Guerra en Ucrania
Concejales rusos acusan a Putin de alta traición y piden su dimisión: “Esta guerra en un desastre”
Analistas cercanos al Kremlin critican la actuación del Ejército ruso, en un movimiento que debilita la imagen de Putin como hábil estratega
Las tropas ucranianas han logrado victorias en los últimos días en el noreste del país hasta el punto de que el Ejército ruso se ha tenido queretirar de la región de Jarkivpara evitar que sus tropas fueran engullidas por el enemigo. Además, varias informaciones sostienen que las fuerzas del gobierno de Kiev están luchando en las afueras de Donetsk, la ciudad que Rusia ocupó en 2014, tras anexionarse Crimea.
Este traspiés de Moscú sobre el terreno tiene múltiples efectos. Uno de ellos es que los rusos han dejado atrás grandes cantidades de armamento y municiones en medio de una retirada veloz e inesperada. Otra consecuencia es el deterioro progresivo de la imagen de Vladimir Putin como eficaz y brillante estratega justo cuando se cumplen 200 días de guerra y Rusia sigue sin poder exhibir una victoria contundente en el este de Ucrania.
Uno de los tímidos frentes internos que han surgido en Rusia en los últimos días está protagonizado por un grupo de concejales de varias ciudades rusas, entre ellas Moscú y San Petersburgo, quienes han pedido la dimisión de Putin por medio de un comunicado firmado ya por 85 ediles. Acusan al dirigente ruso de alta traición por iniciar la campaña militar en Ucrania.
“Consideramos que la decisión del presidente Putin sobre el inicio de la operación militar especial perjudica la seguridad de Rusia y sus ciudadanos”, señala la petición de los diputados del consejo municipal de Smólninskoye de San Petersburgo, ciudad natal de Putin.
Otras voces prorrusas ya han criticado la estrategia que Moscú está llevando a cabo en Ucrania. Entre ellas figura la de Ramzan Kadyrov, el jefe de los chechenos, que ha acusado al Ejército ruso de haber cometido “errores” y de no haber explicado a la gente el motivo de la retirada en la región de Jarkiv.
Otro golpe sobre la mesa es el que ha propinado en las últimas horas Sergei Mironov, líder de un partido favorable a Putin en el Parlamento ruso, al denunciar en un tuit que no se puede celebrar el Día de Moscú (este fin de semana se festejó el 875 aniversario de la fundación de la ciudad) cuando “nuestros muchachos están muriendo hoy, ¡y estamos fingiendo que no pasa nada!”. Otro analista pro Putin, Sergei Markov, aireó en las redes sociales su visión pesimista: “Debido a algunos errores que desconocemos, se está perdiendo el control sobre los procesos políticos. Os garantizo que esta confusión no durará mucho. Pero ahora mismo es un desastre”.
Las estimaciones varían, pero se cree que Ucrania podría haberse adentrado hasta 70 kilómetros en territorio controlado por Rusia. Obviamente, desde Moscú la explicación que se da a este varapalo es muy distinta. El Ministerio de Defensa ruso reconoció la retirada del corredor Izyum-Balakleya pero dijo que es un “reagrupamiento para aumentar los esfuerzos en la dirección de Donetsk”. Cabe recordar que un argumento parecido fue esgrimido cuando a finales de marzo las tropas rusas se tuvieron que retirar del norte tras fracasar en una operación para tomar Kiev. Las autoridades rusas dijeron entonces que fue “un reposicionamiento” para centrarse en los frentes este y sur.
El experto en tema rusos Alexander Motyl, profesor de la Universidad de Rutgers (EEUU), asegura que Putin debe sufrir una derrota total que incluya una humillación. “Cualquier cosa que no sea una derrota de este tipo salvará al régimen de Putin, así como al propio Putin, del colapso, persuadirá a los rusos de que su fe en Putin estaba justificada y su responsabilidad por los crímenes de guerra es nula, lo que garantizará la continuación de la guerra. Putin debe ser humillado para que haya una paz duradera y para que Rusia comience su largo camino de regreso a la humanidad”.
La respuesta del Kremlin a los avances ucranianos llegaron el domingo por la noche, con varios ataques con misiles contra infraestructuras clave que dejaron sin luz a buena parte de la población en las regiones de Jarkiv y Donetsk. Desde las barricadas mediáticas rusas, varios comentaristas exigen mano dura y venganza. “Es hora de ponerse duro”, ha dicho este fin de semana el presentador Vladimir Solovyov en la televisión estatal.
El Kremlin se ha resistido desde el principio de la invasión a hablar de una guerra y en su lugar usa la denominación “operación militar especial”. Por este motivo no puede reclutar soldados de la reserva. Putin, dicen los expertos, quieren transmitir la impresión entre los suyos de que la invasión no está afectando a la vida cotidiana de los rusos y que la derrota no es concebible. Pero las cosas parece que están empezando a cambiar no solo entre las tropas rusas. Un informe del Estado Mayor ucraniano revela que los soldados rusos se están deshaciendo de sus uniformes, vistiéndose de civil y tratando de regresar al territorio ruso.
Ningún analista considera que Rusia se vaya a retirar totalmente. Como ha escrito la periodista e historiadora Anne Applebaum, “Putin ha puesto la destrucción de Ucrania en el centro mismo de sus políticas exterior e interior, y en el corazón de lo que quiere que sea su legado”. Applebaum recomienda a los líderes occidentales no negociar con Putin “en sus términos”. Y añade: “Cuando las élites rusas finalmente se den cuenta de que el proyecto imperial de Putin no ha sido solo un fracaso para Putin sino también un desastre moral, político y económico para todo el país, incluidos ellos mismos, entonces la pretensión de Putin de ser el gobernante legítimo de Rusia se desvanecerá”.
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