Opinión

Liz Truss, una efímera Dama de Hierro

Igual que Boris Johnson, Truss carecía de una visión y un plan de futuro para Reino Unido como los que tuvieron Thatcher o el laborista Blair

Liz Truss
Liz TrussAlberto PezzaliAgencia AP

En Reino Unido,Liz Truss, la primera ministra saliente inspirada enMargaret Thatcher,heredó una situación económica y social difícil, con un telón de fondo de inflación y tensiones con la Unión Europea y otras potencias internacionales. Pero optó por asumir un papel (muy) peligroso. Las circunstancias en las que llegó al poder hicieron que su desembarco en Downing Street fuera el más complejo para un primer ministro británico desde los años de Margaret Thatcher. Su nombramiento llegó en un momento caótico. La situación económica se estaba deteriorando a marchas forzadas con la llegada del invierno. Todas las señales de alarma de la economía británica permanecen en rojo.

«He escuchado, he entendido» prometió Liz Truss en una tribuna publicada en el periódico «The Sun», en un intento desesperado de permanecer en el cargo. Pero sus palabras no fueron suficientes para disipar las dudas sobre su liderazgo entre sus propias filas. Su índice popularidad ronda el 20% y amenazaba con caer más.

Su plan presupuestario, anunciado el 23 de septiembre, que preveía decenas de miles de millones de libras en recortes fiscales sin una financiación clara, desestabilizó por completo los mercados e hizo caer la libra en picado. Como resultado, después de tres semanas de turbulencias, Truss decidió el 14 de octubre cesar a Kwasi Kwartens, su fiel aliado y el segundo ministro de Economía más breve de Reino Unido. Pero no fue suficiente.

El error de la primera ministra saliente radica en que este tipo de política populista a nivel de instituciones y mercados no puede funcionar. Ella y su equipo se encontraron muy aislados en sus planteamientos, incluso en el seno de los conservadores. No había otra salida que declarar el «Game Over» a penas seis semanas después de llegar a Downing Street.

El desmantelamiento de todas las políticas anunciadas alprincipio de su mandato mostró a una primera ministra en pánico. Cuando se cambia tan rápidamente toda una agenda programática, se pierde el equilibrio en los espectros político y económico.

El último gran retroceso económico y fiscal –tres semanas después de la presentación del mini presupuesto que hizo temblar a los mercados, provocando el desplome de la libra y la subida de los rendimientos de la deuda pública–, así como el nombramiento de un cuarto ministro de Economía en un año Jeremy Hunt– lo ilustran como si fuera un capítulo de una serie de «thriller» político. En realidad, al igual que Boris Johnson, Truss carecía de una visión y un plan para Reino Unido, como los que tuvieron Tony Blair y Margaret Thatcher.

La «Trussonomics», la política económica pretendida por la jefa en funciones del Gobierno británico, que consiste en dejar de lado la disciplina fiscal para promover el crecimiento económico ha sido un fracaso. De hecho, el Gobierno no anulará la subida del impuesto de sociedades prevista para el próximo mes de abril.

El tipo pasará del 19% al 25%, tal y como decidió el anterior ministro del Tesoro y quien sabe si próximo primer ministro, Rishi Sunak. Esta medida se presentó en su momento como una justa contribución de las empresas al saneamiento de las finanzas públicas, tras el masivo plan de ayudas del que se beneficiaron durante la covid. Representa casi 18.000 millones de libras de los 45.000 millones de libras en recortes fiscales anunciados inicialmente.

Fue el segundo giro de180 grados en dos semanas después de que se diera marcha atrás a la suspensión del tramo superior del impuesto sobre la renta. En su plan original, Liz Truss quería reducir los impuestos para los hogares que ganan más de 150.000 libras al año. Se vio obligada a rectificar, pero los mercados mostraron pocas señales de relajación. La libra volvió a perder terreno, tras recuperarse la semana pasada. En cuanto al coste de la deuda pública, volvió a subir. También lo hizo la inflación a su máximo en 40 años al llegar al 10%.

Truss no ha podido sobrevivir en el Número 10. Tras una conferencia del partido especialmente turbulenta, algunos de sus propios diputados empezaron a maniobrar para desbancarla ante las desastrosas encuestas que auguran una estrepitosa derrota de la mayoría conservadora en las próximas elecciones generales de 2024.

En mayo de 1979, Margaret Thatcher heredó un país abrumado por una inflación del 10%, paralizado por interminables huelgas de trabajadores. 43 años después, Reino Unido también se enfrenta a una inflación desbocada que está lejos de estabilizarse. Con la renuncia de la primera ministra británica y la llegada de un nuevo sucesor, los «tories» tratan de tranquilizar a los mercados. Pero el caos es tan profundo y la incertidumbre tan grave que nadie sabe si el tercer «premier» en un año conseguirá atraer la tranquilidad desaada o Reino Unido seguirá hundiéndose.

Frédéric Mertens de Wilmars

Profesor Titular de Derecho Constitucional y Ciencias Políticas. Responsable ODS de la Universidad.

Director del Máster Universitario en Gestión de Negocios Internacionales

Universidad Europea de Valencia