiita a sus partidarios para que abandonaran la Zona Verde de Bagdad. Desde Estados Unidos se llamaba al diálogo entre los distintos grupos para evitar la escalada.
“El problema es que tenemos demasiados actores políticos luchando por los mismos restos del pastel, y ya no son capaces de repartir esos puestos en el seno de las instituciones del Estado como habían hecho en el pasado. Las elecciones pueden sacar del actual impasse, pero no resolverán el profundo problema político que se ha instalado en Irak desde 2003″, explicaba el experto en Irak del International Crisis Group Lahib Higel en la web de Al Jazeera.
Aunque aparentemente la situación ha regresado a una relativa normalidad en Bagdad, las profundas divisiones entre los distintos movimientos políticos iraquíes no permiten descartar el regreso de la violencia a gran escala, según los expertos, que especulan sobre la sinceridad del anuncio de Al Sadr de abandonar definitivamente la escena política. El fantasma de la guerra civil sigue planeando en Irak casi cinco años después del fin de la última contienda.
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