Duelo histórico
Victoria agridulce de Lula, que tendrá que disputar con Bolsonaro la presidencia en segunda vuelta
El exmandatario brasileño no logra más de la mitad de los votos y los brasileños elegirán el 30 de octubre su presidente para los próximos cuatro años
El ex presidente de Brasil, Lula da Silva, ha ganado la primera vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas con el 48,3% de los votos frente al 43,2% del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, con un 99,8% del voto escrutado. Bolsonaro ha protagonizado una inesperada remontada logrando dar un vuelco a los sondeos, que le situaban diez puntos por debajo de Lula, y mantiene sus esperanzas de ser reelegido en la segunda vuelta el 30 de octubre.
Los resultados oficiales del Tribunal Superior Electoral (TSE) señalan los 156,4 millones de brasileños llamados a las urnas este domingo deberán decidir entre el líder sindicalista del metal que gobernó Brasil entre 2003 y 2010, favorito en los sondeos que le situaban cerca de la victoria en primera vuelta, y el ex capitán del ejército retirado y siete veces diputado por Rio de Janeiro desde 1981 hasta su llegada en 2018 a la Presidencia de Brasil.
Los resultados de las elecciones presidenciales brasileñas confirman la ausencia de una tercera vía entre Bolsonaro y Lula al otorgar a la candidata del Movimiento Democrático Brasileño, Simone Tebet, un 4,1% de los votos y solo un 3,05% al candidato del Partido Democrático Laborista, Ciro Gomes, tercero en los sondeos. Los otros siete candidatos no superan el 1% de respaldo. Los 156,4 millones de electores brasileños serán llamados de nuevo a las urnas el último domingo de octubre para elegir a su presidente para los próximos cuatro años tras una jornada en las que los brasileños votaban presidente, renovar los 513 representantes federales de la Cámara de Diputados, cambiar un tercio del Senado y votar el gobernador de los 27 estados brasileños.
Brasil decidirá su futuro político el último domingo de octubre en un histórico duelo entre el modelo ultraconservador de Bolsonaro y la promesa de un gobierno enfocado en lo social de Lula. Tras un inicio del recuento en el que Bolsonaro lideraba contra pronóstico las elecciones presidenciales, Lula ha ido acortando diferencias hasta lograr una victoria insuficiente para su objetivo de llegar a la Presidencia en primera vuelta. El ganador del duelo entre Bolsonaro y Lula en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales brasileñas el próximo 30 de octubre tendrá complicado aplicar sus recetas para continuar la recuperación económica en Brasil y reducir el hambre que afecta a 33 millones de brasileños debido a que se encontrará un congreso muy fragmentado.
Pese a que los sondeos prevén una victoria de Lula en segunda vuelta con el 54% de votos frente al 36% de Bolsonaro, el catedrático de Ciencia Política de la Universidad Estatal de Campinas, André Kaysel, explica que los sondeos de la segunda vuelta realizados antes del primer turno deben tomarse “con precaución”: “Es una nueva elección con nuevas alianzas. Bolsonaro intentará poner en valor su proyecto económico neoliberal, agitar el fantasma del anti-comunismo y defender la familia tradicional”. Pese a que las encuestas han acertado en situar a Lula cerca de la victoria en primera vuelta, el hijo de Bolsonaro y diputado federal, Eduardo Bolsonaro, ha insistido en los ataques a las empresas responsables de las encuestas que el presidente brasileño ha lanzado durante la campaña: “Datafolha vuelve a equivocarse”.
A falta de conocer la participación oficial, los 115 millones de brasileños que han acudido a votar representan una participación del 73%, significativamente menor que el 80% en las anteriores elecciones presidenciales de 2018. La participación era una de las claves de la posible victoria de Lula en primera vuelta, apunta a LA RAZÓN el catedrático de Ciencia Política en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Fabricio Pereira: “Si la participación es mayor al 80% registrado en 2018 subiendo tres o cuatro puntos, Lula tiene serias opciones de ganar en primera vuelta. Si es menor al 80%, el resultado más probable es una segunda vuelta entre Bolsonaro y Lula”. A pesar de que el voto es obligatorio en Brasil para las personas entre 18 y 70 años bajo riesgo de multa, Pereira señala que “la abstención está aumentando en los últimos procesos electorales”. La baja participación parece haber beneficiado a Bolsonaro en un país en el que el voto es voluntario para las personas de más de 70 años y los adolescentes de 16 y 17 años.
El ex presidente brasileño Lula da Silva (2003-2010) ha llamado a los brasileños a “volver a la normalidad” en “un mejor país” después de votar poco antes de las nueve de la mañana en la Escuela Firmino Correia de Araújo en Sao Paulo acompañado por su tercera esposa Rosângela da Silva, su candidato a vicepresidente y antiguo rival político, Geraldo Alckmin, y el aspirante a gobernador de Sao Paulo del Partido de los Trabajadores (PT) Fernando Haddad, derrotado en 2018 por Bolsonaro. “No queremos más odio. Los bolsonaristas más fanáticos tendrán que adaptarse a la mayoría de la sociedad. La mayoría de la sociedad no quiere confrontación, quiere paz”, aseguraba Lula, favorito en los sondeos que le situaban cerca de la victoria en primera vuelta.
El líder del PT de 76 años aspira a volver a presidir Brasil tras pasar 19 meses en prisión condenado por corrupción. Desde su salida de prisión en noviembre de 2019, el ex líder sindicalista metalúrgico ha ido recopilando apoyos en una estrategia basada en los buenos recuerdos de sus ocho años Presidencia, que Lula terminó con un 80% de aprobación tras sacar de la pobreza a unas 30 millones de personas con su programa Bolsa Familia, y el frente amplio de diez partidos liderado por Lula que incluye formaciones de centro-derecha. El ex ministro de Infraestructura de Bolsonaro, Tarcísio Gomes de Freitas, militar en la reserva y fiel escudero de Bolsonaro, ha ganado en la primera vuelta de los comicios a gobernador de Sao Paulo con un 42,2% de los votos frente al 35,6% de Haddad, apadrinado de Lula y el exalcalde de Sao Paulo, con un 98% de mesas escrutadas.
Desde primeras horas de la mañana, largas filas de votantes inundaban el centro de votación de Lula y otros colegios electorales en Sao Paulo, Río de Janeiro y otras ciudades brasileñas. Casi a la misma hora que Lula, su principal rival en estas elecciones presidenciales, Bolsonaro ha votado a las 8:50 de la mañana en el barrio Villa Militar de Río de Janeiro en una de las urnas electrónicas que integran el sistema de votación. Tras la campaña más polarizada desde que Brasil recuperó la democracia en 1985 tras 21 años de dictadura militar, los brasileños han mostrado en las urnas la división que existe entre Lula y Bolsonaro. Dos simpatizantes de Lula y un seguidor de Bolsonaro han sido asesinados durante la campaña tras encendidas discusiones sobre las elecciones o por su preferencia política.
El ex capitán del ejército de 67 años, vestido con una camiseta amarilla en la que estaba dibujada la bandera de Brasil, símbolo politizado por los bolsonaristas, no ha garantizado que vaya a aceptar los resultados tras cuestionar durante meses la limpieza de los comicios denunciando un fraude sin pruebas a favor de Lula: “Con elecciones limpias, sin ningún problema, que venza el mejor”. Kaysel explica que Bolsonaro tiene pocos apoyos para tratar de atrincherarse en el poder: “Pese a que un sector de ejército respalda casi incondicionalmente a Bolsonaro, no tiene el apoyo de las Fuerzas Armadas, del sector empresarial brasileño ni de la comunidad internacional para dar un golpe de Estado”.
El jefe de la misión de observación de la Organización de Estados Americanos (OEA), Rubén Ramírez, ha asegurado desde Brasilia que “estamos verificando la participación de los brasileños y brasileñas y está dentro de lo normal”. Pese a ello, Bolsonaro prepara una ofensiva judicial contra el TSE al que planea acusar de “parcialidad” en caso de ser derrotado este domingo. El equipo de campaña de Bolsonaro está recopilando pruebas de los presuntos movimientos del tribunal electoral a favor de Lula para impugnar el resultado si pierde los comicios, informa el diario Folha de Sao Paulo.
La errática gestión de la pandemia de Bolsonaro, sus choques con las instituciones, las investigaciones por corrupción que salpican al presidente brasileño y sus amenazas de no aceptar los resultados han llevado a Brasil a sus elecciones más polarizadas desde el regreso de la democracia en 1985. Kaysel explica que Bolsonaro tiene pocos apoyos para tratar de atrincherarse en el poder: “Pese a que un sector de ejército respalda casi incondicionalmente a Bolsonaro, no tiene el apoyo de las Fuerzas Armadas ni de la comunidad internacional”.
El expresidente de Brasil, Michelle Temer, quién llegó a la Presidencia tras la polémica destitución de Dilma Rousseff considerada “un golpe blando” por muchos simpatizantes de Lula, ha mostrado su confianza en la fortaleza de las instituciones democráticas brasileñas descartando un golpe de Estado de Bolsonaro: “No hay clima para esto. La democracia está solidificada en el país. Una vez se cuenten las urnas, todo estará en calma”. El catedrático de Ciencia Política en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Fabricio Pereira, advierte de los “riesgos de enfrentamientos, peleas y choques entre bolsonaristas y seguidores de Lula especialmente a partir del lunes” en un país que durante el mandato de Bolsonaro ha multiplicado por cinco la tenencia de armas impulsado por las leyes que flexibilizan su compra legal. En la misma línea, Kaysel se mostraba satisfecho del ambiente “tranquilo” en su centro de votación pese al aumento de la violencia política en las últimas semanas en las que se ha lamentado el asesinato de dos simpatizantes de Lula y un seguidor de Bolsonaro en encendidas discusiones o por motivos políticos: “La gran duda es si habrá segunda vuelta o Lula logra la victoria en el primer turno”.
Pese a que la última encuesta de Datafolha confirma la tendencia al alza de Lula en los últimos días situándole muy cerca de una victoria en primera vuelta con un 50% de los votos frente al 36% de Bolsonaro, el mandatario ultraconservador ha asegurado que esperaba pasar “fácil” a segunda vuelta. Las elecciones brasileñas se han desarrollado sin graves incidentes, aunque con algunas quejas de votantes por la falta de preparación de los encargados de ayudarles a votar en las urnas electrónicas, que previsiblemente permitirán conocer el resultado en pocas horas. Los fallos técnicos han obligado a sustituir 3.222 urnas, el 0,60% de los 472.075 que conforman un sistema que no ha registrado ninguna sospecha de fraude desde su implantación en 1996. El presidente del TSE, Alexandre de Moraes, atacado por Bolsonaro en los últimos meses, ha reiterado que “las urnas son seguras”.
En línea con su discurso que deslegitima las encuestas, Bolsonaro se mostraba confiado de poder ser reelegido este domingo: “Esperamos una victoria hoy. Fui bien recibido en todos los estados a los que fui. No vi eso en la prensa. Está bien. Son parte de las reglas del juego”. Bolsonaro concentra el apoyo de la mayoría de los evangélicos, el 27% de la población, de las personas con más recursos económicos y de los empresarios agrícolas beneficiados por sus políticas que les han permitido talar árboles para criar ganado y sembrar cultivos que se venden en todo el mundo como café, carne de vacuno y soja. Lula obtiene un mayor respaldo entre los ciudadanos con menos recursos económicos, los jóvenes y las mujeres.
El histórico duelo entre Lula y Bolsonaro marcará el futuro de Brasil mientras las grandes preocupaciones de sus 212 millones de habitantes se centran en el desempleo del 8,9%, los duros efectos de la inflación del 7,9% anual, la inseguridad y el hambre que afecta a 33 millones de brasileños. Los resultados confirman que ninguno de los otros nueve candidatos ha logrado consolidar una alternativa entre Bolsonaro y Lula. La pandemia de covid-19 fue uno de los mayores desafíos de Bolsonaro en sus cuatro años de mandato. Ante las críticas por calificar de “gripecita” el virus, Bolsonaro ha defendido su protección de la economía mientras sus opositores le reprochan que la lentitud en la compra de vacunas costó millones de vida. La pandemia ha provocado en Brasil 680.000 en Brasil y 34,7 millones de personas contagiados, apunta la Universidad John Hopkins.
A pocas horas de los comicios, Bolsonaro publicó en sus redes sociales un video de Donald Trump respaldando su reelección. El expresidente estadounidense ha defendido que Brasil tiene una gran oportunidad para reelegir a “un líder fantástico” y ha alabado la gestión de Bolsonaro: “Bolsonaro es uno de los mejores presidentes que cualquier país del mundo podría tener. Os invito a apoyarlo”. El presidente brasileño ha respondido a su gran referente político: “¡Gracias, mi amigo Trump! Gracias al apoyo del pueblo brasileño y a nuestra determinación de luchar por los intereses de Brasil, hoy somos respetados en todo el mundo y contamos con el apoyo de las naciones libres y prósperas y ya no de las dictaduras socialistas, como en el pasado”.
Ante la crisis económica de la que Brasil se está recuperando, Lula ha prometido “el derecho a barbacoas” buscando afianzar el buen recuerdo de sus años de Presidencia de la que salió en 2010 con el 80% de aprobación, y sus programas sociales que sacaron de la pobreza a unos 30 millones de brasileños. Ante la crisis económica de la que Brasil se está recuperando, Lula ha prometido “el derecho a barbacoas” buscando afianzar el buen recuerdo de sus años de Presidencia de la que salió en 2010 con el 80% de aprobación, y sus programas sociales que sacaron de la pobreza a unos 30 millones de brasileños.
Bolsonaro demanda a los brasileños un segundo mandato defendiendo que Brasil se encuentra “en plena recuperación” y reivindicando su política de privatizaciones y desregulación como las claves de la mejora del entorno económico. Brasil está ha reducido ligeramente en los últimos meses los niveles de pobreza y de la inflación que se sitúa en el 7,9% anual. Lula ha prometido aumentar la ayuda económica aprobada por Bolsonaro hasta final de año de 600 reales (115 euros) a 20 millones de familias. A escala regional, Bolsonaro ha sido crítico del Mercado Común del Sur (Mercosur), compuesto por Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela, actualmente suspendida. Las diferencias expresadas por Bolsonaro y el presidente de Uruguay, Luis Alberto Lacalle Pou, han dificultado en los últimos meses su normal funcionamiento.
La violenta y polarizada campaña brasileña ha impedido que se aborden temas claves para el futuro de sus 212 millones de habitantes como la desigualdad, la inseguridad, los derechos de las mujeres y el cuidado del Amazonas. “Todo ha girado en torno a democracia contra autoritarismo. También se ha hablado del hambre y la pobreza, pero sin abordar la enorme desigualdad que existe en Brasil”, explica Pereira desde Río de Janeiro. El catedrático lamenta que durante la campaña “no se ha hablado de seguridad ciudadana, ni de reformas tributarias, ni de derechos de las mujeres, ni de la preservación de la Amazonía”. La amenaza de Bolsonaro de atrincherarse en el poder conlleva “riesgos de tumultos, peleas y enfrentamientos en la calle entre bolsonaristas y seguidores de Lula”, advierte Pereira desde Rio de Janeiro.
Ante la importancia económica del país más grande de Sudamérica y la crisis climática que ha provocado que la deforestación del Amazonas alcanzase un récord en el primer semestre del año, el mundo presta especial atención a las elecciones brasileñas. El presidente de EEUU, Joe Biden, instó el martes a Brasil a realizar elecciones “libres y limpias” advirtiendo que se observará la votación “de cerca” para evitar violencia en las calles y ataques a las instituciones democráticas. El Senado de los Estados Unidos aprobó hace pocos días una resolución en la que “urge al gobierno de Brasil a asegurar las elecciones de octubre de 2022″ y pide que “sean conducidas de forma libre, justa, creíble, transparente y pacífica”. El Senado estadounidense advierte que, en caso contrario, “EEUU deberá romper relaciones con el gobierno brasileño y suspender programas de cooperación, incluyendo al área militar, socio estratégico de las Fuerzas Armadas brasileñas”.
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