Opinión
Bukele amenaza la democracia
La Constitución de El Salvador no permite la reelección que desea
Mucho se habló de la amenaza que suponían los líderes que conformaban el socialismo del siglo XXI en América Latina. Su principal peligro radicaba en la pretensión, de muchos de ellos, de perpetuarse en el poder. Para Hugo Chávez, los Castro, Evo Morales y Ortega en Nicaragua, mantenerse en el Gobierno pareció y ha parecido siempre una especie de condición sine qua non para seguir haciendo política.
El presidente de derechas de El Salvador, Nayib Bukele, anunció días atrás su pretensión de ser candidato para reelegirse; un detalle: la Constitución de su país no lo permite. En consecuencia, el deseo expresado y vitoreado por sus acólitos no es otra cosa que una amenaza a la institucionalidad democrática. América Latina, en definitiva, debe deslastrarse de los liderazgos personalistas.
So pretexto de su gran popularidad (80%), el primer mandatario salvadoreño pretende pasar por encima de la ley y alimenta el mito del caudillo que por décadas ha perseguido a toda Latinoamérica. Por otro lado, se implanta la sospecha de que su reelección responde a fortalecer una condición institucional que opera como brazo del Ejecutivo y que lo blinde de cualquier acusación en el futuro por violación de derechos humanos; con la inmunidad que le otorga el cargo, cualquier denuncia queda en un papel retórico.
Es un momento crucial para la oposición salvadoreña. Disminuida en fuerza política y con una popularidad muy baja, tendrán que generar coaliciones con el empresariado y otros grupos de presión para evitar que la Constitución de El Salvador pase a ser un objeto de adorno. Se vienen meses duros para la política del país centroamericano y lo que ocurra sentará un precedente en el resto del continente.
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