Geoestrategia
Rusia está ganando la batalla a Europa... en África
Moscú agita un sentimiento anti francés mientras toma posiciones en varios países productores de materias primas clave para los países occidentales
Rusia contraataca lejos de Jarkiv. A sabiendas de que la población occidental se encuentra distraída con el conflicto en Ucrania, la tormenta financiera o la crisis política en Reino Unido, el Kremlin ha acelerado en los últimos meses su partenariado con un puñado de países africanos: Guinea Conakry, Mali, República Centroafricana, Madagascar, Sudán; mientras hace tiempo que Burkina Faso y la República Democrática del Congo también comenzaron a equilibrar su balanza del lado de Rusia frente a Occidente.
La situación en el “flanco sur” de la OTAN es crítica. Un importante número de países poseedores de materias primas fundamentales para la industria europea se alinean junto a Vladimir Putin mientras la juventud de otras naciones de peso como Senegal, Kenia, Ruanda o Etiopía han comenzado a tomar una nueva ruta panafricana en pro de nuevos socios como China, Turquía y Emiratos Árabes. Una circunstancia que puede desligar a África de Europa.
Francia versus Rusia
Estados Unidos no es el abanderado de Occidente en el flanco sur: Francia sí. No cabe duda de que los franceses son quienes ostentan actualmente una mayor influencia en el continente, especialmente entre las naciones integradas dentro de la poderosa francophonie, que abarca por sí sola a 29 países africanos. Un complejo pulso de poderes se está llevando a cabo entre Moscú y París en el continente, y si los segundos salen derrotados, es probable que Europa entera salga escaldada tras de ella.
La estrategia rusa apunta directamente a los países que integran la francophonie, a sabiendas de quiénes libran la batalla decisiva por el control de África, y prueba de ello es la lengua que hablan sus mayores socios en el continente. Pero en sus planes no solo entra tomar el control de ciertas materias primas (como la madera de República Centroafricana y los minerales de Guinea, lo cual ya se ha mostrado, sino establecerse en naciones de una importancia geoestratégica evidente, como lo son Mali y Madagascar. Parece que la carrera por África se está volviendo a repetir más de un siglo después de la Conferencia de Berlín.
El último país en alinearse del lado ruso fue Burkina Faso, que sufrió recientemente el segundo golpe de Estado en lo que llevamos de 2022 y que es además el cuarto mayor productor de oro en África. Quienes apoyan al nuevo líder de la nación, Ibrahim Traoré, han mostrado un amplio apoyo a favor de un partenariado militar con el Kremlin para combatir al yihadismo, a cambio de la expulsión de las tropas francesas destinadas en el país.
Otro ejemplo para futuros manuales se está dando en Mali. Desde que las tropas francesas salieron del país para reubicarse en Níger y proseguir desde allí su lucha antiterrorista, los mercenarios Wagner enviados por el Kremlin entraron en su lugar, y las banderas francesas fueron sustituidas por banderas rusas. Cuando el primer ministro de Mali, Abdoulaye Maïga, regresó el 27 de septiembre de su visita a la ONU en Nueva York, fue recibido en Bamako por una multitud extasiada y su vehículo estuvo acompañado en todo momento por una bandera rusa de grandes proporciones. En la celebración del Día de la Independencia en Malí también estuvo moteado por enseñas rusas que acompañaban a los símbolos del país africano.
Como resultado añadido al colorido de las banderas, 3.000 mercenarios rusos patrullan hoy el centro y el norte de Mali. Otros tantos pululan por los bosques de República Centroafricana y los desiertos de Sudán y de Libia, como hicieron en el pasado en Mozambique y como parece que pronto ocurrirá en Burkina Faso. A ojos de un gran número de ciudadanos malienses, la participación rusa en oposición a la francesa no es sino un síntoma de su independencia frente al poder colonial francés.
Tal y como ellos mismos explican, puede que no se valgan por sí mismos para defenderse de las amenazas que les acechan, pero tampoco necesitan a Francia para encararlas; ellos eligen con quién sangran. Y este detalle que podría parecer ridículo para muchos, elegir con quién luchar, supone un enorme alivio para tantos africanos que han observado durante décadas cómo los empresarios franceses producían jugosos negocios en países que, técnicamente, ya no les pertenecen.
Propaganda rusa
La revista francesa Jeune Afrique denuncia que la estrategia rusa se basa en el principio de “ganar la batalla de la opinión pública despertando el sentimiento anti-francés y jugando con la fibra anticolonial”. Con esto se refiere a la amplia integración de Rusia dentro de los medios de comunicación africanos (por ejemplo, uno de los principales periódicos centroafricanos tiene dueños rusos) y a la creación de “lobbies” supuestamente panafricanistas y que abogan continuamente por la expulsión de Francia y de la ONU del continente, ya sea en Mali, RDC, Níger o Burkina Faso. Un ejemplo es el “lobby” Yerewolo, que presionó al Gobierno maliense para expulsar a las tropas francesas de Mali a cambio de Wagner y que ahora pretende la retirada de los cascos azules desplegados en el centro y el norte del país.
Europa puede ganar la batalla de Ucrania pero corre un grave riesgo de perderla en África. El desinterés de los ciudadanos europeos por lo que ocurre en el continente negro es también una poderosa arma que Putin utiliza en una guerra donde la información es más importantes que nunca. Numerosos expertos coinciden en que no será hasta que la población europea comprenda la importancia de África a nivel geopolítico (Nigeria es hoy el mayor proveedor de petróleo de España pero sorprendentemente nadie habla de ello), más allá de la cuestión migratoria, que no iniciarán nuestros gobiernos las estrategias adecuadas para combatir a Rusia en el flanco sur de la OTAN.
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